Han pasado muchos meses desde que las escuelas reabrieron sus puertas al aprendizaje presencial tras los cierres escolares ocasionados por la pandemia de COVID-19. Las escuelas permanecieron cerradas un promedio de 141 días, lo que supuso que unos mil millones de estudiantes estuvieran fuera del aula durante más de un año. A medida que los sistemas educativos reincorporaron a sus alumnos y maestros a las escuelas, se enfrentaron a los catastróficos impactos de los cierres: enormes pérdidas de aprendizaje que afectaron de manera desproporcionada a los alumnos de poblaciones vulnerables y de bajos ingresos, agravando los niveles de desigualdad.
Balance de las medidas adoptadas por los países para hacer frente a las pérdidas de aprendizajes
¿Qué hicieron los países? Algunos sistemas educativos se pusieron manos a la obra. Rastrearon y alcanzaron a los niños para que volvieran a la escuela, aplicaron evaluaciones diagnósticas y pusieron en marcha iniciativas de recuperación del aprendizaje y estrategias de recuperación, muchas de las cuales se convirtieron en inversiones a largo plazo y a gran escala para acelerar el aprendizaje. Pero estos países son ejemplos que se destacan en un panorama más sombrío. Muchos más sistemas han aplicado medidas limitadas o de corta duración, o han vuelto en gran medida a "lo de siempre", una clara indicación de que la magnitud de las pérdidas de aprendizaje y la urgencia de actuar no se han interiorizado en todas partes.
Una próxima publicación del Banco Mundial, Learning Recovery to Acceleration (De la Recuperación a la Aceleración de Aprendizajes)hace balance de las medidas que han adoptado los países desde la reapertura de sus escuelas para recuperarse de las repercusiones de los cierres sobre la educación y acelerar el ritmo del aprendizaje.
El informe concluye que sólo el 18% de una muestra de 60 países de ingreso bajo y mediano bajo contó con una estrategia o plan explícito para recuperar y acelerar el aprendizaje tras la reapertura de escuelas. Sólo en torno a un tercio de los países analizados puso en marcha programas de instrucción focalizada, y alrededor de un cuarto apoyaron el rendimiento de los docentes mediante programas de pedagogía estructurada, dos tipos de programas educativos que figuran entre las tres principales “Grandes Compras” recomendadas por el grupo consultativo global sobre la evidencia educativa (Global Education Evidence Advisory Panel, GEEAP) en su último informe.
Al mismo tiempo, la pandemia empeoró la insuficiencia de financiamiento de la educación. El gasto en educación perdió espacio en los presupuestos nacionales de los países de ingreso bajo y mediano bajo en el año 2021, y en el 2022 se mantuvo por debajo de los niveles de 2019. El gasto absoluto en educación en estos países se contrajo alrededor de un 13.5% tras el inicio de la pandemia. Y lo que se gasta no siempre se gasta de forma eficiente o equitativa.
Con una baja financiación de la educación y una recuperación de aprendizaje inadecuada, no es de extrañar que el aprendizaje no haya mejorado. Los resultados de la prueba educativa Progress in International Reading Literacy Study (PIRLS) 2021 muestran que, entre 2016 y 2021, el rendimiento promedio disminuyó en 31 de los 45 países y territorios (o el 69%) de los que se dispone de datos. Además, evidencia proveniente de Brasil, India, Sudáfrica y Malawi, así como de los países ricos que disponen de datos de justo antes y después del choque de la pandemia, revelan pérdidas sustanciales.
Afortunadamente, sabemos lo que hay que hacer para mejorar el aprendizaje. Learning Recovery to Acceleration analiza qué medidas han adoptado algunos países para hacer frente a las repercusiones de la pandemia en la educación, y cómo las están aplicando, siguiendo el Marco RÁPIDo para la Recuperación y Aceleración de Aprendizajes.
Lecciones de los esfuerzos de recuperación y aceleración de aprendizajes
Los países que están aplicando respuestas prometedoras a escala tienen tres aspectos en común:
- En primer lugar, han reconocido la magnitud del problema y han prestado su compromiso político y financiero a la implementación de respuestas de largo plazo. Unos pocos países han utilizado los datos de aprendizaje para crear un reconocimiento social del problema y estimular la acción; han trabajado en consulta con diversos actores para elaborar planes plurianuales; y han dedicado recursos financieros adicionales a la educación. En Rumanía, el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, de carácter multisectorial, ha dado prioridad al sector de la educación—que representa el 12.4% de la financiación del plan—y ha propuesto 18 ambiciosas inversiones para reducir el abandono escolar, modernizar y digitalizar las aulas, introducir medidas de recuperación, etc., con financiación hasta el 2026. En Western Cape, Sudáfrica, un aumento sustancial del presupuesto destinado al sector educativo está financiando la formación del profesorado en la ciencia de la lectura, tutorías adicionales para los alumnos y clases adicionales.
- En segundo lugar, desarrollaron la capacidad técnica y de implementación en todos los niveles del sistema, principalmente mediante la mejora de las competencias y la resiliencia de los docentes. En Colombia, el programa de pedagogía estructurada Programa Todos a Aprender está ayudando a mejorar las prácticas pedagógicas de miles de profesores en matemáticas y lectoescritura, y se ha reforzado recientemente como una intervención de recuperación del aprendizaje. Una asociación con el nuevo programa de evaluación formativa de Colombia ayudó a impartir formación específica sobre evaluación a formadores pedagógicos, tutores de docentes y profesores, para utilizar mejor los datos de aprendizaje para orientar la instrucción.
- Por último, alinearon el ecosistema educativo hacia la recuperación del aprendizaje, convocando a los actores en torno a una agenda compartida y garantizando la coherencia y la complementariedad entre los diferentes programas y estrategias. En la India, la iniciativa nacional de lectura Nipun Bharat establecida en el 2021, establece un objetivo nacional de alfabetización para el 2025 con el fin de orientar a todos los actores subnacionales. Un plan de cinco niveles en el que participan escuelas, bloques, distritos, estados y el gobierno federal esboza las responsabilidades a todos los niveles y pide a los estados que creen planes de acción plurianuales contextualizados y alineados con las metas nacionales.
El objetivo de mejorar drásticamente el aprendizaje de los alumnos es alcanzable. Y todo empieza con un compromiso: dar prioridad a la educación entre un mar de otras prioridades, gastar más y mejor, destinar los recursos a los más vulnerables e invertir en la creación de capacidades en todos los niveles. Vemos que esto está ocurriendo en varios países. Pero en muchos otros, sigue siendo "lo de siempre". Esto debe cambiar.
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