La urgencia y la oportunidad de retornar al aprendizaje

Un niño en sus clases virtuales. Un niño en sus clases virtuales.

La educación es una experiencia social. La educación es comprensión lectora y razonamiento matemático. Pero es principalmente aprender a ser un buen ciudadano, a tener empatía, autocontrol, solidaridad, a preocuparse por el bien común. Este aprendizaje se da en la escuela, donde se da la interacción entre maestro y estudiante. Y es en la escuela en donde millones de niños tienen acceso a nutrición y a un espacio protegido, en particular para las niñas.  

Por eso el inédito y monumental shock de la pandemia cambió tanto el proceso de enseñanza aprendizaje. Es una experiencia de vida que habitará por siempre en el recuerdo de maestros y estudiantes.  Pero esa experiencia ha sido extremadamente variada.  Muchos maestros se convirtieron más rápido de lo que ellos hubieran esperado en expertos en tecnología para conectarse con sus alumnos y crear rutinas alternativas usando plataformas digitales. Si sus estudiantes tenían acceso a internet, y un espacio para trabajar en casa, pudieron compensar parcialmente la falta de clases presenciales. Otros maestros, cuyos alumnos sólo contaban con acceso a un smartphone tuvieron mayores dificultades. Esos estudiantes podían ver programación educativa en la televisión, pero con varios hermanos en una casa pequeña y poco espacio para concentrarse, no podían aprender. Y muchos otros estudiantes se desengancharon completamente del proceso educativo.

En muchos países de ingreso medio, principalmente en el hemisferio sur, esta experiencia, tan heterogénea, y muy dependiente de las condiciones en el hogar ha sido además muy larga.  La mayor parte de América Latina, en India o en Filipinas las clases se han interrumpido 8 o 9 meses.  No sorprenden la estimaciones de UNICEF y del Banco Mundial  que muestran que 10 millones de estudiantes pueden que no regrese a las aulas, y 24 millones si contamos también le nivel terciario. Ya sabíamos que muchos chicos en la escuela no estaban aprendiendo lo suficiente. Ya teníamos una urgencia. Ya teníamos una crisis.  Ahora la urgencia es mucho mayor. La crisis más profunda. Hay una pérdida de aprendizajes, que además es inmensamente desigual. 

El año escolar durante 2021 no va a ser un año normal en ninguna parte del mundo.  Pero tiene que ser un año distinto al 2020.  Tiene que se ser un año de recuperación acelerada. Lamentablemente vivimos una situación de mucha incertidumbre en términos de la evolución de las características del virus y de la velocidad a la cual se llegará a una vacunación masiva. Es imposible esperar entonces a que se elimine el riesgo sanitario para retomar el aprendizaje de todos.   No existe un regreso a la rutina escolar que conocíamos certero en el corto o mediano plazo. Por eso, la pregunta no es sólo cuando regresar a clases, sino cómo regresar al aprendizaje.
En el 2021, cada país va a tomar decisiones poniendo en la balanza el riesgo sanitario -que varía espacial y temporalmente- con la necesidad de minimizar las inmensas pérdidas de aprendizajes.

La discusión debe centrarse en el retorno a los aprendizajes, hoy.  En algunos momentos las condiciones sanitarias durante esta pandemia van a obligar a un confinamiento casi completo, y el aprendizaje remoto -fortaleciendo las plataformas via internet, TV, radio, redes sociales y distribución de materiales-  seguirá siendo esencial.  Pero apenas existan posibilidades de apertura, las escuelas deben de ser una prioridad en esta pandemia, quizás sólo después de los establecimientos de salud y de distribución de alimentos. Lo más factible será una combinación pragmática de aprendizaje híbrido, combinando una presencialidad parcial (asistiendo algunas días a la semana, con jornadas reducidas, con mayor distanciamiento, con protocolos de seguridad, evitando la presencia física de maestros de mayor edad, etc.)  con aprendizaje remoto a través de todas plataformas imaginables. Algún nivel de interacción, aunque voluntario, puede tener un impacto muy importante ya que el aprendizaje remoto puede ser más efectivo si ya existe un vincule entre maestro y alumno.

Y las comunidades educativas debe estar preparadas para cerrar, cerrar parcialmente y luego reabrir de acuerdo a la prevalencia de la transmisión del coronavirus, como ya se está experimentando en muchos países que han pasado por una segunda ola del virus.  Administrar esta flexibilidad requerirá de mucha madurez social y de trabajo conjunto entre las escuelas, los padres y las autoridades educativas. 

El manejo de la escuela requiere hoy una gestión muy fina y compleja.  Aquí hay 10 áreas en las que se deben de tomar decisiones de manera integral o en las que se deberá de invertir de manera extraordinaria:

•    Facilitar herramientas para medir los aprendizajes de los estudiantes, de modo que el maestro y el director sepan cuál es el nivel en el que esta cada estudiante. 
•    Invertir en la infraestructura de agua y saneamiento, equipamiento y protocolos de protección sanitaria. 
•    Adoptar un currículo flexible que priorice los aprendizajes fundamentales y socioemocionales 
•    Flexibilizar el año y la jornada escolares, en el tiempo y regionalmente. 
•    Apoyar integralmente al maestro: en habilidades digitales, en enseñanza remota e híbrida, en su salud mental y en su bienestar en general.  
•    Implementar modelos agresivos de educación remedial, tutoría u horas adicionales, 
•    Mejorar las condiciones de aprendizaje en el hogar, distribuyendo material de lectura, dispositivos electrónicos, negociando precio-cero para conexión a internet a sitios educativos. 
•    Fortalecer modelos híbridos de educación remota (Radio, TV, internet) complementados con interacción con los maestros y clases presenciales en la medida que las condiciones sanitarias lo permitan. 
•    Montar campañas agresivas para mantener la conexión del estudiante con la escuela y eliminar la deserción escolar.
•    Establecer mecanismo que de apoyo a los padres de familia en su rol de soporte del proceso de aprendizaje de sus hijos.

Muchos de estas urgentes inversiones son además indispensables para construir una educación más equitativa y eficiente. Antes de la pandemia ya vivíamos una grave crisis de aprendizajes. Los sistemas educativos estaban mejorando muy lentamente y esa no es la trayectoria a la cual podemos regresar.  Es el momento de un punto de inflexión, esta fenomenal crisis es una oportunidad para centrar el trabajo de la escuela en el aprendizaje integral del estudiante.  Para cerrar la brecha digital. Para reformar el entrenamiento de los maestros. Para usar la tecnología en hacer más efectiva la interacción entre maestro y alumno.  Para que los padres sean protagonistas de la educación y del futuro de sus hijos. Para mejorar las condiciones de aprendizaje en el hogar, en particular de los hogares mas vulnerables.  

Educar a un niño es reto pedagógico fenomenal. Y hoy aún más complejo.  Pero hoy, en el Día Internacional de la Educación debemos de recordar que es un derecho humano. Y hay que trabajar en estos dos retos inmensos. Primero, regresar al aprendizaje y, apenas se pueda, ycon urgencia, a la escuela. Porque cada día que se pierde, es un día muy difícil de recuperar -y ya se perdió mucho. Y segundo, usar la ventana de oportunidad que nos da esta crisis para construir, en todos los países, un sistema educativo más efectivo y más justo.   
 


Autores

Jaime Saavedra

Director de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del Banco Mundial

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