Medir las tormentas en América Central: el impacto de los huracanes en la pobreza y la economía

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Los países enfrentan los impactos negativos cada vez más frecuentes de fenómenos naturales adversos. América Central, una región propensa y vulnerable a los desastres, es un claro ejemplo. Solo entre 1992 y 2011, casi 70 huracanes azotaron Centroamérica, registrándose un promedio de ocho ciclones al año, lo que dificultó el crecimiento económico sostenible.

Entre 2005 y 2014, debido a los desastres naturales, la región sufrió pérdidas acumuladas nominales de alrededor de USD 5800 millones y fue testigo de la muerte de más de 3410 personas y del desplazamiento de cientos de miles de habitantes. Hace algunos años, en octubre de 2011, la depresión tropical 12E golpeó las costas de El Salvador y Guatemala provocando daños por un valor estimado de USD 1000 millones.

En dos estudios recientes, evaluamos los impactos causales de los fuertes vientos de los huracanes en la pobreza y los ingresos, así como en la actividad económica medida sobre la base de las luces nocturnas tanto a nivel regional como nacional. En ambos casos, aplicamos un modelo de huracanes completamente probabilístico desarrollado, calibrado y ajustado para Centroamérica. En el primer estudio —sobre la pobreza— se utilizó información anual a nivel de los hogares (para las medidas de ingresos y pobreza), así como a nivel nacional (PIB per cápita). Debido a la escasez de datos de los hogares posibles de comparar entre los países, decidimos seguir con el segundo estudio —sobre la actividad económica— y usamos datos específicos con la resolución espacial más alta disponible (esto es, 1 km 2) para comprender mejor el impacto (mensual) en el tiempo.

Nuestros resultados son sorprendentes:
  1. En el primer estudio se llegó a la conclusión que una desviación estándar en la intensidad de un huracán conduce a una disminución del crecimiento del PIB per cápita total de 0,9 % a 1,6 %, y a una disminución del ingreso total y del ingreso laboral de un 3 %, lo que a su vez aumenta la pobreza moderada y extrema en 1,5 puntos porcentuales. Vea el gráfico 1 que muestra los resultados del estudio usando diferentes medidas de los índices de huracanes: la velocidad máxima sostenida del viento (MSWS) o la velocidad del viento no ponderada; el Índice de huracanes (HDH) o el índice ponderado en función de la población, y el índice de exposición al viento (WEI) o el índice ponderado en función de la superficie.
 
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Gráfico 1: Impactos de los huracanes en el ingreso laboral y la pobreza
 
Nuestro estudio de seguimiento proporciona mejores ideas sobre los impactos a corto plazo de las tormentas. Llegamos a la conclusión que los principales huracanes tienen un impacto negativo en el crecimiento del PIB —una disminución promedio de entre 2,6 % y 3,9 %— hasta 12 meses después del paso de los ciclones. Curiosamente, los datos mensuales nos permitieron evaluar aún más los impactos en la etapa de recuperación: luego del decimotercer mes, encontramos efectos positivos durante el segundo año y la primera mitad del tercer año como pruebas de la recuperación después del desastre. Esto indica un aumento de entre 2,5 % y 3,6 % en el crecimiento del PIB. Vea el gráfico 2.
 
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Gráfico 2: Impactos de los huracanes en luces nocturnas
 
Ambos estudios aportan tres conclusiones importantes para la comunidad dedicada a la gestión de riesgos de desastres:
  • En primer lugar, los impactos de los huracanes en Centroamérica, a nivel de los países, tienden a ser de corta duración y se concentran en el primer año luego del paso del ciclón, lo cual significa que las inversiones y los programas de reconstrucción y recuperación deben ser implementados de manera muy rápida.
  • En segundo lugar, nuestros resultados señalan que los números proporcionados por las evaluaciones posteriores a los desastres podrían estar equivocados, ya que esos estudios tienden a minimizar de manera importante los efectos indirectos. Por ejemplo, en la evaluación realizada tras el huracán Mitch en Honduras (1998), el daño económico se estimó en más de USD 3700 millones, o alrededor de dos tercios del PIB del país en 1997. Sin embargo, nuestros resultados indican que el impacto pudo haber sido más destructivo: los daños ascendieron a entre la mitad y casi tres cuartas partes del PIB del país en 1997, sin considerar los efectos acumulados en todos los años.
  • En tercer lugar, pese a que la iluminación nocturna —un indicador de la actividad económica— muestra una recuperación rápida (es decir, una medida del flujo), nuestros resultados sobre los impactos negativos en los resultados socioeconómicos ponen de relieve que los hogares están potencialmente peor en el mediano plazo: es posible que se vean afectados por una reducción en su nivel de ingresos y un aumento del nivel de pobreza. Por lo tanto, los hogares no necesariamente recuperarían la situación socioeconómica que tenían antes del huracán, incluso si la actividad económica “regresa a la normalidad”.
El último punto muestra ciertas limitaciones con respecto al análisis de los impactos grandes de los desastres (mediante la iluminación nocturna, en este caso) y la importancia de comprender los impactos pequeños, tal como muestran nuestros resultados. Esta es un área importante en la investigación futura, y la analizaremos en nuestro próximo blog.
 
Descargar los documentos:
  1. Weathering Storms: Understanding the Impact of Natural Disasters on the Poor in Central America 
  2. Understanding the impact of windstorms on economic activity from night lights in Central America 
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Autores

Juan Jose Miranda

Senior Environmental Economist, World Bank

Oscar A. Ishizawa

Senior Disaster Risk Management Specialist

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