Después de esta pandemia, la escuela será diferente. En gran medida esto se debe a que muchos actores - padres, maestros, medios de comunicación, el gobierno y otros - habrán cambiado sus puntos de vista y percepciones sobre su propio papel en el proceso educativo. Este cambio de mentalidad será fundamental para el futuro del sistema educativo.
Los padres comprenden ahora mejor la necesidad de trabajar juntamente con las escuelas para apoyar la educación de sus hijos. Ahora saben que pueden ser, y de hecho son, una figura central en su proceso educativo. Y muchos padres que ahora tienen dificultades para apoyar a sus hijos en su proceso de aprendizaje en el hogar, comprenden mejor cuán exigente y desafiante es el trabajo del maestro. Los padres apreciarán mucho más a los maestros y lo que hacen. Y los padres ahora reconocen claramente que la educación es una experiencia social - mucha de la magia del aprendizaje, del desarrollo de ideas y de la creatividad, proviene de la interacción social con los profesores y los compañeros. Si alguien alguna vez pensó que los maestros podían ser reemplazados por la inteligencia artificial, ahora está claro que no es así.
Los maestros ahora entienden mejor la importancia de las tecnologías digitales, y que las habilidades digitales son esenciales. Sin estas habilidades y herramientas, será muy difícil proporcionar educación remedial, enseñar a cada estudiante al nivel que necesita, y abordar las diferentes necesidades de los diferentes estudiantes. Y los ministerios de educación se dan cuenta ahora de que sin la tecnología será muy difícil proporcionar a todos los maestros, a escala, las oportunidades de desarrollo profesional que necesitan urgentemente.
Los medios de comunicación ahora comprenden mejor el papel crítico que la televisión y la radio siguen desempeñando en la vida de las personas y en el proceso educativo. Tienen una enorme responsabilidad en la formación del carácter, en la provisión de habilidades socioemocionales, en la provisión de conocimientos y, por lo tanto, tienen un papel desproporcionadamente crítico en el proceso educativo de los niños y jóvenes de un país.
Pero una lección fundamental de esta pandemia para el gobierno y las sociedades es que tenemos una comprensión aún mayor de las inmensas brechas de equidad. Se han hecho más evidentes, y la necesidad urgente de actuar sobre ellas es aún más clara.
Hay varios frentes en los que las sociedades deben actuar urgentemente para reducir estas brechas.
Un aspecto de la brecha de la equidad ya se puso de manifiesto en los debates sobre políticas. Antes de la pandemia, la escuela todavía no llegaba a ser el un factor de igualdad que permitiera a todos tener las mismas oportunidades en la vida. En todos los países, la calidad del aprendizaje dependía en gran medida de los antecedentes socioeconómicos. Ha habido algunos progresos, pero están lejos de ser suficientes. Los países que tuvieron éxito fueron aquellos que, al tiempo que garantizaban la calidad, también se aseguraban de que no hubiera segregación de los estudiantes. En esos países, la calidad de la educación que se recibe en la escuela es independiente de los ingresos o la riqueza de la familia, la raza, el género o el lugar de nacimiento.
Sin embargo, con la pandemia quedó claro que en muchos países de ingresos bajos y medios (e incluso en varios países de ingresos altos), las diferencias en la calidad de la escuela eran enormes y estaban muy correlacionadas con los ingresos, la riqueza y otras variables. Muchas escuelas, en particular de las zonas más pobres, estaban mal preparadas para adaptarse a la nueva situación. Algunas (pocas) escuelas podían impartir clases en línea, sus profesores podían -generalmente con mucho esfuerzo- pasar a modalidades en línea, proporcionar material para utilizar en casa y seguir interactuando con los estudiantes, supervisando los progresos y proporcionando retroalimentación. Pero muchas no podían. 130 países han puesto en práctica estrategias de aprendizaje a distancia multiplataforma, utilizando Internet, la televisión, la radio y las redes sociales para tratar de llegar al mayor número posible de niños, pero la eficacia de estas estrategias de mitigación es muy variada.
Un segundo aspecto de la brecha de la equidad es que existe una enorme brecha digital: tanto las diferencias en el acceso al hardware, la conectividad y el software adecuado, como el enorme déficit de maestros con las habilidades digitales. Sabíamos que había una brecha digital... ahora esto fue una bofetada en la cara - no haber actuado sobre esta brecha impide que la tecnología sea el gran igualador que potencialmente puede ser.
La brecha digital tiene varios aspectos. Uno es que el acceso a Internet en casa o en la escuela es todavía muy limitado. Mucho más limitado de lo que pensábamos. En los países de bajos ingresos, sólo el 10% de los niños tienen internet en casa, y sólo el 20% de las escuelas están conectadas. Y en muchos casos, esa conectividad es de mala calidad y es cara. En América Latina, sólo el 50% de los estudiantes tienen un dispositivo en casa. Incluso en los países de ingresos altos, muchos niños no tienen acceso a un dispositivo, o éste tiene que ser compartido entre varios miembros de la familia. Pero la división no se detiene en la conectividad o el hardware. Lamentablemente, a veces las inversiones en hardware, aún siendo útiles, no tienen ningún impacto si no hay una capacidad del sistema para integrar adecuadamente las herramientas digitales con el currículo.
La brecha digital también se manifiesta en la falta de conocimientos de muchos profesores. Algunas escuelas o algunos sistemas se habrán expuesto repentinamente a la tecnología, algunos con éxito, otros menos. Google Classroom, Zoom o Teams estarán adisponibles para muchas más escuelas que antes. Pero muchos profesores no estaban o no están preparados, por lo que los esfuerzos necesarios para poner al día a todos los profesores, en todos los países, son gigantescos y urgentes.
Cerrar la brecha digital requiere un cambio integral. No se trata de hardware y software. La tecnología nunca reemplazará al profesor, pero puede aumentar la efectividad del profesor. Y hay cosas que la tecnología no puede hacer. Unos niños tiene un período de atención corto, otros requieren motivación, etc. - La necesidad de invertir en las habilidades digitales de los profesores implica encontrar el equilibrio adecuado entre la tecnología y el factor humano.
Hay una tercera fuente de desigualdad que esta pandemia ha puesto de manifiesto: es que la educación no se da sólo en la escuela, sino también en el hogar. No todos los niños tienen un hogar estable, con padres educados o, más importante, motivados. No todos los niños tienen conectividad o una computadora, o un dispositivo para su propio uso en casa. No todos los niños tienen libros en casa o un espacio para trabajar. Esta es otra área donde las oportunidades deben ser igualadas.
Hace unos meses, ya decíamos que el el mundo está viviendo una crisis de aprendizaje. La línea de base es ahora mucho más desafiante, y las desigualdades se han expandido dramáticamente. Las estrategias de aprendizaje de los próximos meses, en los que los sistemas educativos están avanzando hacia una nueva normalidad, deberían ofrecer a los niños no sólo una experiencia de escolarización más equitativa, sino también una oportunidad de educación más holística y resiliente . En la escuela, veremos una mezcla de aprendizaje en persona y a distancia. En tanto el proceso educativo continúa en el hogar, será necesario hacer un esfuerzo para proporcionar Internet y dispositivos a los niños pobres. Los niños deben tener libros y material de lectura en casa. Y los padres deben ser apoyados activamente para poder ser protagonistas de la educación de sus hijos.
La educación requiere tecnología que potencia el papel del maestro; la educación requiere la colaboración entre maestros, padres y la comunidad; y la educación requiere asegurarse de que cada niño reciba el apoyo que necesita. Esto no será fácil, y requiere una enorme adaptación por parte de todos los actores. Pero las cosas buenas nunca son fáciles.
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