“Ella me ayuda todo el tiempo”. Esto es lo que un agricultor de 45 años en la comunidad de Las Tablas, Honduras, respondió a la pregunta sobre el trabajo de su esposa. Su punto es claro: ella lo ayuda a llevar “su” negocio.
Esta perspectiva, compartida por hombres y mujeres, es importante para poder medir correctamente la participación de la mujer en la fuerza laboral de un país dado, medir la pobreza y elaborar políticas, como revela nuestro reciente documento, Subestimar la participación económica de la mujer en la Honduras rural. En el estudio hallamos que las encuestas que miden el empleo y la participación económica, particularmente en áreas rurales, deben tomar en cuenta las definiciones (de género) locales de trabajo.
Preocupados por la precisión del indicador de participación económica de las mujeres, y con el fin de comprender mejor el empleo femenino en áreas rurales, realizamos un estudio cualitativo en Honduras para evaluar qué tan correctamente estaban diseñadas las preguntas habituales de las encuestas para identificar la actividad económica de las mujeres.
En 2018 se realizaron entrevistas a hombres y mujeres de seis comunidades rurales en el sur y oeste del país. Estas consultas comenzaron con las mismas preguntas utilizadas en Honduras para medir el empleo (una de ellas preguntaba si el individuo trabajaba y la otra si el individuo estaba buscando trabajo); a estas le siguió una serie de preguntas abiertas diseñadas para comprender mejor las actividades diarias de los participantes, así como su opinión respecto al trabajo, el empleo y las tareas hogareñas.
Comprender la definición local de trabajo
Nuestro principal hallazgo fue que las mujeres no registran adecuadamente su participación en actividades económicas, tanto en producción para consumo doméstico como actividades por las cuales son remuneradas monetariamente. La mayoría de las mujeres entrevistadas respondieron “No” a las preguntas utilizadas para medir actividad económica; aunque más tarde reportaron haber realizado actividades remuneradas (incluidos servicios y comercio) o actividades que, si bien no son remuneradas se consideran económicas, como trabajar en la agricultura (irrigación, cosecha y limpieza de la producción) o dedicarse a actividades de subsistencia como la recogida de leña o la cría de ganado o aves de corral. Los hombres, por el contrario, respondieron con un rotundo “Sí” a las preguntas sobre actividad económica, a pesar de dedicarse mayormente a la agricultura de subsistencia.
Existen dos explicaciones detrás de estas discrepancias:
Primero, las normas de género locales dan lugar a que hombres y mujeres se identifiquen con ámbitos específicos de la vida. Las mujeres comúnmente se asocian al ámbito privado —el doméstico—, mientras que los hombres se asocian al ámbito público, lo que en un contexto rural implica el sector agropecuario. Como consecuencia, cuando trabajan en la agricultura, las mujeres son vistas como ayudantes de los hombres.
Ciertas tareas agropecuarias, que demandan muy poca o ninguna inversión o activos, se perciben como pertenecientes al ámbito doméstico y por ende parte de las tareas domésticas de las mujeres. Por ejemplo, la cría de aves y las huertas son vistas como pertenecientes al ámbito “del hogar” y por lo tanto son responsabilidad de las mujeres.
Segundo, encontramos que la definición de “trabajo” afecta la manera en que las mujeres (y los hombres) conceptualizan las labores femeninas. Para que una actividad sea considerada trabajo, debe:
• ser realizada físicamente fuera del hogar;
• mediar intercambio de dinero, y
• suponer un compromiso suficiente de tiempo.
¿Cuáles son las consecuencias de medir el trabajo de las mujeres incorrectamente?
Una lección importante que emerge de este estudio es que para medir el empleo y la participación económica, las encuestas deben tener en cuenta el significado de “trabajo” a nivel local, especialmente en lo relacionado al género.
Ser meticuloso con las preguntas complementarias e incluir una lista detallada de actividades que comúnmente se registran mal o no se toman en cuenta son herramientas importantes para la realización de estas preguntas. Asimismo, la capacitación de los entrevistadores debe hacer hincapié en estos desafíos. Pero aun después de reformular las preguntas y contar con una lista de actividades, la encuesta de hogares actualizada en Honduras sigue hallando que la participación laboral de las mujeres es más baja que lo esperado.
Teniendo en cuenta que “tareas del hogar” muchas veces incluyen actividades económicas, y el número de mujeres que informan no estar económicamente activas porque dedican demasiado tiempo a las tareas del hogar, calculamos que la tasa de participación de las mujeres en la fuerza laboral de la Honduras rural tiene una subestimación de entre 6 y 23 puntos porcentuales
Simulaciones de tasas de participación femenina en la fuerza laboral rural teniendo en cuenta a mujeres que apuntan al trabajo excesivo en el hogar como la causa de no estar buscando empleo
Las consecuencias en términos de política de estos errores de medición ameritan cambios en las encuestas y formas más transparentes de recopilar datos sobre la participación económica de las mujeres. Es importante alentar a los países y demás proveedores de estadísticas económicas a informar todos los tipos de trabajo, de acuerdo a las directrices de la Organización Internacional del Trabajo.
La participación en cualquier tipo de trabajo, incluidas las actividades para el consumo doméstico, debe ser incluida y discutida a la hora de diseñar intervenciones y políticas.
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