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En una visita reciente a El Salvador, el país más pequeño y más densamente poblado de América Central, asistí a un evento internacional organizado por la Secretaría del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT) para el proyecto CMCT 2030. En la ocasión, tuve la oportunidad de escuchar a funcionarios del Gobierno y miembros del equipo del Fondo Solidario para la Salud (FOSALUD) que expusieron las importantes medidas de control del tabaco adoptadas por el país.
Según datos presentados en el evento, 1 de cada 10 adultos fuma en El Salvador; la prevalencia del consumo actual de cigarrillos es del 17 % en los hombres, el 2 % en las mujeres y el 10 % en los jóvenes . Datos del estudio «Carga Mundial de Morbilidad» del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) indican que, en 2016, casi la mitad de las más de 1600 muertes atribuibles al tabaco en El Salvador fueron prematuras (antes de los 70 años). Esto contribuyó a la pérdida de unos 34 000 años de vida debido a la mortalidad prematura y la discapacidad relacionadas con el tabaco.
Además de estos impactos, de acuerdo con una evaluación realizada por FOSALUD con el apoyo de la Secretaría del CMCT, el PNUD y la OPS/OMS, el consumo de tabaco causa pérdidas económicas significativas, que incluyen tanto los costos de atención de salud (USD 115,6 millones) como la pérdida de productividad (USD 148 millones), ascendiendo a USD 264 millones, o sea el 1 % del PIB de El Salvador.
La buena noticia es que El Salvador ha respondido de manera firme a este desafío social y de desarrollo. Desde su creación por ley en 2004, FOSALUD ha liderado los esfuerzos para controlar el consumo de tabaco, en el marco de un acuerdo de financiamiento que destina hasta el 35 % de los ingresos tributarios del tabaco, las bebidas alcohólicas, las armas y las municiones a campañas de prevención y control del consumo de tabaco y alcohol, así como a servicios de apoyo para dejar esos hábitos.
Esta labor constante durante la última década ha dado buenos resultados. Luego de la ratificación del CMCT, El Salvador cuenta ahora con un sólido marco jurídico de control del tabaco, que incluye una legislación integral sobre espacios públicos libres de humo adoptada en 2015; la prohibición de publicidad, promoción y patrocinio por parte de las compañías tabacaleras; advertencias sanitarias gráficas que cubren el 50 % de los paquetes de cigarrillos, y servicios de apoyo gratuitos y accesibles para personas que desean dejar de fumar.
En este período también se han aumentado periódicamente los impuestos al consumo de tabaco, tanto específicos como ad valorem, que representan el 41 % del precio minorista promedio de un paquete de 20 cigarrillos. Como consecuencia, el precio de un paquete de la marca de cigarrillos más popular en El Salvador aumentó de USD 1,4 en 2008 a USD 1,75 en 2010 y a USD 1,95 en 2012: un incremento del 39 % en cuatro años. (i) En 2016, el precio subió a USD 2,0. Más importante aún, entre 2012 y 2016, el aumento del precio de los cigarrillos en El Salvador superó tanto la inflación como el crecimiento del PIB per cápita, lo que dio lugar a una reducción en la asequibilidad de los cigarrillos. De hecho, si bien los precios de los cigarrillos aumentaron un 70,6 %, la tasa de inflación subió un 9,6 % y el PIB per cápita creció un 10,4 %.
Todas estas medidas, en particular el aumento de los impuestos al tabaco que hizo subir los precios y reducir la asequibilidad de los cigarrillos, contribuyeron a disminuir el consumo de tabaco en El Salvador. El consumo anual de cigarrillos disminuyó de 1500 millones de cigarrillos entre 2002 y 2009 a 750 millones en los años 2015 y 2016 . Las encuestas de prevalencia de tabaquismo también indican que el tabaquismo en los adultos disminuyó entre 2005 y 2014, y en los adolescentes entre 2003 y 2015.
El destacado liderazgo de FOSALUD y su labor de gran impacto han sido reconocidos a nivel internacional. El fondo recibió el Premio al Control Mundial del Tabaco de Bloomberg Philanthropies durante la Conferencia Mundial sobre Tabaco o Salud de 2018 celebrada en Sudáfrica. (i)
De cara al futuro, es necesario realizar esfuerzos concretos adicionales para reducir los riesgos sanitarios asociados con las enfermedades atribuibles al tabaco y salvar vidas. Por ejemplo, se deberían aumentar anualmente los tipos de impuestos especiales sobre los cigarrillos, junto con la tasa ad valorem, para garantizar una reducción continua en la asequibilidad del precio del tabaco y, por lo tanto, en el consumo.
Esta estrategia aumentaría, también, los ingresos por concepto de impuestos especiales, lo que podría contribuir a las iniciativas de movilización de recursos nacionales recomendadas por una reciente misión del FMI al país. Además, en El Salvador debería desarrollarse aún más la vigilancia y el control del consumo de tabaco, incluida la recopilación periódica de información sobre los precios, las ventas y la recaudación de ingresos de los cigarrillos, realizando asimismo encuestas de prevalencia de tabaquismo que ayuden a distinguir categorías de fumadores (habituales, actuales y permanentes). La adopción de políticas eficaces y reformas institucionales y medidas de cumplimiento sería clave para contrarrestar el contrabando de tabaco y otros tipos de ventas ilícitas del producto en consonancia con las disposiciones del Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito de Productos de Tabaco del CMCT, que aún no ha sido ratificado por el país.
Me fui de San Salvador convencido de que bajo el liderazgo de FOSALUD, El Salvador continuará fortaleciendo sus esfuerzos de control del tabaco. Esta conclusión se vio reforzada al recordar el espíritu “laborioso” del pueblo salvadoreño a pesar de las dificultades en la vida.
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Visite el sitio del Programa Mundial de Lucha contra el Tabaco del Grupo Banco Mundial para obtener información sobre evaluaciones mundiales y nacionales, blogs y videos (i)
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