Hacer que la violencia contra la mujer sea cosa del pasado

Special police force against gender violence in Amazonas state, Brazil. Mariana Kaipper Ceratti / World Bank.
Fuerza especial de la policía contra la violencia de género en el estado de Amazonas, Brasil. Mariana Kaipper Ceratti / Banco Mundial.

 

El 25 de noviembre de 1960, tres hermanas fueron asesinadas en la República Dominicana a causa de su activismo político contra la dictadura de Rafael Trujillo. Los cuerpos maltratados de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron hallados a la vera del camino que habían tomado para regresar a su casa luego de visitar a los esposos de María Teresa y Minerva en la cárcel.

Las ejecuciones conmocionaron al mundo y dieron origen al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de las Naciones Unidas. Es un día para celebrar los avances significativos que los derechos de las mujeres han experimentado desde entonces, pero también para recordarnos que todos los días hay mujeres en alguna parte del mundo que todavía sufren violaciones, violencia doméstica y otros tipos de violencia.

Por desgracia, este sigue siendo un problema recurrente en América Latina y el Caribe. En los doce países para los que hay datos disponibles, el porcentaje de mujeres que denunciaron haber sido maltratadas físicamente por sus parejas en algún momento de sus vidas varía de 19 % a más de 50 %. Así mismo, entre el 11 % y el 25 % de las mujeres de 15 a 49 años en la región denunció que sus parejas las habían maltratado físicamente en el último año.  

Las consecuencias de la violencia contra la mujer son de largo alcance. Incluyen heridas físicas y psicológicas e incluso la muerte, así como costos sociales y económicos muy grandes. Muchas veces esta violencia actúa como un obstáculo que impide que mujeres y chicas jóvenes participen plenamente de la vida social y económica de sus países. Destroza los sueños y esperanzas de sus víctimas, y nuestras sociedades y economías se vuelven más pobres debido a la pérdida de sus aportes. En algunos países el costo económico se estima en hasta 3,7 % del PIB. Esto es más del doble de lo que la mayoría de los gobiernos gasta en educación.

Para el Banco Mundial, eliminar la violencia de género es una prioridad. Estamos haciendo mucho pero debemos hacer más, mucho más. El esfuerzo por eliminar la violencia de género debe estar en el centro de todo lo que hacemos. Está estrechamente ligado al objetivo de desarrollar el capital humano y garantizar la participación plena de la mujer  en nuestras sociedades y economías. 

La innovación también es crucial. Por ejemplo, en México apoyamos un programa que apunta a analizar el potencial de la educación sexual como herramienta para prevenir y responder a la violencia de género entre los jóvenes. Y en Perú, comenzamos una evaluación experimental de impacto en un proyecto de visitas domiciliarias para evaluar la respuesta y las intervenciones de la fuerza policial en casos de violencia doméstica.

En Perú también estamos trabajando en trazar un mapa de las acciones a nivel de los gobiernos central y locales y en mejorar los servicios jurídicos gratuitos para las víctimas de violencia de género, con el fin de reducir los obstáculos y hacerlos más accesibles para todos. En Honduras y Brasil apoyamos trabajos de prevención y capacidad de respuesta a nivel municipal, así como mejoras en los servicios para sobrevivientes de la violencia.

En Ecuador, así como en México, apoyamos programas innovadores que incluyen campañas en contra del acoso a las mujeres en el transporte público, brindándole a los pasajeros estrategias para poder intervenir sin exponerse a riesgos.

Debemos seguir aprendiendo de nuestras experiencias, perfeccionando la manera en que evaluamos nuestros resultados. Las pruebas indican que las acciones deben ser multisectoriales, combinar diferentes estrategias y apuntar tanto a los hombres como las mujeres, siempre bajo el principio rector de promover la igualdad de género. Trabajar junto a los hombres, teniéndolos de aliados, ha dado resultados positivos, como evidencian iniciativas como el Programa H, de Promundo, llevado a cabo por primera vez en Brasil. Los resultados muestran un cambio de actitud hacia la violencia y los roles de género, así como mejores relaciones.

A medida que avanzamos necesitaremos más y mejores evaluaciones. El nuevo Laboratorio de Innovación de Género regional del Banco Mundial para América Latina y el Caribe servirá para aportar más evidencia respecto a qué funciona y cómo influenciar los comportamientos sociales de manera efectiva , los cuales, lamentablemente, suelen legitimar la violencia contra la mujer.

Podemos decir con orgullo que estamos haciendo mucho, pero tal vez eso no sea suficiente. Cada logro debe impulsar nuevas actividades e iniciativas. Cada una de las mujeres merece un mundo donde el miedo a la violencia de género sea cosa del pasado. A partir del 25 de noviembre, la Naciones Unidas hace un llamado a 16 días de activismo contra la violencia de género. Pero este es un problema que debe estar a la vanguardia de nuestros esfuerzos los 365 días del año.
 


Autores

Humberto López

Country Director, Türkiye

Lourdes Rodríguez-Chamussy

Economista senior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad del Banco Mundial

Miriam Muller

Senior Social Scientist with the Poverty Global Practice at the World Bank

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