Venezolanos en Chile, Colombia, Ecuador y Perú: fuente potencial de desarrollo

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Venezuelan refugees and migrants gather outside the bus station in the northern Chilean city of Iquique. © UNHCR/Nicolo Filippo Rosso Refugiados y migrantes venezolanos se reúnen afuera de la estación de autobuses en la ciudad de Iquique, en el norte de Chile, con la esperanza de continuar su viaje a Santiago, la capital de la nación del Cono Sur. © ACNUR/Nicolo Filippo Rosso

David es un ingeniero informático que llegó a Ecuador en 2018 proveniente de Venezuela. Debido a la falta de documentación, no pudo encontrar trabajo relacionado con su profesión, así que decidió aprender carpintería. Ahora trabaja con Alexander, un experimentado carpintero ecuatoriano. "Las personas de Venezuela pueden apoyar a Ecuador. Muchos de nosotros somos profesionales en diferentes áreas y junto con los ecuatorianos, podemos ayudar a que este país progrese", dice David.

David es uno de los 7.7 millones de venezolanos que han emigrado en los últimos 10 años. El éxodo venezolano es actualmente uno de los movimientos humanos de mayor magnitud en el mundo y el más significativo para un país no que no está en guerra. Además, no hay señales de que la situación se revierta en un futuro cercano . Cerca del 80 % de los venezolanos en el exterior reside en países de América Latina, principalmente en Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Brasil, donde pueden realizar contribuciones importantes a las economías locales.

Este flujo de venezolanos de gran magnitud puede aportar beneficios económicos de proporciones similares. Se espera que entre 2017 y 2030, los venezolanos aumenten el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en Chile, Colombia, Ecuador y Perú en un promedio de 0,15 a 0,30 puntos porcentuales al año. La migración, a cualquier escala, puede generar beneficios para las comunidades receptoras al aumentar la oferta de trabajo (especialmente en sectores donde ésta escasea), expandir las habilidades de la fuerza laboral y proporcionar una base impositiva más amplia.

Potenciales beneficios para países de acogida

  • Aumento en la oferta de mano de obra (especialmente en sectores donde ésta escasea), trabajadores calificados y mayor recaudo tributario (base impositiva más amplia).
  • Incremento en la productividad, especialmente cuando los venezolanos pueden acceder a trabajos al nivel de sus capacidades.
  • Efectos positivos en crecimiento económico, gracias a la oferta adicional de mano de obra y una mayor demanda agregada.

Cuando se gestionan correctamente, a través de políticas y arreglos institucionales adecuados, los flujos migratorios pueden traer beneficios sustanciales a las comunidades y países receptores. Esto se debe hacer desde un enfoque de mediano y largo plazo para asegurar que estos beneficios se materialicen.

El reporte Una oportunidad de desarrollo: venezolanos en Chile, Colombia, Ecuador y Perú, financiado por el Centro Conjunto de Datos sobre Desplazamientos Forzosos (Joint Data Center on Forced Displacement), examina la situación socioeconómica de los venezolanos en estos cuatro países receptores, mientras compara su perfil con el de las personas en sus comunidades de acogida. Basado en encuestas realizadas en cada país, el informe proporciona una caracterización socioeconómica detallada de esta población y provee sugerencias para apoyar su integración socioeconómica.

Los venezolanos migran en familia: 47 % en Chile, 65 % en Colombia y 57 % en Ecuador . Esto requiere provisión de servicios básicos, como educación y salud, incluyendo servicios de atención a la población de temprana edad. La demanda adicional ejerce presión sobre la provisión de estos servicios, especialmente en las áreas donde se concentran los migrantes. Sin embargo, la mayor actividad económica y la expansión de la base impositiva pueden compensar el costo de ampliar estos servicios a medio y largo plazo.

Los venezolanos son más jóvenes que la población local, la gran mayoría en el rango de edad de entre 25 y 45 años; años muy productivos en el mercado laboral. Además, tienen dos años más de educación en promedio que las personas en las comunidades anfitrionas . Su inclusión económica es crucial para promover su contribución al crecimiento del PIB de los países de acogida y las políticas públicas deben facilitar su acceso al mercado laboral. Sin embargo, su participación en el mercado laboral puede traer consecuencias negativas para grupos vulnerables como mujeres y personas con poca educación, lo que requiere que los gobiernos también aseguren el apoyo a estos trabajadores.

Los venezolanos a menudo están empleados en ocupaciones por debajo de sus calificaciones y experiencia, limitando las ganancias económicas de la migración. La validación de credenciales, títulos académicos, así como de su experiencia profesional puede ayudar a mejorar la utilización productiva de la mano de obra que ofrecen, aumentando los beneficios de su participación en la economía.

De forma similar, se debe considerar su integración a la sociedad más allá del mercado laboral. La mayoría de los venezolanos han expresado la intención de quedarse en el país de acogida (cerca de tres cuartas partes en Chile, Colombia y Perú), y la integración social es un precursor importante de la cohesión social a largo plazo. Sin embargo, el nivel de integración social de los venezolanos es bajo en los cuatro países, y cuando ocurre, se limita a actividades religiosas.

Ya sea como causa o consecuencia de la falta de integración social, entre el 26 y el 40 % de los venezolanos en Colombia, Chile, Ecuador y Perú reportan haber sido discriminados . Esto a pesar de que comparten un idioma y numerosos referentes culturales con los locales. Las campañas de información y las intervenciones dirigidas a promover el comportamiento prosocial entre los locales pueden contribuir a solucionar este problema, pero deben estar bien focalizadas y adaptadas al contexto y la idiosincrasia locales.

Componentes clave de la respuesta de política pública

  • Registro y perfil actualizado de los migrantes.
  • Inclusión económica, especialmente en trabajos que concuerden con formación, habilidades y credenciales.
  • Acceso a servicios básicos (a través de sistemas nacionales).
  • Promover la inclusión social y comportamientos prosociales hacia los migrantes.

Programas de integración para fomentar la formación de capital social entre migrantes y locales pueden ayudar a mejorar la cohesión social, crucial para la cooperación y para prevenir comportamientos discriminatorios . Incentivar comportamientos prosociales hacia los venezolanos puede ayudar a los migrantes a desarrollar un sentimiento de pertenencia y, por lo tanto, maximizar su potencial para el desarrollo de las comunidades receptoras.

Siguiendo el ejemplo de David y Alex, quienes trabajan juntos y comparten cultura y experiencias, los países de acogida pueden encontrar oportunidades para progresar invirtiendo en políticas que promuevan la integración socioeconómica de los venezolanos. Estas políticas públicas deben garantizar su acceso a servicios básicos y asegurar que se materialicen los potenciales retornos positivos asociados con estos flujos. Será una inversión de la que no se arrepentirán en el futuro.

 

 

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Autores

Carolina Mejia-Mantilla

Economista Sénior en la Práctica de Pobreza y Equidad

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