La educación de las niñas: el mayor retorno a la inversión que cualquier país puede lograr
Hace 30 años, en las reuniones anuales del Banco Mundial en 1992, el entonces Economista Jefe Larry Summers hizo una declaración ahora famosa, destacando la importancia de la educación de las niñas. “La inversión en la educación de las niñas bien podría ser la inversión con el mayor retorno en los países en desarrollo,” dijo en el evento y escribió un informe detallado.
En el Día Internacional de la Mujer, es importante reconocer que los resultados educativos para las mujeres han mejorado de manera significativa en las últimas décadas. Hoy en día hay más niñas con educación que nunca antes y las tasas de alfabetización entre mujeres jóvenes se han incrementado de manera constante a lo largo de los años.
Sin embargo, una nube sigue cerniéndose sobre el progreso de la educación de las niñas y mujeres jóvenes; las niñas son afectadas de manera desproporcionada por una serie de retos en torno a su escolaridad. Estos retos tienen repercusiones duraderas en sus resultados de vida y en su participación en el mercado laboral. La violencia de género sigue afectando a las mujeres y niñas de forma desproporcionada en la escuela y en sus comunidades. Sabemos desde hace ya un tiempo que las condiciones sanitarias antihigiénicas en las escuelas contribuyen a que las niñas falten a la escuela cuando menstrúan. Si el ingreso familiar es limitado, sigue siendo más probable que los niños sean elegidos para ser enviados a la escuela antes que las niñas. El matrimonio infantil y el embarazo temprano siguen afectando de manera desproporcionada a las mujeres y a las niñas, con repercusiones negativas en sus resultados educativos. Y en los campos dominados por hombres, como STEM, las mujeres jóvenes ocupan solo un porcentaje minoritario de la matrícula en educación superior y en términos de su participación laboral en estas carreras.
Si bien a las niñas les va mejor en la escuela y obtienen mejores resultados de aprendizaje en algunas materias (en promedio), estas ganancias de aprendizaje no se traducen para las niñas en mejores oportunidades en el mercado laboral. En regiones como el Sur de Asia y el Oriente Medio y Norte de África, las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral siguen siendo terriblemente bajas: 24% y 20% en cada región, respectivamente.
La pandemia del COVID-19 y sus efectos en las niñas
Más aún, los choques que han debilitado a los sistemas educativos como la pandemia del COVID-19, han causado que las niñas lleven la peor parte de los efectos negativos en muchos contextos, incluso más en el caso de las niñas de los grupos de ingresos más bajos, niñas de minorías étnicas y niñas con discapacidad. Está empezando a aparecer evidencia de la diversidad de efectos que los cierres escolares causados por la pandemia han tenido en la educación de las niñas y mujeres jóvenes.
En general, las estimaciones del Banco Mundial muestran que, como resultado de los cierres de escuelas en países de ingresos medios y bajos, el porcentaje de niños y niñas con pobreza de aprendizaje (niños que no pueden leer o comprender un texto simple a los 10 años) aumentará considerablemente, potencialmente hasta un 70% del 53% anterior. Si bien algunos estudios no han encontrado que los impactos sobre el aprendizaje y la deserción sean significativamente distintos entre géneros, otros muestran señales de que las niñas podrían estar afrontando obstáculos mayores. Un estudio en Sudáfrica encontró mayores pérdidas de aprendizaje entre las niñas (la pérdida de aprendizaje en el idioma inglés entre los estudiantes de cuarto grado fue 27% más alta en las niñas que en los niños). Datos provenientes de Bangladesh mostraron que una de cada diez niñas entre los 12 y 15 años no volverá a la escuela ahora que reabrieron. En Uganda y Kenia se encontró que las tasas de deserción escolar en los grados 10 y 12 eran más altas entre las niñas.
Además, las niñas que pasan más tiempo en el hogar también fueron afectadas. En un estudio realizado en Nigeria, los padres informaron que desanimaban activamente a sus hijas, pero no a sus hijos, de usar el internet, y que eran menos propensos a ayudar con el aprendizaje de sus hijas a través de la tecnología durante la pandemia. Similarmente, en Etiopía y Bangladesh era más probable que los varones adolescentes recibieran ayuda de sus familias para las tareas escolares que las jóvenes adolescentes. Una encuesta de niñas en Bangladesh encontró que 53% de las niñas señaló que le dedicaba menos tiempo a la educación que antes de la cuarentena del COVID-19, y el 93% reportó que dedicaba más tiempo a los quehaceres del hogar y el cuidado de niños. Encima de todo esto, los impactos también se han sentido profundamente en la salud mental de niños y jóvenes, especialmente entre los más vulnerables. Si bien estos son unos pocos ejemplos y la evidencia sigue apareciendo, el cuadro muestra un mensaje claro: las niñas que ya tenían desventajas en los sistemas educativos y en la sociedad se verán más perjudicadas después de la pandemia del COVID19.
El Banco Mundial y la educación de las niñas
Las declaraciones de Larry Summers hace 30 años siguen vigentes hoy día. El Banco Mundial y su equipo de educación alientan constantemente a los gobiernos socios para que inviertan en las niñas y en la igualdad de género en la educación. Por lo tanto, cada año un porcentaje más alto de nuestro portafolio apoya intervenciones centradas en reducir la brecha de género en la educación para las niñas y mujeres jóvenes. Solo en 2020 y 2021 apoyamos proyectos importantes en Angola, Nigeria y Pakistán, por ejemplo, con un enfoque específico en mejorar los resultados para las niñas.
Con el fin de mitigar los efectos del COVID-19, los equipos de educación del Banco Mundial respondieron rápidamente para trabajar con los gobiernos y contrapartes y cubrir las necesidades actuales, a través de una serie de proyectos que añadieron componentes para abordar temas de deserción y retención escolar que podrían afectar a las niñas de manera desproporcionada. En Chad, un proyecto financiado por el BM incluye una campaña de comunicación enfocada en reducir la deserción escolar debido al COVID-19 y evitar que los efectos de la violencia de género se agudicen en esta época. En Sudán, un proyecto de educación del BM está generando material de aprendizaje especializado para estudiantes desfavorecidos que fueron afectados durante la pandemia, con especial atención en las niñas. En Malawi, el financiamiento adicional para un proyecto incluye subvenciones para que las escuelas proporcionen transferencias monetarias en un esfuerzo de lograr que los niños vuelvan a las aulas, con especial atención en las niñas. Todos nuestros proyectos en Uganda, Etiopía, Benín, Pakistán y Bangladesh tienen componentes que incorporan campañas en apoyo al retorno escolar de las niñas a medida que abran las escuelas.
El Banco Mundial considera que se necesitan enfoques múltiples para garantizar que las niñas asistan a la escuela, prosperen en sus estudios, y que sus familias cuenten con el apoyo necesario para lograrlo. Es probable que la escolaridad y la educación por sí solas no garanticen la igualdad para las mujeres y niñas en el mundo, pero luchar por la igualdad de género en la educación – en todos los niveles – sigue siendo un paso clave para promover los derechos de las mujeres en todo el mundo. En el Día Internacional de la Mujer en 2022, es importante recordar que las inversiones en la educación de las niñas benefician a la sociedad entera a niveles mucho mayores.
Para más información sobre nuestra inversión en la educación de las niñas, puede leer Count Me In: The World Bank Education Global Practice: Improving Education Outcomes for Girls and Women, que resalta nuestro compromiso con la educación de las niñas y destaca cómo los proyectos de la Práctica Global de Educación están creando oportunidades para que las niñas en todo el mundo tengan éxito en su educación y más allá.
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