La pandemia de la COVID-19 ha impactado la vida de todos y sus efectos sobre el empleo han permanecido en los países de América Latina y el Caribe (ALC) por casi dos años. Aunque las economías y los mercados laborales de la región comenzaron a recuperarse en 2021, los niveles de empleo y las condiciones laborales cambiaron innegablemente.
Con el fin de responder estas interrogantes y extraer algunas lecciones, examinamos, en colaboración con el PNUD, los datos recopilados en la primera ronda de Encuestas Telefónicas de Alta Frecuencia (HFPS, por sus siglas en inglés) llevada a cabo a mediados del 2021 en Latinoamérica y el Caribe. El informe completo está disponible en COVID Prolongado: Los Efectos Persistentes de la Pandemia en los Mercados Laborales de América Latina y el Caribe.
¿Qué ha pasado con las personas que perdieron su trabajo debido a la pandemia?
Una cuarta parte de los adultos que tenía empleo seguía sin trabajar a más de un año de la pandemia. Muchos de ellos dejaron el mercado laboral por completo y el abandono fue mayor en países como Chile, Argentina y México (también Haití).
A mediados de 2021, la tasa media de empleo de ALC estaba 11 puntos porcentuales por debajo de los niveles prepandemia; los trabajadores de Colombia, Panamá, Honduras y Chile sufrieron un gran deterioro de su situación . Igualmente, los trabajadores de Haití, pero dados los desafíos estructurales de este país resulta difícil atribuirlos solo a la COVID-19.
Los trabajadores más afectados fueron aquellos que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad. Las mujeres fueron las más impactadas por el COVID-19: un 38 % de ellas se encontraba sin trabajar a mediados de 2021 versus un 17 % de los hombres , y un número significativamente mayor de mujeres que de hombres pasó del empleo a la inactividad (alrededor de 14 puntos porcentuales). Sin embargo, las pérdidas de empleo más considerables las sufrieron las madres con hijos pequeños (0-5 años) (40 %), que han soportado más el peso del aumento de las responsabilidades de cuidado de los hijos y de las tareas domésticas no remuneradas.
Los jóvenes (18-29 años) y los adultos mayores (más de 65 años) también sufrieron mayores tasas de pérdida de empleo (29 % y 31 %, respectivamente) que sus homólogos de mediana edad (30-54 años) (22 %). Y mientras la mayoría de esos trabajadores más jóvenes siguieron buscando un empleo, más de tres cuartas partes de los trabajadores de más edad que dejaron de trabajar a mediados de 2021 salieron del mercado laboral.
¿Y qué ha sucedido con la calidad de los empleos?
En comparación a la situación prepandemia, a mediados de 2021 los trabajadores de ALC se encontraron con un mercado laboral diferente. Un número alto de trabajadores se trasladó a las microempresas y al trabajo por cuenta propia. Las horas semanales de trabajo remunerado disminuyeron y el trabajo informal aumentó. Panamá, Perú y Haití experimentaron el cambio de empleo más significativo hacia las microempresas, y el empleo en las grandes empresas se redujo más en Panamá y Costa Rica.
El empleo por cuenta propia también aumentó 5 puntos porcentuales en toda ALC, especialmente en Haití, Panamá y Perú. La proporción de empleo formal en toda la región también disminuyó en unos 5 puntos porcentuales, siendo Panamá, Nicaragua y Perú los más afectados. Por último, el promedio de horas de trabajo se redujo de 43 a 37 horas semanales en toda la región.
Algunas implicaciones de política pública
La región de América Latina y el Caribe ya contaba con una porción excesiva de trabajadores por cuenta propia y en microempresas, por lo que un desplazamiento adicional fuera de las empresas más grandes no es favorable . Estudios muestran que el aumento de la informalidad disminuye los ingresos procedentes del trabajo, lo que incrementa la desigualdad y limita el crecimiento económico.
A pesar de que algunas personas que no trabajaban antes de la pandemia encontraron oportunidades laborales, las tasas de inactividad siguieron siendo más altas que las de prepandemia en la mayoría de los países. La pandemia puede haber afectado la forma de tomar decisiones de los hogares. Sin embargo, esto también podría ser el resultado de las consecuencias en toda la economía, como salarios reales más bajos, demanda laboral estancada, escolarización híbrida, entre otros.
Aunque se requiere más investigación, los hacedores de política pública tendrán que considerar nuevas acciones para reincorporar a jóvenes y mujeres al mercado laboral.
Un mundo laboral pospandémico requerirá de nuevos acuerdos, opciones asequibles para el cuidado de los niños -especialmente para las actividades que requieren interacción en persona-, flexibilidad para trabajar desde casa o enfoques híbridos, y una conectividad digital generalizada, entre otras acciones.
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