La crisis climática en América Latina también entraña una crisis del agua. ¿Cómo avanzamos?

Habitante de comunidad en el Norte Grande argentino busca agua en una laguna Habitante de comunidad en el Norte Grande argentino busca agua en una laguna

Con alrededor de un tercio de los recursos hídricos del mundo, América Latina tiene la mayor dotación de agua per cápita, que casi cuadruplica el promedio mundial. Gracias a sus abundantes recursos hídricos, la región tiene la producción de electricidad más verde del mundo, dado que el 45 % se genera a través de energía hidroeléctrica y con una vasta agricultura. América Latina es la mayor exportadora neta de alimentos a nivel regional, lo que crea empleo para millones de hogares que dependen de la agricultura para su subsistencia.

El agua también es un insumo crucial para muchas pequeñas y grandes empresas. Cumple un papel fundamental en la reducción de la pobreza al acelerar el crecimiento económico y sustentar la abundante biodiversidad de la región. Durante las últimas tres décadas, además, el acceso a servicios de abastecimiento de agua y saneamiento ha dado lugar a una marcada disminución de las enfermedades transmitidas por el agua y ha mejorado las condiciones de vida, en particular de los habitantes de zonas urbanas. De hecho, durante la reciente crisis ocasionada por la COVID-19, el lavado de manos sistemático fue uno de los pilares de las estrategias de prevención.

No obstante, 150 millones de personas, o alrededor de la cuarta parte de la población en América Latina y el Caribe, viven en zonas donde el agua es escasa, y más de 400 millones carecen de servicios de saneamiento seguros.  Estas cifras aumentarán a medida que el cambio climático altere el ciclo del agua. Los glaciares andinos han retrocedido entre un 30 % y un 50 % durante los últimos 30 años, lo que pone en peligro la seguridad hídrica de las ciudades y las comunidades. Las cuencas hidrográficas se están degradando rápidamente, y el 25 % de los ríos, lagos y acuíferos están contaminados debido a la descarga de efluentes sin tratar derivados del uso municipal, industrial, minero y agrícola.

Las sequías que ha sufrido recientemente el Cono Sur del continente han afectado marcadamente la producción y la calidad de los cultivos en Argentina, Chile y Paraguay. Las inundaciones recurrentes causan daños por valor de USD 1700 millones cada año, mientras que los daños económicos producidos únicamente por las sequías durante los últimos 40 años ascienden en total a USD 24 000 millones. Esto pone en peligro los avances socioeconómicos que la región ha logrado con gran esfuerzo y acrecienta el riesgo de malestar social. Si no se adoptan medidas climáticas, la situación se agravará.

En el informe publicado recientemente por el Banco Mundial, El agua importa: Crecimiento resiliente, inclusivo y verde por medio de seguridad hídrica en América Latina se aboga con énfasis por asignar al agua un nivel prioritario en las agendas políticas nacionales. El agua debe ser un elemento central de los esfuerzos para promover la inclusión y el desarrollo humano y también de las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático. 

Para avanzar, los Gobiernos, los ciudadanos y los actores privados deben considerar al agua un activo estratégico, finito y manejable, y un bien que trasciende las fronteras. 

  • El agua es un activo finito. Esto supone la neecidad de un uso más eficaz y eficiente.  Las áreas de gestión del riego, del suelo y de la productividad del agua requieren atención. Los servicios de agua, desde los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento hasta los sistemas de riego y drenaje, se deben gestionar de manera más eficiente, con operaciones y mantenimiento adecuados y mayor sostenibilidad financiera para ampliar con más rapidez los servicios. Los hogares, las industrias y los prestadores de servicios deben ahorrar agua, optimizar su uso y reutilizarla de una forma más sistemática.
  • El agua es un activo manejable. Es necesario fortalecer las instituciones mediante la implementación de sistemas sólidos de gestión del agua . Las instituciones encargadas de la gestión de los recursos hídricos deben mejorar su autonomía técnica, rendición de cuentas y transparencia. Es necesario empoderar a las instituciones encargadas de las cuencas fluviales, así como mejorar la capacidad de los órganos reguladores en todos los niveles. Los países necesitan instrumentos de información, elaboración de modelos y planificación más adecuados para proteger y aprovechar sus activos de agua y prevenir y anticipar los riesgos hídricos. La tenencia del agua debe ser más firme y los riesgos hídricos se deben entender y gestionar de una manera más adecuada.

El Banco Mundial ya está trabajando con los Gobiernos de la región en la búsqueda de soluciones que permitan fortalecer la resiliencia de los países y las personas a las crisis climática e hídrica y, con ese fin, reúne a las partes interesadas, proporciona financiamiento específico y difunde experiencias internacionales y enfoques innovadores, entre ellos la digitalización, las soluciones basadas en la naturaleza (i) o los principios de la economía circular (i). Trabajando juntos, podemos lograr que la inigualable dotación de agua de América Latina sea el activo que debería ser para que podamos concretar la visión de un desarrollo más verde, inclusivo, resiliente y sostenible, incluso frente al cambio climático.


Autores

Anna Wellenstein

Director Regional, Asia Oriental y Pacífico, Grupo de Práctica en Desarrollo Sostenible, Banco Mundial

Midori Makino

Especialista principal en abastecimiento de agua y saneamiento - Banco Mundial para América Latina y el Caribe

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