Ideas para reducir la desigualdad territorial: el caso de Argentina

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Barrio tradicional de Ushuaia, Argentina (iStock) Barrio tradicional de Ushuaia, Argentina (iStock)

En Argentina, los ingresos y las oportunidades se han ido concentrado cada vez más en unas pocas ciudades. Esto lleva a algunas personas a mudarse a un lugar diferente a su lugar de nacimiento para encontrar un mejor acceso a oportunidades laborales y servicios públicos de buena calidad, como la educación.

Como vimos en una publicación anterior, la concentración puede tener algunos beneficios, como mejorar las condiciones de vida, reducir la pobreza general, aprender entre empresas y conectar a trabajadores y empresas. Pero a menudo, estos beneficios se limitan a ciudades y regiones específicas, lo que resulta en desigualdades territoriales. Entonces, ¿cómo pueden países como Argentina promover el crecimiento económico y beneficiarse de la concentración, mientras mejoran los niveles de vida y las oportunidades en todos los territorios?  La respuesta es implementar un enfoque de Desarrollo Territorial en las políticas públicas.

En el transcurso de dos años, trabajamos con el Gobierno de Argentina en dos pasos clave para aplicar este enfoque. Primero, realizamos una evaluación de las desigualdades territoriales en el país, y después propusimos una hoja de ruta sobre cómo pasar de un diagnóstico a una estrategia que aborde esas desigualdades.

A través del diagnóstico, encontramos que:

  • La situación en Argentina - con la población y la actividad económica concentradas en pocos lugares (principalmente en Buenos Aires) - no difiere de las tendencias globales. Pero a pesar de esta concentración, hay pocas empresas en relación con el tamaño de la población del país, y la mayoría de estas empresas, que son locales y pequeñas, permanecen pequeñas durante varios años o eventualmente cierran. Esto sugiere una falta de escala y una baja densidad de empresas en general.
  • Los servicios dominan el PIB y el empleo, y hay una alta contribución de los sectores no transables al empleo en Argentina. La especialización del empleo a nivel regional y de ciudad es débil y se debilita con el tiempo, lo que sugiere desafíos de conectividad en el país.
  • Por último, pero no menos importante, Argentina ha experimentado cierta convergencia en algunos indicadores del nivel de vida, pero persisten importantes brechas.  Por ejemplo, si bien el acceso al agua ha convergido a lo largo de los años, persisten importantes brechas entre el norte y el resto del país en términos de acceso a educación secundaria y saneamiento. Además, si las regiones con altos niveles de pobreza tienen también baja capacidad institucional, se les hará más difícil apoyar a las empresas y a la población local para promover trabajo productivo, creando un círculo vicioso.  

Si bien el diagnóstico es claro, el desafío ahora es cómo avanzar hacia una estrategia que aborde las disparidades territoriales para garantizar que las oportunidades lleguen a todos los rincones del país y a todos los ciudadanos, sin importar dónde hayan nacido.

Propusimos que el gobierno nacional implemente una visión territorial para el desarrollo del país, planteando un Programa integral. Algunos aspectos clave que el programa debería considerar incluyen:

  1. Clarificar los roles en cada nivel de gobierno y desarrollar mecanismos que permitan la coordinación entre sectores y territorios.
  2. Asegurarse de que exista la capacidad y los recursos financieros adecuados para gestionar y ejecutar responsabilidades en varios niveles.
  3. Definir indicadores y ponerlos en libre acceso a través de plataformas de información para ayudar a los diseñadores de políticas públicas a tomar decisiones informadas, medir el progreso y el impacto, y desarrollar estrategias que aborden las necesidades locales.
  4. Diseñar mecanismos de incentivos, por ejemplo, a través de un programa de transferencias vinculadas a los indicadores, que puedan ayudar a crear capacidades mientras se avanza en la planificación e implementación de cambios transformadores a nivel local.
  5. Considerar estrategias diferenciadas con las provincias según las características y necesidades locales.
  6. El camino para la construcción de un programa de este tipo podría comenzar a través de una prueba piloto en algunas provincias, brindando al gobierno la oportunidad de aprender haciendo.

Con el apoyo del gobierno nacional, los gobiernos provinciales y locales pueden entonces liderar el diseño y la implementación de una segunda generación de instrumentos de desarrollo territorial para asegurar que las oportunidades lleguen a los argentinos en todo el país.


Autores

Diana Tello Medina

Especialista en Desarrollo Urbano en el Banco Mundial

Nancy Lozano Gracia

Economista senior en la práctica de Desarrollo Urbano, Rural, Social y Resiliencia

Beatriz Eraso Puig

Especialista sénior en Desarrollo Urbano

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