En el Perú, viven más de 760 mil mujeres migrantes venezolanas. Las ollas comunes se han convertido en un espacio de integración con la cultura peruana.
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Desplazarnos a un país que no es el nuestro implica grandes desafíos. El principal: lograr integrarnos exitosamente al nuevo entorno, a su cultura, a sus costumbres.
El Perú ha recibido más de 1,5 millones de personas migrantes y refugiadas venezolanas y la mitad son mujeres. A ellas les resulta particularmente difícil que se respeten sus derechos, están en mayor riesgo de sufrir discriminación, violencia o incluso de ser parte de casos de trata de personas. Su condición migratoria y la ausencia de una red de apoyo reducen sus oportunidades para ser incluidas social y económicamente a través de contactos o conocidos.
Frente a la difícil situación, las ollas comunes se han convertido en un espacio que impulsa la integración de las migrantes y refugiadas venezolanas. Estos grupos, principalmente conformados por mujeres, son, en esencia, comunitarios, solidarios, integradores y generadores de redes de apoyo.
"La olla hizo que conociera venezolanos. La señora Silvia (de Venezuela) nos enseña a cocinar las carotas o hace carotas y nos trae”, comenta Teresa, líder de una olla común en Lima.
Las ollas comunes en el Perú
Históricamente, las ollas comunes han surgido en tiempos de crisis para alimentar a las personas en los entornos más vulnerables. Empezaron en los años 60, como respaldo a las huelgas y movilizaciones sociales y a lo largo del tiempo han aparecido como respuesta a crisis económicas, emergencias sanitarias y fenómenos de origen natural.
En 2020, en el Perú, las ollas comunes fueron cruciales para combatir la inseguridad alimentaria provocada por la crisis de la COVID-19. A 2021, se registraron más de 3 mil ollas comunes en Lima y ya se ha legislado sobre su financiamiento a nivel nacional, además de haberse firmado acuerdos con el sector privado y la Municipalidad Metropolitana de Lima para la recepción de donaciones.
Las características de las ollas comunes y su oportunidad de integración han sido parte de una investigación realizada por la Municipalidad de Lima y el Banco Mundial. El informe "Abordando las brechas de Derechos Humanos entre los migrantes y refugiados venezolanos considerando aspectos de género – Proyecto Ollas Comunes" muestra cómo aprovechar estos espacios para promover el acceso a Derechos Humanos como la alimentación, la integración y la no discriminación, incluyendo en su alcance a las mujeres venezolanas.
Principales hallazgos y recomendaciones del informe
Las ollas comunes —a las que se accede generalmente por invitación de los propios vecinos y vecinas— son espacios potencialmente provechosos para el intercambio de conocimientos entre mujeres peruanas y venezolanas, y se han convertido en una experiencia de valor emocional, que provoca sentimientos de pertenencia y contribuye a la creación de vínculos, redes de cuidado y soporte afectivo y material para las mujeres migrantes.
- Implementar actividades culturales, deportivas y sociales que permitan integrar a las mujeres migrantes venezolanas con sus pares peruanas. Compartir experiencias y espacios en común produce nuevos vínculos y abre las ollas comunes a mujeres que no forman parte del entorno familiar o amical de las lideresas de la organización.
- Fomentar el intercambio de experiencias entre ollas comunes de diferentes distritos para compartir aciertos y dificultades y fomentar tanto la solidaridad, como el aprendizaje mutuo.
- Mejorar capacidades de coordinación, liderazgo, gestión, mediación de conflictos, e impulsar la educación sobre generación de ingresos y emprendimiento. Esto permitiría a mujeres peruanas y venezolanas mejorar la valoración de su trabajo doméstico y visibilizar su aporte comunitario, empoderándolas económica y socialmente.
- Habilitar las ollas como plataformas de desarrollo local y como mecanismos para identificar personas que necesitan acceder a servicios de alimentación y otros servicios del Estado, incluyendo a la población migrante y refugiada a través del redimensionamiento de su alcance y rango de acción.
- Facilitar la aceptación de las personas migrantes por parte de la comunidad local, a través de campañas de comunicación enfocadas en Derechos Humanos e inclusión, y así prevenir prejuicios que pudieran provenir de los medios de comunicación.
Implementar estas recomendaciones abriría espacios seguros de acceso a Derechos Humanos, empoderamiento, conversación, intercambio de conocimientos, protección y apoyo mutuo para las mujeres venezolanas y para las mujeres en general. La comunicación, la empatía y la solidaridad son solo palabras, pero puestas en acción pueden ser verdaderamente transformadoras.
INFOGRAFÍA
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