Also available in English
Durante el último semestre del 2011, la relación entre África y Brasil continuó floreciendo, como parte del “reencuentro” histórico de ambos gigantes en lo comercial, cultural y económico. Más concretamente, los gobiernos africanos pidieron más financiamiento al país carioca para la implementación de proyectos de desarrollo, según indican los datos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES).
Entre los motivos que se perfilan determinantes para el devenir de esta relación, está el hecho de que Brasil se ha asentado como la sexta economía mundial (después de China, Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón), y a la vez se ha posicionado como proveedor importante de cooperación Sur-Sur. A este escenario se suman los reajustes en los flujos comerciales que la crisis económica en países del hemisferio norte está provocando.
Unidos en el pasado por el comercio colonial, las experiencias modernas de Brasil en África --especialmente en agricultura, protección social, formación vocacional y producción de fuentes alternativas de energía renovables-- han contribuido a potenciar el desarrollo de la región con mayores índices de pobreza del mundo, y a la vez han establecido un clima propenso para generar negocios e inversiones privadas.
Esto no debe sorprender. Tal como mencioné en mi blog anterior las relaciones entre Brasil y África se están desarrollando a pasos agigantados gracias a la revitalización de una serie de afinidades históricas, culturales y naturales que unen a ambos –una realidad que destacamos en el informe Un Puente sobre el Atlántico. Brasil y África Sub-Sahariana, una Alianza Sur-Sur para el Crecimiento.
Adicionalmente, los resultados de un estudio sobre la viabilidad de producción de etanol en algunos países africanos, que se publicarán este año, abrirán espacios para inversiones conjuntas entre empresas brasileñas y africanas. A su vez, inversiones en minería e infraestructura también están creciendo a un ritmo significativo.
Un caso exitoso de la cooperación que refiero es el acuerdo que firmaron recientemente la compañía brasileña Vale y el gobierno de Malawi para la construcción de una línea de ferrocarril que cruzará el corredor de Nacala, desde Mozambique hasta Zambia, a través de Malawi. La construcción de este ferrocarril –para transporte de minerales y mercancías- creará oportunidades de trabajo para la población local y mejorará su nivel de vida, ya que implementará proyectos de desarrollo social a lo largo del corredor. El total proyectado de la inversión de la minera Brasileña Vale para este proyecto es de US$4,400 millones.
De todas formas, las relaciones entre África y Brasil no solo representan inversiones económicas; también son intercambio de conocimiento y experiencias prácticas en áreas importantes para el desarrollo y el crecimiento.
Los “proyectos estructurantes” en los ámbitos de la agricultura y la protección social en países africanos son un buen ejemplo. El reciente acuerdo, firmado entre el Gobierno de Mozambique y el de Brasil, resultó en una inversión adicional para apoyar el proyecto “Plataforma de Investigación Agropecuaria e Innovación Tecnológica de Mozambique”, el cual busca acelerar la transferencia de tecnología para mejorar la producción agrícola.
La inversión total estimada de este reciente nuevo acuerdo es de US$13 millones para los próximos tres años. Este proyecto es implementado por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA), el Instituto de Investigación Agraria de Mozambique y adicionalmente, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), también contribuirá con financiamiento para apoyar esta nueva fase.
Nuevas iniciativas educativas, como la recientemente inaugurada Universidad Internacional de Integración Afro-Brasilera en el estado de Ceará, ayudarán a crear espacios para el intercambio de conocimientos. Este año, 300 estudiantes africanos podrán estudiar en la escuela de post-grado de esa universidad.
Con esto, se abren espacios para la generación de debates sobre los retos que enfrentan tanto los países africanos como Brasil y, especialmente en las regiones con similares condiciones sociales, geográficas y climáticas, se pretende ofrecer la oportunidad de encontrar soluciones conjuntas.
Únase a la conversación