Publicado en Blog de Datos

Cinco datos que se deben saber sobre la igualdad de género y el capital humano

El Índice de Capital Humano (ICH), puesto en marcha por el Grupo Banco Mundial en octubre de 2018, es un método simple, pero poderoso de medir la productividad futura de los niños nacidos hoy, en comparación con la que podrían tener si hubieran contado con una educación completa y plena salud. El índice está conformado por tres componentes importantes del capital humano: escolarización, salud y supervivencia. Los datos desglosados por sexo del ICH ponen énfasis en las cuestiones de género, una prioridad del Grupo Banco Mundial, y especialmente en garantizar la inversión equitativa en el capital humano de los niños y las niñas.

En este Día Internacional de la Alfabetización, y sobre la base de información contenida en el Portal de datos sobre género (i) del Banco Mundial, presentamos cinco datos relacionados con el género y el capital humano.

1. A nivel regional se ha logrado avanzar mucho en la disminución de las brechas en capital humano existentes entre niños y niñas. 

En 126 países donde disponemos de datos del ICH desglosados por sexo, las niñas están, en promedio, en una situación ligeramente mejor en todas las regiones y todos los grupos de países clasificados por nivel de ingreso en las dimensiones que mide el ICH, como las tasas de retraso del crecimiento. De hecho, la distancia entre el capital humano de un país y la frontera (1 en el gráfico anterior) es mucho mayor que cualquier disparidad de género.

Al desglosar esto por los componentes del ICH, se registra un patrón similar en las tasas de retraso del crecimiento y de la supervivencia de adultos. No obstante, el panorama que se observa en educación es más complicado.

2. Sin embargo, en muchas regiones las brechas de género en perjuicio de las niñas continúan en la educación, en tanto que en otras regiones han surgido brechas de género que afectan a los niños .

Pese a los impresionantes logros en el mundo en materia de escolarización de las niñas, el componente de educación del ICH muestra que los niños tienen un mayor número de años esperados de escolarización que las niñas en los países de ingreso bajo y en las regiones de África al sur del Sahara y Asia meridional. En 10 de 24 países de ingreso bajo, el número de años esperados de escolarización de los niños es por lo menos 1 desviación estándar mayor que el de las niñas. Los puntajes armonizados de las pruebas indican que las niñas también obtienen resultados de aprendizaje levemente inferiores que los niños en los países de ingreso bajo. Esto contrasta con los países de ingreso alto y de ingreso mediano donde no se observa un patrón claro de diferencias de género, al menos en los puntajes de matemáticas (consultar este blog).

Sin embargo, un patrón cada vez observado y analizado (consultar este informe de la UNESCO) es que en algunas regiones surgen brechas de género en los resultados que perjudican más a los niños que las niñas, sobre todo en América Latina y el Caribe. Esta tendencia sugiere que esto se verá en el futuro inmediato en Asia oriental y Asia meridional.

3. Existe aún una gran diferencia en la alfabetización entre mujeres y hombres adultos en muchas regiones .

Dadas las grandes inversiones en oportunidades de educación en los últimos años, las brechas de alfabetización en la población adulta son bastante diferentes que entre los jóvenes. Desde 1985, la diferencia en las tasas de alfabetización entre hombres y mujeres jóvenes se redujo en todas partes. Algunas brechas se mantienen entre los jóvenes de hoy en Oriente Medio y Norte de África, Asia meridional y África al sur del Sahara. Sin embargo, la brecha de género es considerablemente menor en comparación con la diferencia respecto de la frontera en materia de alfabetización universal.

No obstante, las mujeres que son ahora adultas están aún en desventaja en comparación con los hombres, y estas brechas son mayores. Campañas integrales de alfabetización de adultos serían necesarias para salvar las diferencias de alfabetización entre las actuales poblaciones de adultos.

4. Solo podemos observar brechas que podemos medir.

Cabe consignar una importante salvedad con respecto a estas observaciones. En la mayoría de las regiones, la situación de la disparidad de género en el capital humano no está completamente clara, debido a la escasa disponibilidad de datos. Hasta el 20 % de los países incluidos en la clasificación del ICH de 2018 no tienen datos desagregados por sexo, sobre todo en África al sur del Sahara, Asia meridional y Asia oriental y el Pacífico.

Las diferencias en los datos desagregados por sexo en el ICH se deben principalmente a la falta de datos de años esperados de escolarización y de resultados de las pruebas. Si bien las tasas de retraso del crecimiento desagregadas por sexo no existen para muchos países, estas no originan una brecha en los datos desagregados por sexo en el ICH porque el índice se puede generar solo con las tasas de supervivencia de adultos si no existen tasas de retraso del crecimiento. Aumentar la disponibilidad de datos desagregados por sexo permitirá a más países evaluar la magnitud de las disparidades de género, aplicar las políticas adecuadas y garantizar que nadie quede rezagado.

5. Se debe utilizar el potencial de capital humano para avanzar en materia de productividad y crecimiento compartido .

Pese a la mejora del capital humano de las niñas, el potencial de este de transformarse en oportunidades económicas podría seguir estando desaprovechado. La participación de las mujeres adultas en la fuerza laboral en todo el mundo es 27 puntos porcentuales más baja que la de los hombres.  Las brechas de género salariales se mantienen en alrededor del 20 % y la mayoría de ellas “siguen siendo inexplicables por las diferencias en educación” (consultar este informe [PDF, en inglés] de la OIT). Numerosos factores explican esto, como la discriminación laboral por razones de sexo; las normas sociales desventajosas sobre los roles en el hogar y en el mercado; la falta de cuidado infantil y políticas de licencias adecuadas (tanto para los padres como las madres); acoso sexual y transporte inseguro; limitaciones específicas en el acceso a las finanzas y los mercados, y obstáculos legales y normativos para constituir empresas y hacerlas crecer. Por ejemplo, este blog (i) indica que aún existen barreras que impiden a las mujeres recibir capacitación pertinente y acceder a empleos de mayor productividad.

A menos que estos problemas se solucionen y las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en el mercado laboral, los avances serán limitados en términos de aportes al crecimiento económico y mejoras en el bienestar. La percepción de un bajo retorno en el mercado laboral de la escolarización podría también desalentar a las familias y no enviar a las niñas a la escuela  y frenar futuros avances en la enseñanza de las niñas. Esto representa una oportunidad para los encargados de la formulación de políticas y la comunidad del desarrollo para impulsar la igualdad de género y eliminar las barreras aún existentes.


Autores

Daniel Halim

Microeconomista aplicado del Grupo de Género del Banco Mundial

Únase a la conversación

Este contenido no se mostrará públicamente
Caracteres restantes: 1000