Para conseguir un buen trabajo, ¿Basta con ser listo, inteligente? ¿Sacar buenas notas? ¿Expresarse bien? ¿Saber de números? Por supuesto, que todo esto es importante. No obstante, en los últimos años, muchos economistas están descubriendo algo que los empleadores, sicólogos y muchos educadores y padres han dado por sentado por mucho tiempo. Las cualidades -o habilidades- socio-emocionales de una persona son al menos tan importantes como su capacidad cognitiva o cuánto conocimiento tiene para la inserción en un mercado laboral cambiante.
La capacidad de ser responsable, puntual, organizado, perseverante, de saber interactuar con otros, y cómo reaccionar y adaptarse ante nuevas situaciones y experiencias, definen -junto a la capacidad cognitiva- las habilidades genéricas que son esenciales para una fuerza laboral -bien educada- y preparada para afrontar los retos del futuro.
Debido a la falta de datos de encuestas con representatividad nacional, hasta hace poco no había sido posible describir adecuadamente estas diferentes habilidades, cómo se desarrollan (en el entorno familiar y en la escuela), ni documentar su valoración en el mercado laboral. Esto ha cambiado recientemente en muchos países de la OCDE y Europa donde la creciente evidencia sobre la importancia de las habilidades genéricas las ha colocado en el centro del debate de las políticas educativas y de formación laboral.
En Perú, al igual que en muchos países Latinoamericanos, los empleadores reclaman que muchos trabajadores no tienen las habilidades necesarias. Pero no queda claro cuáles son las habilidades que escasean. Aunando esfuerzos con un equipo interdisciplinario de investigadores Peruanos, el Banco Mundial desarrolló un estudio que se basa en encuestas a empleadores y una encuesta única que mide por primera vez las habilidades cognitivas y socio-emocionales de la fuerza laboral y cómo éstas inciden en la empleabilidad, utilizando instrumentos desarrollados y probados por sicólogos de la personalidad y del desarrollo humano.
Los hallazgos corroboran lo que se sabe de las economías desarrolladas. La mitad de los empleadores Peruanos señala las carencias de habilidades cognitivas y técnicas en los trabajadores, y cerca del 40% destaca la falta de habilidades socio-emocionales relacionadas con la ética de trabajo, la confiabilidad y otras relacionadas con la capacidad para el trabajo en equipo, la persistencia, la capacidad de adaptación y la iniciativa. Iguales resultados arrojan encuestas a empleadores en países de la OCDE, como Estados Unidos e Inglaterra, y otros países de ingreso medio como la India. En palabras de un empleador Peruano: "Tratamos de evaluar las habilidades de comunicación y numéricas de los trabajadores a pesar de que sabemos que los vamos a tener que capacitar. Lo que no sabemos es si van a llegar a tiempo o si van a terminar la capacitación".
Y el mercado laboral lo corrobora: los trabajadores con mayores habilidades cognitivas y socioemocionales consiguen los mejores empleos -ganas más y están más satisfechos-, independientemente de su nivel de escolaridad. De hecho, la perseverancia es premiada tanto como la capacidad cognitiva en el mercado de trabajo del Perú urbano. Ya lo dice el refrán: El que persevera, triunfa.
Una buena base de habilidades genéricas no solo ofrece mejores perspectivas laborales a un graduado de la secundaria. También lo prepara para continuar con éxito una educación terciaria de mayor retorno. Los datos arrojan que al igual que en otros países, la habilidad cognitiva y la perseverancia para perseguir metas de largo plazo pesan más que las limitaciones financieras en determinar los jóvenes Peruanos que acceden a una educación universitaria. Tampoco sorprende: en muchas universidades públicas y privadas del Perú y América Latina los exámenes de admisión para medir la aptitud de los postulantes y la motivación individual son factores preponderantes.
Hay evidencia además de otros países de que las habilidades socio-emocionales, al igual que las cognitivas, reducen las tasas de incidencia de problemas sociales como son la delincuencia, abuso de sustancias, los embarazos de adolescentes y la obesidad. De manera que tienen un impacto mucho más amplio en el bienestar de la población.
Es necesario entonces priorizar las políticas sociales y educativas que permitan sentar las bases para desarrollar las capacidades cognitivas y socio-emocionales que hacen que las personas tengan una inserción laboral más productiva. Hoy sabemos que hay políticas y programas específicos de apoyo a la familia y a los centros educativos de probada efectividad que se han adoptado en varios países. Ejemplos de estas políticas y programas serán sujeto de una próxima entrega.
Para más información, visite el estudio y vea un video sobre las habilidades y la empleabilidad en el Perú.
Continuará...
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