Nota del editor: Invertir eficientemente en aguas residuales y otras infraestructuras de saneamiento es crucial para lograr beneficios de salud pública, mejorar el medio ambiente y la calidad de vida. Los servicios de agua, saneamiento e higiene administrados de manera segura son una parte esencial para prevenir enfermedades y proteger la salud humana durante los brotes de enfermedades infecciosas, incluida la actual pandemia de COVID-19. Más información en: El Grupo Banco Mundial y la COVID-19 (Coronavirus)
En las últimas dos décadas, Bolivia ha logrado avances importantes en el acceso al suministro de agua y servicios de saneamiento. Sin embargo, a pesar de que el acceso al agua potable y la recolección de aguas residuales han mejorado, la calidad de estos servicios todavía no es óptima, especialmente para la población más pobre. Interrupciones del servicio u obstrucciones en los sistemas de alcantarillado son comunes, así como deficiencias en la calidad del agua y el tratamiento de aguas residuales siguen siendo desafíos, sobre todo en zonas que sufren escasez de agua.
En Bolivia, se estima que solo el 27 % de las aguas residuales son tratadas (Programa de Agua y Saneamiento, 2016). De hecho, en las ciudades con más de 10.000 habitantes, la tasa de tratamiento de aguas residuales es de solo 39 %.
Mientras la infraestructura de las plantas de tratamiento de aguas residuales en ciudades como El Alto, Oruro, Cochabamba y Tarija necesita ser mejorada y ampliada; en La Paz, con casi 800.000 habitantes, ni siquiera existen instalaciones de tratamiento. En esta ciudad, que es además la sede de Gobierno, las aguas residuales no tratadas se descargan en los ríos Choqueyapu y La Paz que atraviesan extensas áreas urbanas, lo que produce contaminación del agua y pone en riesgo la salud humana.
La expansión urbana ha aumentado significativamente la demanda de agua para uso doméstico e industrial en Bolivia y las aguas residuales no tratadas se reutilizan con frecuencia para el riego en zonas con escasez de agua. El agua contaminada aguas abajo del río La Paz se utiliza para riego sin restricciones ante la falta de regulación de este uso, lo cual plantea riesgos potenciales para la salud de los consumidores urbanos de productos agrícolas, así como para la salud de los propios agricultores y sus familias.
Para hacer frente a estos desafíos, en 2017, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) empezó a elaborar una Estrategia Nacional para la Gestión y Reutilización de Aguas Residuales, cuyos principales objetivos son abordar la contaminación del agua y los problemas de salud pública causados por los bajos niveles de tratamiento de aguas residuales y su uso no regulado en la agricultura; y promover la reutilización dentro del concepto más amplio de una economía circular. La Alianza Mundial para la Seguridad Hídrica y el Saneamiento (GWSP, por sus siglas en inglés), un fondo fiduciario de donantes que es parte de la Práctica Global del Agua del Banco Mundial, ha estado prestando asistencia técnica para la formulación de la Estrategia.
Para lograr estos objetivos, específicamente en La Paz, es necesario construir una planta de tratamiento de aguas residuales, así como una red de interceptores y emisario para transportar las aguas residuales a esta planta.
Pero construir esta infraestructura es solo el primer paso. Para garantizar la sostenibilidad y eficacia del nuevo sistema de gestión de aguas residuales de La Paz, se requiere desarrollar e implementar planes robustos de operación y mantenimiento. También es necesario: i) fortalecer los marcos de políticas, institucionales, regulatorias y financieras, relacionadas con la gestión de las aguas residuales; ii) desarrollar la conciencia pública sobre la importancia del tratamiento de las aguas residuales y sus costos asociados; iii) promover la recuperación ambiental de los cursos de agua ubicados en las cuencas de los ríos Choqueyapu y La Paz, para reducir los riesgos a la salud pública y crear áreas verdes en la ciudad de La Paz; y, iv) optimizar la recuperación de recursos en el proceso de tratamiento de aguas residuales, para promover la reutilización de agua tratada y los biosólidos en la agricultura y la restauración de suelos.
Para cerrar la brecha en materia de saneamiento en Bolivia, también se debe ir más allá de las soluciones convencionales de recolección y tratamiento de aguas residuales y considerar arreglos no convencionales de saneamiento, incluidas soluciones de saneamiento descentralizadas y la gestión de lodos fecales domiciliarios, entre otros.
Nuestra experiencia en apoyar la gestión de aguas residuales, tanto a nivel regional como global, revela importantes lecciones , entre las que se incluyen:
- La elección de las tecnologías de aguas residuales debe basarse en el análisis de costos del ciclo de vida completo de la infraestructura (es decir, los costos de inversión y los costos de operación y mantenimiento).
- Las implicaciones sociales positivas de las instalaciones deben ser consideradas a lo largo de todo su ciclo de implementación: los empleos generados por la construcción, la operación y el mantenimiento de la planta; el incremento en el valor de las propiedades tras la mejora de los cuerpos de agua receptores; el acceso a fuentes de agua alternativas para los agricultores a partir de su reutilización; la mejora de la salud gracias a una mejor calidad del agua.
- La importancia de asegurar que los servicios públicos tengan la capacidad adecuada para operar y mantener el tratamiento de aguas residuales. En relación con ello, la necesidad de garantizar que los servicios públicos generen ingresos suficientes para cubrir los gastos de operación y mantenimiento.
El sector de agua y saneamiento comprende varias instituciones en Bolivia. Por ejemplo, el MMAyA, su Viceministerio de Agua Potable y Saneamiento Básico (VAPSB) y el Viceministerio de Recursos Hídricos y Riego (VRHR), son las autoridades del sector responsables de las políticas de agua y aguas residuales, estándares técnicos y las normas, y el presupuesto para las inversiones sectoriales cuando éstas son priorizadas por el gobierno central. Por otra parte, la provisión de servicios de agua y saneamiento es responsabilidad de los gobiernos municipales, los que pueden prestar estos servicios directamente o a través de Entidades Prestadoras de Servicios Básicos de Agua y Alcantarillado (EPSAs), que en las zonas urbanas normalmente adoptan la estructura de cooperativas municipales o de servicios.
Dada la estructura del sector, la colaboración intersectorial y de las múltiples partes interesadas resulta clave para el éxito de la estrategia boliviana de aguas residuales. Para lograr los objetivos de la estrategia, el gobierno nacional y los gobiernos municipales, así como las empresas prestadoras de servicios, con el apoyo del Banco Mundial y otros socios del desarrollo, están trabajando conjuntamente para incorporar los principios de economía circular en el diseño de la planta de tratamiento de aguas residuales de La Paz.
Las aguas residuales pueden ser un recurso valioso si existen las políticas, tecnologías e incentivos financieros adecuados . El Banco Mundial está dispuesto a apoyar a Bolivia para lograr el incremento de la cobertura de tratamiento y reutilización de aguas residuales, para reducir en última instancia la contaminación del agua y lograr la recuperación ambiental, mejorar la salud de la población y contribuir a mejorar la resiliencia climática en las zonas agrícolas que rodean a las ciudades y áreas urbanas.
Más información sobre el trabajo del Banco Mundial en agua y saneamiento
Acceso al informe De residuo a recurso: Cambiando paradigmas para intervenciones más inteligentes para la gestión de aguas residuales en América Latina y el Caribe
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