Hoy se celebra el Día Internacional de la Educación. Es un día para movilizar la ambición política, las acciones y soluciones de política para recuperar las pérdidas de aprendizaje debido a la pandemia, pandemia que agravó aún más la crisis de aprendizaje ya existente.
Hoy, más que nunca, los esfuerzos nacionales y globales para poner eliminar la pobreza de aprendizajes son críticos. Alrededor de dos tercios de los niños en países de ingreso bajo e ingreso medio se encuentran en pobreza de aprendizajes. Es decir, no puede de leer y entender un texto simple a la edad de diez años. Esto es inaceptable y una amenaza para las perspectivas de crecimiento y desarrollo en muchos países. En la mayoría de los países, la educación es un derecho consagrado en las constituciones y es un elemento visible de todas las plataformas políticas. Sin embargo, este derecho se cumple sólo parcialmente. En algunos casos, un servicio educativo de baja calidad genera bajos niveles de aprendizajes, y en otros, la educación básica no es gratuita o la experiencia educativa se ve interrumpida por situaciones de conflicto y violencia.
¿Entendemos el problema ?
El problema no es que no sepamos cómo es una buena escuela y un sistema educativo razonablemente bueno. Abundan los buenos ejemplos. El problema es la falta de voluntad política y de un entendimiento cabal de la magnitud del problema. En un estudio de 2021 de Lee Crawfurd et.al del Centro para el Desarrollo Global se preguntó a funcionarios públicos de 35 países cual era la proporción de niños de 10 años -en sus países- que no podían leer y entender un texto simple. Dijeron que esa cifra debería ser alrededor del 25%. La realidad era mucho más grave: 47%. No había una conciencia de la magnitud del problema. Esto puede explicar por qué a menudo no hay sentido de urgencia o hay una baja priorización de la educación en las decisiones presupuestarias.
SI los formuladores de políticas subestiman la magnitud del desafío, no debería sorprender que los gastos por alumno sean insuficientes para proporcionar una educación decente para todos. Según el Observatorio del Financiamiento de la Educación 2022 del Banco Mundial y la UNESCO, el gasto anual por alumno en educación básica en los países de ingresos medianos altos es de 1.080 dólares, mientras que en los países de bajos ingresos, la cifra es bajísima y llega sólo a 53 dólares. Estas cifras palidecen en comparación con los 7,800 dólares observados en promedio en los países de la OCDE. Los precios difieren entre países, pero incluso ajustando por esas diferencias, es imposible garantizar una educación decente con inversiones tan bajas.
El factor humano
Se necesitan más recursos financieros para contratar y pagar a los docentes, para infraestructura, recursos digitales, material didáctico y desarrollo profesional de los docentes. Pero también hay espacio para mejorar la eficiencia. Por ejemplo, los libros, la infraestructura escolar, las tablets se pueden comprar de manera más eficiente (en países de bajos ingresos, el 30% de de bienes y servicios del presupuesto no se gasta) y de una manera que evite la corrupción. La tecnología puede apoyar la gestión de sistemas y ayudar a que el trabajo de los profesores sea más eficiente y efectivo. Pero lo más importante para mejorar la eficiencia es asegurarse de que las personas que trabajan en las escuelas y en la gestión del sistema sean las mejores y su trabajo sea el mejor posible.
Los gastos de personal en el sistema educativo alcanzan entre el 60% y el 90% de los presupuestos públicos. Así, asegurar el mejor desempeño de estos profesionales es un paso esencial para mejorar la educación y usar los recursos públicos de manera más eficiente en beneficio de los estudiantes. La calidad de los maestros y de los profesionales que trabajan en educación, el factor humano, define la calidad de un sistema educativo. Los maestros deben ser capaces de inspirar a los estudiantes, fomentar su creatividad, enseñarles cómo aprender y desarrollar todo su potencial. No es un trabajo fácil. Por eso la importancia de que los sistemas educativos atraigan a los mejores profesionales a la carrera docente.
Lamentablemente, todavía hay sistemas educativos donde los criterios políticos determinan quién es seleccionado como maestro o director o en que localidad trabaja un maestro. Ahí, no importa cuánto se invierta en libros, tecnología o edificios; las posibilidades de una educación de calidad son muy bajas. Los maestros deben ser seleccionados meritocráticamente, y deben ser apoyados con capacitación práctica y deben ser acompañados en su trabajo en el aula , y contar con planes de clase y herramientas para mejorar su trabajo en el aula. Y maestros que sean líderes y gerentes eficaces deben ser seleccionados como directores. Finalmente, estos profesionales deben estar bien remunerados, ya que en sus manos está el futuro de nuestros hijos.
Elevar la educación como prioridad política
Una educación de alta calidad para todos no es imposible. Pero requiere un compromiso político y financiero, y el compromiso de crear la mejor burocracia posible para gestionar este complejo sistema.
A pesar de las múltiples crisis que estamos viviendo y los desafíos sociales y económicos actuales, la educación debe seguir siendo una prioridad política en todos los países. Los sistemas de educación estaban en crisis, y la pandemia la ha agudizado. Los líderes políticos, las comunidades empresariales, las comunidades educativas y las sociedades en general, deben actuar con rapidez y decisión para recuperar el aprendizaje y reconstruir sistemas que se centren en mejorar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Es una tarea urgente y necesaria de implementar antes de que las pérdidas de aprendizaje de la pandemia dejen una cicatriz permanente en los futuros de los niños y niñas. El momento de actuar es ahora.
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