¿Sabías que alrededor de 85 millones de personas con discapacidad en América Latina y el Caribe enfrentan barreras sistemáticas que las excluyen a ellas y a sus familias de los espacios económicos, sociales y políticos? Esto significa que el acceso desigual a la educación, los servicios de salud, el transporte y el empleo les impide ejercer derechos humanos esenciales.
En un informe regional, el Banco Mundial reitera su compromiso de abordar la exclusión por razón de discapacidad y trabajar para lograr un desarrollo más igualitario e inclusivo para todas las personas. Por eso, en reconocimiento del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, queremos reflexionar sobre lo que aún falta y el camino que se debe seguir para continuar #RompiendoBarreras y hacer visible lo invisible.
1. La pobreza y la vulnerabilidad: en uno de cada cinco hogares que experimenta pobreza extrema (que viven con USD 3,2 al día) hay al menos un integrante de la familia con discapacidad en América Latina y el Caribe , y existe una incidencia de pobreza monetaria superior al promedio (USD 5,5 al día) en los hogares con personas con discapacidad. Pero la pobreza en nuestra región no afecta a todos de la misma manera. Los pueblos indígenas y afrodescendientes representan alrededor de un tercio de la población latinoamericana, pero más de dos terceras partes de las personas que viven en pobreza extrema. Y esta capa adicional de exclusión se exacerba aún más en aquellos hogares que tienen un miembro de la familia con algún tipo de discapacidad. En todos los países, a excepción de Chile, los hogares donde vive una persona con discapacidad tienen más probabilidades de ser pobres si hay al menos un integrante se identifica como indígena o afrodescendiente.
Del mismo modo, los hogares encabezados por mujeres donde hay personas con discapacidad corren un mayor riesgo de caer en la pobreza, lo que es particularmente importante en esta época de múltiples crisis, en que se superponen la recuperación de la pandemia, el malestar social y las conmociones económicas. Esto hace que los hogares con personas con discapacidad sean susceptibles de verse afectados de manera desproporcionada por las crisis. Por ejemplo, en Brasil, cerca de la mitad de los hogares con personas con discapacidad aún no han recuperado los ingresos que tenían antes de la pandemia de la COVID-19 y más de la mitad no pueden financiar sus necesidades básicas.
2. La educación: los niños y jóvenes con discapacidad han experimentado barreras crónicas para acceder a la educación en América Latina y el Caribe y en todo el mundo. El 15 % de los niños con discapacidad no pueden ir a la escuela y aquellos que sí lo hacen, abandonan sus estudios antes de tiempo . Esto explica por qué 10 millones de personas con discapacidad no saben leer ni escribir. En países tan diversos como Brasil, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay, las personas con discapacidad tienen, en promedio, un 24 % menos de probabilidades de completar la educación primaria, y esa cifra aumenta al 30 % si se identifican como indígenas o afrodescendientes. Y, además, la crisis del aprendizaje que se registra en nuestra región como consecuencia del cierre sin precedentes de las escuelas durante la pandemia aumenta el riesgo de que se pasen por alto las necesidades específicas de estas poblaciones excluidas.
3. Las habilidades, el empleo y los resultados laborales: las disparidades en el mercado laboral intensifican la exclusión en el ámbito social, político y cultural. Una de cada 2 personas con discapacidad está fuera del mercado laboral y gana entre un 6 % y un 11 % menos que otros trabajadores sin discapacidad por hacer el mismo tipo de trabajo . Además, los lugares de trabajo que no son inclusivos suelen originar la exclusión laboral. Los empleadores a menudo discriminan a las personas con discapacidad que postulan a un trabajo, basándose en sesgos inconscientes y estigmas sociales. A pesar de que al menos 18 países cuentan con cupos de empleo para personas con discapacidad, la implementación de esta medida se encuentra rezagada.
4. La representación, la capacidad de acción y la resiliencia: la falta de representación y capacidad de acción tiene costos económicos y de desarrollo a nivel de las personas, los hogares y la sociedad. Las personas con discapacidad han luchado durante décadas para que se les escuche y se les permita participar en la toma de decisiones. “Nada sobre nosotros sin nosotros” ha sido el lema principal del movimiento mundial por los derechos de las personas con discapacidad desde los años noventa. Sin embargo, en varios países aún existen barreras para la participación plena y efectiva de las personas con discapacidad, como por ejemplo límites a su capacidad jurídica y/o derecho de voto .
La labor con los Gobiernos, la sociedad civil y las propias personas con discapacidad para eliminar las barreras garantiza que nadie quede rezagado. Solo juntos podemos aumentar la visibilidad de las personas con discapacidad, acabando con estigmas y estereotipos que han sido perpetuados por obstáculos sociales, económicos y políticos . Lo invitamos a compartir en la sección de comentarios más abajo cómo usted ayuda a poner fin las barreras con el fin de lograr la equidad para todos y la inclusión de todos, haciendo visible lo invisible.
Únase a la conversación