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Por mucho tiempo, Chile fue una superestrella en términos de reformas liberalizadoras y estrategias innovadoras para el crecimiento a través de las exportaciones. El país ya exporta exitosamente servicios turísticos y de transporte.
Sin embargo, y de alguna manera, estos logros son noticias del pasado. El desempeño chileno en términos de exportación de servicios modernos — Internet y tecnologías de la comunicación, subcontratación de procesos empresariales — ha sido menos notable (i). Chile no es India.
¿Qué significa esto para un país que se ha hecho famoso por perseguir políticas económicas muy sólidas? ¿Está haciendo algo mal el gobierno? ¿Está atascado el país? Una mirada a la manera en que se interpreta la información sobre servicios puede proporcionarnos una respuesta diferente.Tal vez la reputación de Chile esté simplemente siendo víctima de imprecisiones estadísticas.
Un proyecto en curso en el Departamento de Comercio Internacional, con la ayuda del Profesor Joseph François de la Universidad Johannes Kepler de Linz, podría arrojar luz sobre este misterio. Presenta una visión más amplia sobre los servicios que va más allá de aquellos que se exportan. Utilizando una nueva base de datos, evalúa tanto la contribución directa como indirecta de los servicios al total de las exportaciones.
Normalmente, un país requiere de un número de servicios para llegar al resto del mundo — para exportar tanto bienes como servicios. Esta importante base doméstica incluye servicios que faciliten las TIC, servicios bancarios y de seguros, servicios de distribución y servicios profesionales. Estos insumos indirectos se conocen como “vínculos sectoriales progresivos” y normalmente respaldan otras actividades económicas más allá del comercio.
Un ejemplo concreto del tremendo valor agregado generado por estos servicios comerciales puede observarse en un informe de hace varios años sobre las exportaciones chilenas de uva a Nueva York. La investigación de la CEPAL de 1989 descubrió que, aun después de excluir los servicios de transporte, alrededor del 74 por ciento del valor de las uvas chilenas en una tienda neoyorquina correspondía a aportes del sector servicios.
Cuando utilizamos esta metodología para evaluar la importancia general de los servicios chilenos (excluyendo los servicios de transporte) para las exportaciones, concluimos que la contribución de los servicios al comercio total es mucho más importante de lo esperado. Según mediciones convencionales, los servicios apenas representan el 3 por ciento de las exportaciones totales.
Esta proporción es una de las más bajas del mundo. Si medimos la contribución total de los servicios (incluyendo los vínculos sectoriales progresivos) a las exportaciones chilenas, encontramos que los servicios representan el 19 por ciento del valor exportado.
De hecho, esta proporción es más elevada que en otros exportadores de servicios exitosos como Brasil o Filipinas o que entre países de ingreso alto/medio. Y es un porcentaje estable — ha permanecido en este nivel desde 1994.
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