Muchas más mujeres optan hoy por ser ingenieras, médicas, atletas profesionales, artistas, madres. Pero las brechas de género están lejos de cerrarse. Las mujeres forman parte, junto con las niñas, de grupos vulnerables que se enfrentan a impactos diferenciados de las crisis y el cambio climático. Si bien la región de América Latina y el Caribe (ALC) ha progresado en términos de reducción de las brechas de género, crisis recientes como la pandemia de la COVID-19 y la inflación creciente han afectado desproporcionadamente a las mujeres y las jóvenes.
Las nuevas fichas de puntuación de género 2023 del Banco Mundial reflejan los desafíos y avances en nueve áreas prioritarias y señalan las brechas de género que requieren atención inmediata en treinta países de ALC. La herramienta se basa en datos de los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial para generar un análisis comparativo de los indicadores clave. Por encima de todo, aporta ejemplos de soluciones basadas en evidencia para reducirlas y ofrece recursos específicos sobre género y pobreza.
¿Qué sabemos sobre las brechas de género en América Latina y el Caribe?
Si bien los datos sobre género siguen siendo escasos en algunas áreas clave (matrícula en STEM, violencia de género, acceso a los activos, y uso del tiempo), la información brindada por las fichas de puntuación de género de este año apuntan a la persistencia de las desigualdades de género en términos de: participación de la mujer y las jóvenes en disciplinas STEM (acrónimo en inglés que se refiere a ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas e informática), transición de las mujeres de la escuela al trabajo, embarazo adolescente, violencia de género, calidad del empleo, emprendimientos femeninos y acceso a activos productivos, y tiempo dedicado a trabajos no remunerados en el hogar. Llama la atención, una preocupante y creciente tendencia al abandono escolar entre los jóvenes varones de varios países.
- En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe solo hay una mujer por cada tres egresados de alguna disciplina STEM . Las fichas de puntuación también muestran que las mujeres jóvenes tienen más probabilidades que los hombres jóvenes de no estar trabajando, estudiando o capacitándose; las mayores desigualdades —de hasta 36 puntos porcentuales— se observan en América Central. Asimismo, también está teniendo lugar una brecha de género “invertida” en términos de matriculación y finalización de los niveles secundario y terciario en la región: en veinte países, los varones tienen menos probabilidades que las mujeres de finalizar el nivel secundario inferior, observándose la mayor diferencia —12 puntos porcentuales— entre los países caribeños.
La proporción de mujeres graduadas en disciplinas STEM es baja en los países de ALC
Porcentaje de mujeres egresadas de programas STEM de la educación terciaria, 2016-2018
- El embarazo adolescente y la violencia contra las mujeres y las niñas siguen siendo áreas donde América latina y el Caribe debe dar la voz de alarma . En promedio, la tasa de embarazo adolescente regional es de 54,8 nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años de edad, colocando a la región en el segundo puesto a nivel mundial, apenas por detrás de África subsahariana. La violencia de género en los países de ALC puede llegar a ser tan alta como que una de cada cuatro mujeres haya experimentado violencia física o sexual por parte de una pareja íntima en los últimos doce meses. Desafortunadamente, la escasez de datos sobre esta situación (solo ocho países cuentan con estadísticas comparativas), limita la capacidad de monitorear y abordar de forma adecuada este fenómeno.
- En promedio, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de tener un empleo vulnerable en América Latina y el Caribe (por su cuenta y como apoyo no remunerado a familiares) —excepto en algunos países del Caribe—, que es menos productivo y peor remunerado. Tienen menos probabilidades de poseer una cuenta financiera o un negocio. Comparadas con los hombres, las mujeres en los países de ALC tienen hasta 17 puntos porcentuales más de probabilidades de tener un empleo vulnerable y hasta 20 puntos porcentuales menos de probabilidades de poseer una cuenta bancaria. Un análisis complementario del Laboratorio de Innovación de Género para América Latina y el Caribe (LACGIL, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial demostró que la pandemia impactó negativamente estas tendencias. Muchos puestos de trabajo nuevos creados luego de la COVID-19, especialmente entre las mujeres, son informales.
- Los hombres en América Latina y el Caribe dedican solo el 3% de su día a tareas o cuidados domésticos sin remunerar, mientras que las mujeres dedican entre el 15 y el 30% de su día a estas actividades . Esto confirma la persistencia de una brecha en torno a la división del tiempo en el trabajo doméstico no remunerado que la pandemia amplió aún más. Una vez más, la escasez de datos en torno a esta temática (solo nueve países cuentan con estadísticas comparativas) supone un desafío adicional a la hora de cuantificar esta brecha.
El cambio es posible y puede promoverse mediante intervenciones deliberadas, como muestran varios estudios recientes del LACGIL. El apoyo a emprendimientos pertenecientes a mujeres, por ejemplo, puede impulsar las ventas y ser muy rentable. En México, la modernización del valor de marca mediante servicios de consultoría de bajo costo tuvo un retorno sobre inversión de entre 200% y 800%, mientras que un complemento de habilidades blandas a la capacitación empresarial estándar tuvo un retorno de inversión de alrededor de 380%.
Asimismo, se puede mejorar la tasa de éxito de la transición de la escuela al trabajo de las mujeres jóvenes. Un programa de estudio y trabajo en Uruguay permitió a las mujeres jóvenes eliminar la brecha de género en los ingresos. Al cabo de dos años, sus ingresos igualaban los de los hombres jóvenes que no participaron del programa.
Muchos países de América Latina y el Caribe han tomado medidas para abordar las desigualdades de género, aunque aún se debe trabajar más en este sentido. Para asegurar un cambio real, la puesta en marcha de reformas basadas en evidencia puede facilitar enormemente la inclusión productiva y social de las mujeres; asimismo, las nuevas fichas de puntuación de género del Banco Mundial pueden representar un insumo crucial para orientar las políticas en este sentido.
La Coordinación Regional de Género para ALC, parte de la Práctica Global de Pobreza y Equidad, trabaja para fortalecer la integración de la dimensión de género en los análisis, operaciones y actividades en el país con el fin de promover la igualdad de género en la región. Esta dirige y supervisa la implementación del Plan de Acción de Género del GBM.
El LACGIL, parte de la Práctica Global de Pobreza y Equidad, trabaja en conjunto con las unidades del Banco Mundial, agencias de ayuda y donantes, gobiernos, organizaciones no gubernamentales, empresas del sector privado e investigadores académicos. Este trabajo fue financiado en parte por el Mecanismo Coordinador para la Igualdad de Género (MCIG), un fondo fiduciario de múltiples donantes administrado por el Banco Mundial para promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer a través de la experimentación y la creación de conocimiento para ayudar a los gobiernos y al sector privado a enfocar las políticas y los programas en soluciones escalables con resultados sostenibles. El MCIG es respaldado por las generosas contribuciones de Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Irlanda, Islandia, Letonia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Suecia, Suiza, la Fundación Bill and Melinda Gates y el Fondo Filantrópico Wellspring.
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