Tres estrategias para superar la crisis de aprendizaje en Argentina

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Niño leyendo en la escuela con un mapa detrás

Iniciando el nuevo año escolar en Argentina, surge una pregunta clave ¿cómo podemos mejorar el aprendizaje de los estudiantes, con foco en los más vulnerables? El contexto no es sencillo, después de 79 semanas con las escuelas cerradas.

Ya antes de la pandemia, el estado de la educación en Argentina era crítico, tal como mostraron algunos datos del Cuarto Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019), que evaluó el sistema educativo en 18 países de la región.

Según los resultados ERCE, antes del cierre de escuelas, la mayoría de los estudiantes argentinos de primaria no alcanzaban un nivel de desempeño mínimo en lectura y matemática. En concreto, casi la mitad de los estudiantes de tercer grado no alcanzaban este nivel de desempeño mínimo - 46% para lectura y 49% para matemática - y para sexto grado, 2 de cada 3 no alcanzaban este nivel (68% para lectura y 87% para matemáticas).

ERCE también encuentra que las mayores diferencias en aprendizajes en Argentina, y en la región, se encuentran al interior de las aulas: en un mismo salón de clases conviven estudiantes que están aprendiendo a reconocer las letras y otros que ya pueden leer cuentos completos. Esto plantea un enorme desafío para los docentes, que en el regreso a clases se encontrarán con unas brechas entre estudiantes aún más ampliadas y necesitarán aplicar una pedagogía personalizada que se adapte al nivel de aprendizaje de cada uno de ellos.

En la última evaluación regional, Argentina se destaca por ser uno de los países con mayores pérdidas de aprendizaje entre 2013 y 2019. Junto con Panamá, Guatemala y México, el país registró pérdidas significativas de aprendizaje para todos los grados en lectura y matemáticas. Más preocupante aún, las brechas por nivel socioeconómico persisten y se ampliaron en esos años. Los estudiantes de menores niveles socioeconómicos y aquellos provenientes de pueblos originarios son los más afectados.  

De continuar, esta tendencia, el país no logrará cumplir con los estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas que prevén los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para 2030.

Lo más preocupante es que los resultados de ERCE muestran una foto del sistema antes del cierre de escuelas en 2020, que ha tenido efectos tremendamente negativos en los aprendizajes de los estudiantes y ha ampliado las brechas para los más vulnerables.

En este contexto, además de mantener las escuelas abiertas, cumplir el calendario escolar y los protocolos de seguridad, hay tres acciones prioritarias para este 2022:

  1. Monitorear a los estudiantes de manera individualizada. Con los estudiantes reincorporados, es fundamental el uso de los sistemas de información nacionales y/o provinciales para un seguimiento individualizado de la asistencia y resultados de los estudiantes e implementar sistemas de alerta temprana para monitorear sus trayectorias educativas. Con esta información, las autoridades nacionales y provinciales, los equipos técnicos, directores, y docentes, pueden tomar medidas focalizadas en los estudiantes que más lo necesiten.
  2. Enfocarse en habilidades fundacionales de lenguaje y matemática que permitan a los estudiantes avanzar en su trayectoria de aprendizaje, asegurando una sólida base desde los primeros años. Las tecnologías que se adaptan a los ritmos individuales de aprendizaje de cada niño pueden ser grandes aliadas de los docentes para el apuntalamiento de habilidades cognitivas fundacionales.
  3. Generar información para comprender la situación actual de los aprendizajes de cada estudiante. La enorme disparidad de niveles educativos entre los estudiantes amerita usar diferentes tipos de evaluaciones con objetivos e instrumentos complementarios. En primer lugar, es básica la realización de pruebas estandarizadas de aprendizaje -como la prueba APRENDER que se hizo en 2021- que brinden información periódica de los niveles de aprendizaje en el sistema educativo. Pero, además, es necesario complementar con evaluaciones de tipo formativo que brinden información a docentes, para poder conocer en qué nivel de aprendizaje está cada estudiante, ofrecer actividades y recursos de aprendizajes adecuados a dicho nivel. Las experiencias de Chile, Brasil y Francia pueden dar lecciones relevantes para el contexto argentino.

Todo esto con el fin de ofrecer un apoyo integral a los estudiantes, priorizando su salud y desarrollo socioemocional. También es prioritario que los docentes tengan los apoyos necesarios y estén preparados para la recuperación escolar, así como para el aprendizaje a distancia.

El camino para superar esta crisis es priorizar las áreas de inversión que mayores retornos dan en términos de aprendizaje, con acciones de efectividad comprobada y orientadas a los grupos de estudiantes más desaventajados.

Para ir hacia un futuro con mejores resultados educativos, es necesario reconstruir el sistema educativo argentino desde sus cimientos, poniendo la evidencia como guía y los aprendizajes como norte.


Autores

Enrique Alasino

Especialista sénior en educación

Helena Rovner

Especialista sénior en Educación

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