¿Cuántos años de vida cuesta comer pollo frito?

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¿Cuántos años de vida cuesta comer pollo frito?

A todos nos ha pasado...es la hora de almorzar, tenemos hambre y no tenemos mucho tiempo, no queremos gastar mucho dinero pero queremos algo saludable. Entonces, ¿qué opciones nos quedan?

Bueno, en una reciente misión al Caribe, las opciones eran pollo frito o guiso con pollo frito, y no mucho más. Nos sentíamos culpables porque éramos justamente un equipo de salud llevando a cabo estudios sobre el impacto de las enfermedades no transmisibles (i) y somos extremadamente conscientes de que el pollo frito contiene mucha grasa saturada --uno de los factores que contribuyen a la obesidad, diabetes, afecciones cardiovasculares, que encabezan la lista de las enfermedades no transmisibles?

Al final, terminamos tragándonos la culpa y también, por supuesto, los suculentos trozos de crocante pollo frito.

Esta simple experiencia nos revela los desafíos que enfrentan los países y los individuos a la hora de abordar las enfermedades no transmisibles —enfermedades coronarias, derrames cerebrales, cáncer— que en conjunto representan la principal causa de morbosidad y mortalidad global. Nada menos que las dos terceras partes de las muertes en el mundo son resultado de enfermedades crónicas. 

En el Caribe, el peso de las enfermedades no transmisibles se elevó hasta el punto en que mueren cinco veces más personas de enfermedades crónicas que de todas las demás enfermedades juntas.

Buena parte del crecimiento de las enfermedades no transmisibles en el Caribe puede ubicarse en factores de riesgo individuales, como una dieta no saludable (el famoso pollo frito), falta de ejercicio físico, tabaquismo y un excesivo consumo de alcohol.

Corren un riesgo especial las mujeres con sobrepeso, obesas o más inactivas que los hombres; los jóvenes que comienzan a fumar y consumir alcohol a partir los 12 años de edad; y los pobres que dedican una mayor proporción de su ingreso disponible a la atención de enfermedades no transmisibles que la población con mayores ingresos.

Una de las estadísticas más impresionantes indica que más del 60 por ciento de las mujeres jamaiquinas de entre 35 y 54 años sufre de sobrepeso o son obesas. Esta tendencia se repite de similar manera en los demás países caribeños.

¿Tiene esto alguna relación con lo que nos llevamos a la boca? Si bien podría parecer que los factores de riesgo que fomentan las enfermedades no transmisibles están básicamente bajo el control de cada individuo —por ejemplo, una dieta más saludable, mayor ejercicio, mayor conciencia respecto a opciones saludables— esto no siempre es así. Vean la experiencia de nuestro equipo a la hora de intentar comer de manera saludable.

Al igual que nuestro equipo, muchas personas, y no solo en el Caribe, sino en todo el mundo, enfrentan dilemas similares. Las personas están ocupadas, quieren comer rápido, no quieren gastar mucho dinero. Sus opciones se ven por tanto reducidas a: ¡comida rápida, comida rápida, y comida rápida!

Entonces, ¿cómo enfrentamos esta epidemia de pollo frito? Los desafíos siempre brindan oportunidades. ¿Podemos hacer que la industria alimentaria proporcione alimentos con menos grasas saturadas y menos sal mediante reglamentos y sistemas de supervisión? ¿Podemos proporcionarles incentivos a los productores agropecuarios para que cultiven más vegetales y frutas?

Lo que sí es evidente es que debemos trabajar junto al sector privado para reducir los factores de riesgo que fomentan las enfermedades no transmisibles. Durante nuestra reunión consultiva sobre factores de riesgo en las enfermedades no transmisibles, nos indicaron que una de las razones por la cual las mujeres jamaiquinas tienden hacia el sobrepeso o la obesidad es que en el Caribe las figuras rellenas son consideradas hermosas.

Por lo tanto, parecería ser que también tenemos que trabajar sobre las normas y hábitos culturales. En las investigaciones que nuestro equipo acaba de concluir “Enfermedades no transmisibles en Jamaica” (i) y “El creciente lastre de las enfermedades no transmisibles en el Este del Caribe” (i), documentamos cuál es la situación en la región analizamos las respuestas nacionales a estas epidemias y ofrecemos recomendaciones de política pública para controlar la situación.

Algunas de las recomendaciones son:

  • La prevención es una parte integral de toda iniciativa para enfrentar la incidencia de enfermedades crónicas -incluyendo políticas que estimulen la actividad física, promuevan una dieta sana y reduzcan el efecto dañino del alcohol y el tabaco.
  • Involucrar a socios fuera de la esfera gubernamental tales como organizaciones civiles, y el sector privado, en la prevención y control de las enfermedades no transmisibles. Estas acciones pueden tratar de influir para que la industria alimenticia fabrique productos más sanos.
  • Aumentar la vigilancia, monitoreo y calidad de los datos sobre enfermedades no transmisibles de manera que los promulgadores de políticas públicas puedan enfocarse con más precisión en los grupos de alto riesgo.
  • Introducir leyes que regulen el tabaco, alcohol, alimentos y medicinas esenciales para una mejor coordinación de precios e impuestos, y el establecimiento de restricciones en el consumo y venta de tabaco y alcohol.


Solo este enfoque amplio y abarcador podría romper “la maldición del pollo frito” y ayudar a las poblaciones del Caribe a adoptar decisiones saludables como la mejor respuesta contras las enfermedades no trasmisibles.


Autores

Carmen Carpio

Senior Health Specialist for the Africa Region at the World Bank

Shiyan Chao

Senior Health Economist in Latin America and the Caribbean Region

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