Dieynaba Nioula Kane recuerda claramente cuando se vio obligada a pedir dinero, por primera vez en su vida, a amigos y familiares. Tuvo que hacerlo porque estaba desesperada después del nacimiento de su quinto hijo, un pequeño que sufre una condición potencialmente mortal que necesitaba recibir tratamiento especializado en la capital de Senegal. Se vio obligada a dejar su trabajo como profesora de francés y reubicarse apresuradamente en Dakar, donde pudo encontrar los servicios de salud que su hijo requería.
Pero los gastos se empezaron a acumular de manera muy rápida. Estos incluyeron cuentas del hospital, una traqueotomía, medicamentos, vendajes, pagos a las enfermeras y los doctores, además del costo de la alimentación y del transporte hacia y desde el hospital. La situación económica de su familia se deterioró tras dejar su empleo remunerado durante un período de cuatro años para enfocarse en la salud de su hijo. Su familia tardó varios años en recuperarse.
Los sistemas sanitarios del país, que se basan en los principios de la cobertura sanitaria universal, garantizan que todas las personas tengan acceso a los servicios de salud básicos de calidad que necesiten sin padecer dificultades financieras. Permiten a los niños tener buena salud para lograr buenos resultados en la escuela y a los adultos para ser productivos en el trabajo. Además, evitan que las familias deban incurrir en gastos catastróficos.
Financiar la cobertura sanitaria universal de manera eficiente y equitativa es importante para asegurar el crecimiento inclusivo —particularmente dado que el sector de salud representa el 11 % del PIB mundial . Japón, país que preside actualmente el Grupo de los Veinte (G-20), considera que la adopción en 1961 de un sistema basado en la cobertura sanitaria universal contribuyó a impulsar décadas de progreso social y económico.
Este fin de semana, durante la Cumbre del G-20 en Osaka, (i) el Grupo Banco Mundial publicará un nuevo informe, en que se explica que las personas en los países en desarrollo, así como Dieynaba, destinan medio billón de dólares al año a gastos directos en salud. Esta carga recae en mayor medida sobre los pobres que gastan una gran parte de sus exiguos presupuestos para enfrentar crisis de salud porque no están cubiertos por un sistema sanitario universal como el sistema nacional de salud del Reino Unido.
Para los individuos que viven sin este tipo de protección, el impacto es catastrófico: cada año, los pagos directos en cuentas médicas sumen en la pobreza extrema a 100 millones de personas como Dieynaba.
En el caso de las sociedades y las economías, los grandes avances en materia de salud en las últimas décadas se encuentran en riesgo. El crecimiento económico se ha frenado debido a la menor productividad de la fuerza laboral. Y todos estamos más expuestos a brotes de pandemias que se pueden propagar rápidamente en un mundo interconectado.
En parte se debe a que los países en desarrollo no destinan suficientes recursos a la salud. Para 2030, estimamos que en los 54 países más pobres del mundo se observará una diferencia de USD 176 000 millones anuales entre el financiamiento que necesitan para brindar servicios de salud asequibles y decentes y el financiamiento del que dispondrán. Sin embargo, desafortunadamente, el problema es más profundo que la falta de dinero. En los países en desarrollo, entre el 20 % y el 40 % del gasto en salud se desperdicia o se usa de manera ineficiente , y los países de ingreso bajo están empezando a enfrentar desafíos como el envejecimiento de la población y un aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles.
En conjunto, estos factores impulsarán una espiral ascendente de los gastos médicos que afectarán aún más a los pobres y generarán una situación desastrosa de posibles retrocesos económicos y sanitarios en las próximas décadas. Es de interés de todo el mundo protegerse contra los riesgos económicos, y debemos agradecer al Gobierno de Japón por poner esto en la agenda del G-20.
Las soluciones comienzan con decisiones presupuestarias tomadas por los propios países. Los ministerios de Finanzas bien informados verán a las inversiones en sus ciudadanos como un aspecto central para su futuro crecimiento y prosperidad en una economía que valorará cada vez más a los trabajadores con competencias cognitivas de orden superior. En otras palabras, una fuerza laboral más saludable será una fuerza laboral más competitiva.
El Banco Mundial ha colaborado con los países a través de su Proyecto de Capital Humano para aumentar dichas inversiones, incluida la salud, que llega a un porcentaje tan bajo de 3 % en los presupuestos de algunos países.
Cuando se trata de mejorar las maneras de gastar los presupuestos, existen estrategias de eficacia probada que generan el mayor rendimiento. Por ejemplo, es probable que los servicios de atención primaria mejorados y la salud comunitaria lleguen a una mayor cantidad de personas vulnerables en lugares remotos. De modo similar, gravar el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas aumenta los ingresos y mejora la salud general en toda la población.
Otra parte importante de la ecuación es la asistencia internacional. El compromiso inicial del Reino Unido con la asistencia internacional y la labor mediante esfuerzos innovadores conjuntos han sido fundamentales para numerosos avances en salud en los países en desarrollo en el último tiempo, como mejores programas de inmunización, tratamientos para el VIH/sida y programas de salud materna e infantil y de nutrición. Y las inversiones en sistemas sanitarios eficaces a nivel nacional tienen un retorno positivo para los donantes en esfuerzos como limitar la propagación de enfermedades infecciosas.
Sin embargo, incluso en el escenario más optimista, aumentar las inversiones en salud de los países y los donantes cubriría solo la mitad del déficit de financiamiento que se proyecta para 2030 en los países en desarrollo. Se necesitan nuevos enfoques para beneficiar a personas como Dieynaba y evitar que caigan en la pobreza debido a los gastos en salud.
Por ejemplo, utilizar anualmente una fracción del pernicioso medio billón de dólares que las personas gastan de su propio bolsillo para pagar atención médica representa oportunidades de inversión en zonas y países de frontera para el financiamiento prepagado y mancomunado. Esto sería un buen primer paso para proteger la salud de la gente, y los presupuestos de sus familias, e impulsar una mejor salud y el crecimiento inclusivo.
Este blog se publicó originalmente en LinkedIn. (i)
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