La pandemia de COVID-19 generó una de las crisis sanitarias mundiales más graves de la historia moderna y afectó significativamente la prestación de asistencia médica. Dado que las restricciones impuestas en las cuarentenas no permitían a los pacientes visitar a sus médicos en persona, algunos países comenzaron a utilizar servicios de salud electrónica, siguiendo el camino hacia la salud digital establecido por la Organización Mundial de la Salud aun antes de la pandemia.
Sin embargo, las aplicaciones de salud electrónica exigen una infraestructura digital bien desarrollada y herramientas tecnológicas avanzadas, y requieren que tanto médicos como pacientes posean las habilidades digitales pertinentes. Por esa razón, muchos países en desarrollo tienen dificultades para aprovechar esta oportunidad.
El término "salud electrónica" entraña un amplio espectro de aplicaciones. Desde la telemedicina —que consiste en consultas virtuales entre un médico y un paciente— hasta la cirugía a distancia, los insumos necesarios en lo que respecta a la conectividad, las habilidades y la logística varían considerablemente. La telemedicina es fundamental para prestar servicios de salud esenciales en las zonas rurales, donde a menudo escasean los trabajadores sanitarios calificados. La consulta con establecimientos y profesionales más capacitados ayudaría a proporcionar esos servicios en comunidades remotas. Asimismo, un sistema de salud conectado permite crear una base de datos compartida sobre pacientes y medicamentos y, en general, posibilita una mejor comunicación entre diferentes actores. En este sentido, es esencial contar con una sólida infraestructura informática que incluya centros de datos y servicios en la nube.
Como parte de la iniciativa Economía Digital para América Latina (DE4LAC), en la que se analizan las fortalezas y debilidades actuales del ecosistema de la economía digital del país y se identifican oportunidades y desafíos para el crecimiento futuro, el Banco Mundial ha analizado la red de telecomunicaciones de El Salvador para entender en qué medida su sistema de salud podría sacar provecho de la infraestructura digital existente y desarrollar aplicaciones de salud electrónica . Nuestro enfoque consistió en verificar la disponibilidad de banda ancha de alta velocidad en los establecimientos de atención de la salud. Con este objetivo, examinamos 810 000 pruebas de velocidad de internet realizadas con el programa Speedtest® de Ookla® entre 2019 y 2020 dentro de un radio de 400 metros de distancia de 738 establecimientos de atención de la salud (378 en zonas rurales y 360 en zonas urbanas). Luego calculamos el valor promedio de las 10 pruebas de velocidad más cercanas a cada establecimiento, suponiendo que estos edificios tendrán acceso a una calidad de conexión similar a la registrada en sus inmediaciones.
Los establecimientos que mostraron la velocidad promedio más alta fueron el Ministerio de Salud y sus oficinas regionales (25 megabits por segundo [Mbps] y 18 Mbps, respectivamente), las farmacias (16 Mbps) y las oficinas sanitarias internacionales (14 Mbps). Solo alrededor del 22 % de los establecimientos de salud registraron una velocidad superior a los 10 Mbps. En el 53 %, la velocidad promedio se ubicó por debajo de ese valor. En el caso de una cuarta parte de los establecimientos, la cantidad de pruebas registradas en las inmediaciones era menor a 10, por lo que se excluyeron del análisis para mitigar posibles distorsiones.
En total, 89 sitios (principalmente centros de atención primaria) no muestran ninguna prueba de velocidad de internet dentro del radio de 400 metros, lo que sugiere falta de acceso a internet.
Cuadro 1: Velocidad promedio de descarga de 10 pruebas registradas cerca de establecimientos de atención de la salud, en Mbps
Fuente: Análisis del Banco Mundial basado en datos de Speedtest Intelligence® correspondientes a conexiones fijas y móviles entre enero de 2019 y diciembre de 2020, proporcionados por Ookla®.
Nuestras observaciones ponen de manifiesto una marcada disparidad en la calidad de internet entre los centros de salud de zonas urbanas y rurales. Solo dos establecimientos rurales mostraron una velocidad promedio superior a 10 Mbps; el resto se encuentra por debajo de ese umbral, o no se registró ningún acceso en sus inmediaciones. Si analizamos las diferencias dentro de una misma categoría de centros de salud, los resultados se corresponden con esas observaciones. Por ejemplo, las oficinas sanitarias internacionales situadas en zonas urbanas pueden tener, en promedio, internet de 18 Mbps, mientras que las rurales solo tienen 4 Mbps.
Cuadro 2: Diferencia en la velocidad de descarga de instituciones urbanas y rurales (en Mbps)
Fuente: Análisis del Banco Mundial basado en datos de Speedtest Intelligence® correspondientes a conexiones fijas y móviles entre enero de 2019 y diciembre de 2020, proporcionados por Ookla®.
Gráfico 3: Mapa de la velocidad de internet de los establecimientos de salud en El Salvador
Fuente: Análisis del Banco Mundial basado en datos de Speedtest Intelligence® correspondientes al período entre enero de 2019 y diciembre de 2020, proporcionados por Ookla®.
Este análisis sugiere que El Salvador debería seguir trabajando para establecer una infraestructura de datos más amplia, confiable y asequible que permita prestar servicios de salud electrónica integrales e inclusivos . En la mayoría de las zonas del país, los centros de atención de la salud parecen tener un acceso a internet de muy baja velocidad, lo que limita significativamente el número de aplicaciones digitales que podrían ofrecer. Los problemas de conectividad también afectan a una parte de los posibles pacientes, ya que casi la mitad de los salvadoreños no tienen conexión a internet. Es particularmente difícil lograr una buena conectividad en las zonas rurales, que son las que más se beneficiarían si contaran con aplicaciones básicas de salud electrónica.
Los sectores público y privado pueden trabajar juntos para mejorar la infraestructura digital local y garantizar así que los prestadores de servicios de salud y los pacientes puedan acceder a una conexión a internet asequible , confiable y rápida. Al mismo tiempo, el Ministerio de Salud tiene la oportunidad de crear programas de desarrollo de habilidades digitales y de capacitación específicos para los trabajadores del sector a fin de aprovechar las posibilidades que ofrecen las aplicaciones de salud electrónica.
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