La rápida evolución del brote de coronavirus ha puesto el foco en la necesidad de que los países cuenten con sistemas de salud preparados para enfrentar las pandemias. Si bien en estos momentos lo más importante es la adopción de medidas urgentes para enfrentar, prevenir y reducir el contagio y la pérdida de vidas, los gobiernos deben pensar a largo plazo en inversiones que apoyen el fortalecimiento de los sistemas de salud para hacerlos más sólidos y resilientes. Esto tiene sentido ya que una población saludable reduce los costos de salud, es más productiva y contribuye al crecimiento económico de los países.
La mejor forma de lograr una transformación en la salud y asegurar el bienestar de los individuos y las sociedades es a través de la cobertura universal de la salud (CUS), la cual busca que todas las personas tengan acceso a los servicios de salud básicos de calidad que necesiten sin padecer dificultades financieras. Este tipo de cobertura garantiza una buena salud de nuestros niños, lo que les ayuda a lograr buenos resultados en la escuela, y de los adultos, que les permite ser productivos en el trabajo y evita que las familias, especialmente las más vulnerables, tengan gastos considerables. Financiar la CUS tiene beneficios importante para los países como:
- Fortalecimiento del capital humano. Los servicios de promoción de la salud, prevención y tratamiento sientan las bases para un mejor desempeño educativo en los niños, incrementa su potencial de ingresos futuros, y aumenta la productividad de los trabajadores.
- Aumento de las habilidades y los empleos. La naturaleza cambiante del trabajo requiere habilidades como la capacidad para resolver problemas complejos, el trabajo en equipo, la innovación y la autosuficiencia. La salud es necesaria para crear y mantener estas habilidades y para aumentar la capacidad de los países para innovar, generar empleos y crecimiento.
- Reducción de la pobreza y la desigualdad. La protección financiera permite que las personas enfermas y pobres protejan, mantengan y mejoren su salud, aumenten sus ingresos y reduzcan la desigualdad.
Invertir más y mejor en salud
En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe se ha aumentado la proporción de la población que tiene acceso a programas de salud de bajo costo y se han ampliado los servicios preventivos, curativos y especializados. No obstante, se enfrentan al envejecimiento de su población y al crecimiento de las enfermedades no transmisibles, como el cáncer, la diabetes y los trastornos mentales, que incrementarán la carga al sector salud, restringiendo los recursos públicos disponibles lo que podría requerir pagos directos de los pacientes y sus familias.
Esto tendría un impacto catastrófico: cada año, los pagos directos en cuentas médicas sumen en la pobreza extrema a 100 millones de personas.
Los servicios de la CUS deben otorgar a los pacientes la atención apropiada, en el momento adecuado, respondiendo a sus necesidades y preferencias, y minimizando los daños. Los países deben asegurar que la atención de calidad sea equitativa en todas las poblaciones, esté coordinada para dar atención continua durante todo el ciclo de vida y, además, que se evite el desperdicio de recursos. De esta forma se establece una cultura de prevención y atención temprana de padecimientos. Sin embargo, en muchos países los servicios son deficientes, de baja calidad e inseguros lo que impide que haya una atención preventiva y continua de la salud.
Existen varias acciones que se pueden realizar para implementar una estrategia de CUS que cumpla con los objetivos de atención, entre ellas destacan:
- Más dinero para salud y más salud por el mismo dinero. Financiar la CUS de manera eficiente y equitativa es importante para prevenir y tratar enfermedades antes de que se agraven para así salvar vidas y reducir los costos de la atención médica a largo plazo. A nivel mundial, el costo de los servicios de salud esenciales se calcula en USD 90 por persona al año. En 2015, 71 países invirtieron menos de esta cantidad y 41 naciones, con una población total de 2,600 millones, destinaron menos de USD 25 por persona. Pero no solo se necesita invertir más, sino mejor, asegurando que el dinero se use para lograr resultados positivos en la atención. En los países en desarrollo, entre el 20 % y el 40 % del gasto en salud se desperdicia o se usa de manera ineficiente.
- Proteger a todas las personas de las pandemias. Como lo hemos visto con el coronavirus, las epidemias se expanden rápidamente y pueden infectar a cualquier persona. Sin embargo, es en aquellos lugares donde no hay acceso a servicios de salud o son deficientes, en los que los brotes aumentan sin control. Según estimaciones recientes, la mayoría de los países deberían destinar USD 1.69 por persona al año para alcanzar un nivel aceptable de preparación para epidemias. En la mayor parte de los países, esta cifra representa menos del 2 % de su gasto en atención de salud.
- Innovar. Transformar los sistemas de salud para adaptarse a las necesidades cambiantes de la población y hacer uso de la innovación tecnológica son clave para ofrecer nuevas formas de expandir los servicios de atención médica de alta calidad con mayor rapidez y a un menor costo.
- Trabajar en comunidad. Los sistemas de salud deben centrarse en dar una buena atención a los usuarios y que su experiencia sea satisfactoria para garantizar la confianza en el sistema. Además, las personas deben conocer sus derechos en el ámbito de la salud, participar en el diseño de una atención médica que responda a sus necesidades, e involucrarse en el monitoreo de los servicios para que puedan exigir cambios cuando no se entrega lo que se promete. Por su parte, los trabajadores de la salud deben ver a sus pacientes como socios para brindarles una atención de alta calidad, sin miedo ni intimidación para ofrecer mejores resultados.
- Calidad, ante todo. La calidad es fundamental para el éxito de la CUS. En todos los países existen casos de diagnósticos imprecisos y tratamientos innecesarios, así como instalaciones inseguras y prestadores de servicio con poca capacitación y experiencia. Prevenir estas deficiencias a través de servicios de calidad resultará en sociedades más saludables, un mejor capital humano y economías más fuertes.
Acelerar los avances hacia la CUS es fundamental para lograr los objetivos de eliminar la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. Las inversiones que los países hagan hoy serán centrales para asegurar su crecimiento futuro, pues una fuerza laboral más saludable será más competitiva. El costo de no hacerlo será enorme. La calidad de la atención es el elemento más importante para la CUS y debe estar presente en políticas, procesos e instituciones. Por lo tanto, contar una CUS de calidad no es solo una inversión en una mejor salud, es un compromiso para construir una sociedad y un mundo más saludable.
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