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Algo que distingue a los países con mejores resultados educativos es el valor que la sociedad le da a la profesión docente. El valor de la profesión docente se refleja en la relación entre el estado, la sociedad y el maestro, el apoyo que se le da a los profesores -incluyendo salarios razonables, la confianza que se tiene en ellos, y el reconocimiento de parte de la sociedad, de los padres y de los mismos docentes de la gran responsabilidad que tienen.
Lamentablemente, en muchos países el valor social de la profesión docente ha caído en las últimas décadas. Según datos del 2015 de PISA, en Japón, Corea y Finlandia, la proporción de jóvenes que desea ser maestro es significativamente mayor a la que desea ser ingeniero. En muchos países, incluyendo la República Dominicana, es exactamente lo contrario. Pero en esta república caribeña se han empezado a hacer algunas cosas para convertir la carrera docente en una carrera retadora y de prestigio.
La República Dominicana ha hecho cosas que parecen obvias, pero ignoradas en muchos países. Definió que se espera de un docente, es decir, las competencias que debe de tener. Luego definió que se debería hacer en las instituciones de formación docente. Incluyendo que los estudiantes de pedagogía pasen más tiempo de su proceso de formación en un aula con estudiantes. Además, hizo más exigente los procesos de admisión a las instituciones de formación docente y a la carrera pública docente. Y ha empezado a pagarles mejor. Es decir, para dar un buen servicio, se deciden los objetivos, se forma bien a esos profesionales, se les selecciona bien y se les paga bien. Una reforma sorprendentemente simple, y al mismo tiempo política, administrativa y financieramente compleja (razón por la que muchos países no la hacen). Veamos el detalle.
Primero, el país definió claramente lo que espera de cada maestro. En 2014, el Ministerio de Educación publicó los Estándares Profesionales y del Desempeño para la Certificación y Desarrollo de la Carrera Docente. Allí se estableció lo que un docente debe saber, como desempeñarse en el aula, y las actitudes y valores que definen a un docente de excelencia. Estos estándares son fundamentales para alimentar, como efectivamente se está haciendo, procesos de selección, formación, inducción y evaluación docente.
Segundo, se aprobó una “Normativa para la formación [inicial] docente de calidad en la República Dominicana”, que describe las competencias esperadas de los docentes en temas de desarrollo personal y profesional, pedagógicos, del conocimiento de los estudiantes, curriculares y de gestión escolar. Aunque esta definición de las competencias pareciera un ejercicio regular de una burocracia, es un hito en la reforma de la formación docente en la República Dominicana, y es además inexistente en muchos de nuestros países. La claridad de lo que deber saber un maestro es un primer paso importantísimo que fija un norte claro que guía lo que deben hacer las instituciones que forman docentes.
Esto llevó a cambios sustanciales en cómo se formaban docentes: en el pasado los estudiantes de educación asistían a la facultad de pedagogía por tres años, tomando clases únicamente una (sí, una) vez a la semana, y muchos de ellos trabajaban y estudiaban al mismo tiempo para cubrir sus gastos. La reforma plantea horas de clases presenciales en la universidad de cuatro días como mínimo y se incorporó la práctica en las escuelas como parte del currículum. Otra vez, está haciendo algo que parece simplemente sentido común: preparar para enseñar requiere entrenamiento en el aula con alguien que ya sepa hacerlo. (A nadie se le confía pilotear un avión solo sin tener horas de vuelo con un instructor; por alguna razón no hacemos lo mismo con los docentes, a pesar de que lo que van a hacer es estar cientos de horas moldeando la vida de niños y niñas). Adicionalmente, los estudiantes que vayan a las universidades que cumplan con las nuevas normativas reciben becas para no tener necesidad de trabajar. Y por otro lado, reconociendo la mayor necesidad de conocimiento técnico en secundaria, se estableció que la formación de los docentes de secundaria sea en las facultades disciplinarias (matemáticas, ciencias, etc.) con un énfasis en pedagogía.
Tercero, se aumentó la selectividad para el ingreso a programas de formación inicial docente. En 2017 se optó por seleccionar mejor a los estudiantes de pedagogía a través de un sistema más estricto de ingreso a las carreras de formación inicial docente. En el país, todos los estudiantes toman la Prueba de Orientación y Medición Académica (POMA) para entrar a cualquier carrera universitaria y entre el 35-40% de los estudiantes la aprueban. Para pedagogía, esta prueba se complementó con una prueba de ingreso que mide lengua española (con énfasis en comprensión lectora) y matemáticas (con énfasis en razonamiento lógico-matemático, aritmética y geometría). Esta última fue aprobada por solo el 16% de aquéllos que aprobaron la POMA.
Cuarto, el sistema contrata a los mejores candidatos docentes para las escuelas públicas. Ahora, el sistema aplica un concurso de oposición (de selección) exigente. En 2015, sólo el 28% de los casi 37 mil candidatos que aplicaron para ser docentes públicos fueron seleccionados. Esto contrasta e con la situación en 2006, donde el 100% de aquellos que aplicaron a ser docentes lo obtuvieron. (ver EDUCA).
Finalmente, el país aumentó el salario de los docentes sustancialmente. Contrario a la precepción sobre los salarios docentes, los salarios docentes dominicanos son ahora competitivos. Los salarios reales de los docentes en general aumentaron 31% entre 2012 y el 2016 mientras el de otras profesiones aumentaron 5% en el periodo. Los salarios de los docentes en las escuelas públicas aumentaron 40%. Este aumento posicionó el salario de los docentes por encima de los salarios de otros profesionales en la economía.
Ser más selectivo, formar mejor y retribuir mejor, parece obvio. Sin embargo, en muchísimos países en los que hay una crisis por los bajos aprendizajes, lo obvio no se hace. Es una reforma centrada en el estudiante, porque se trata de seleccionar, formar y apoyar a los mejores para que estén en las aulas con los niños y niñas. A pesar de las cosas que aún quedan por hacer y mejorar en la implementación, incluyendo la alineación de incentivos durante la carrera docente, las reformas adelantadas por la República Dominicana hasta ahora son pasos gigantescos en la revalorización de la profesión docente, el elemento fundamental para una educación de alta calidad.
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