Los problemas de salud mental constituyen una de las principales causas de discapacidad en América Latina y el Caribe (ALC), afectando a una de cada cuatro personas en algún momento de su vida. La Organización Mundial de la Salud estima que la depresión y la ansiedad solas cuestan a la economía mundial 1 billón de dólares al año en pérdida de productividad.
En América Latina y el Caribe, donde las economías enfrentan el reto de incorporar a millones de jóvenes al mercado laboral, el costo de oportunidad de no invertir en salud mental es enorme. Invertir en salud mental no es solo una cuestión de justicia social y desarrollo humano: también es una estrategia económica que genera empleos, fortalece la fuerza laboral y mejora la competitividad del sector privado.
Tres oportunidades clave demuestran que invertir en salud mental también es relevante para la agenda de empleo en la región.
- Priorizar la creación de empleo en la atención primaria y comunitaria para mejorar el acceso a servicios de salud mental
La inversión en salud mental genera empleo directo, especialmente en la atención primaria de salud (APS) y en servicios comunitarios. En la mayoría de los países de ALC hay escasez de médicos especialistas en salud mental: en promedio, menos de dos psiquiatras por cada 100 000 habitantes, frente a más de 12 en los países de altos ingresos. Formar médicos de atención primaria, trabajadores comunitarios, enfermeras y trabajadores sociales en intervenciones psicosociales basadas en evidencia puede cerrar esta brecha y ofrecer apoyo accesible y culturalmente adecuado.
Solo entre el 20% y el 30% de las personas con trastornos mentales comunes en ALC reciben la atención que necesitan. Ampliar los servicios de salud mental en APS y en la comunidad no solo reduciría esta brecha, sino también los costos de salud, al detectar los problemas de forma temprana y prevenir enfermedades crónicas. Fortalecer la salud mental es, por tanto, una estrategia tanto de salud como de empleo.
- Liberar el potencial juvenil: salud mental y participación laboral
Los trastornos mentales suelen aparecer en etapas tempranas de la vida, cerca de la mitad antes de los 18 años. Sin embargo, muchos sistemas de salud y educación no ofrecen el apoyo necesario para su atención. Como resultado, muchos niños y adolescentes con problemas de salud mental enfrentan dificultades que pueden afectar su desempeño académico y su permanencia escolar, lo que limita el acceso a la educación superior y aumenta la probabilidad de desempleo o de obtener empleos inestables o de baja productividad. La región presenta un alto porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan (los llamados “ninis”): 28,7%. La depresión, la ansiedad o los trastornos por consumo de sustancias sin tratar dificultan su ingreso y permanencia en el mercado laboral.
Cada año se pierden en el mundo 12 mil millones de jornadas laborales por depresión y ansiedad. En ALC, esto significa millones de jóvenes cuyo potencial productivo no se aprovecha. Atender la salud mental desde edades tempranas puede transformar este desafío demográfico en una oportunidad. Inversiones focalizadas en programas escolares, centros juveniles comunitarios y plataformas digitales de salud mental pueden ayudar a integrar plenamente a esta generación en la fuerza laboral.
- Innovación del sector privado: invertir en salud mental en el lugar de trabajo
El sector privado tiene un papel clave. La salud mental no es solo un tema de salud pública; también es esencial para la competitividad, la retención de talento y la sostenibilidad empresarial. A medida que las empresas enfrentan presiones por mayor productividad, las intervenciones en salud mental laboral impulsadas por una cultura organizacional centrada en el bienestar están cobrando fuerza.
Por qué es importante para los negocios:
- Ausentismo, presentismo y rotación: Los trabajadores con dificultades de salud mental faltan más (ausentismo), rinden menos (presentismo) o dejan sus empleos prematuramente, lo que genera pérdidas por productividad y costos de contratación. En Colombia, un estudio de 2017 mostró que 70% de los pacientes con depresión mayor presentó ausentismo y casi todos presentismo. En promedio, cada paciente perdió 43 horas al mes por ausentismo y 51 horas por presentismo. Solo en Colombia, las pérdidas de productividad fueron estimadas en 840 millones de dólares en 2015.
- Bienestar como ventaja competitiva: En mercados laborales estrechos, los empleados cada vez más esperan un apoyo integral al bienestar como parte de su remuneración. Las empresas que promueven la salud mental pueden atraer talento, reducir el agotamiento y crear culturas más saludables.
Las innovaciones empresariales en salud mental no solo mejoran el bienestar de los empleados, sino que también generan un mercado incipiente para la tecnología de salud mental, los servicios de coaching, el desarrollo de plataformas y las consultorías de salud ocupacional, lo que impulsa la creación de más puestos de trabajo..
Hacia una agenda de salud mental impulsada por el empleo
Para aprovechar este potencial, los países de la región podrían enfocarse en cinco prioridades:
- Redirigir recursos de los hospitales psiquiátricos hacia la atención primaria y comunitaria.
- Ampliar la capacidad del personal de APS para ofrecer atención asequible, accesible y oportuna.
- Incorporar la salud mental en los programas para jóvenes: incluir el apoyo psicosocial en las escuelas y combinarlo con formación profesional, prácticas y búsqueda de empleo.
- Involucrar al sector privado: incentivar a las empresas para que adopten y amplíen los programas de salud mental que apoyan la productividad y la innovación.
- Escalar la innovación y las herramientas digitales para extender los servicios a zonas desatendidas.
En ALC, millones de jóvenes permanecen desconectados del trabajo, los sistemas de salud enfrentan escasez de personal y las empresas lidian con caídas de productividad. Invertir en salud mental no es un proyecto secundario: es una agenda de empleo, una estrategia de crecimiento y un camino hacia el desarrollo sostenible e inclusivo, y una prioridad que el Grupo del Banco Mundial apoya a través de conocimiento y financiación en toda la región. Con las políticas y alianzas adecuadas, las necesidades no cubiertas en salud mental pueden transformarse en empleo, productividad y esperanza.
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