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Cuatro observaciones sobre el amor, el matrimonio y el desarrollo

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Para muchos, el matrimonio es el pináculo, la celebración máxima del amor. Sin embargo, el mercado matrimonial no solo está motivado por el amor y la compatibilidad, sino que también refleja una serie de factores sociales y económicos (vea esta reseña [PDF, en inglés]). En el ejemplo clásico de Rosenzweig y Stark (1989) (i), el matrimonio es un mecanismo para suavizar el consumo y hacer frente a los riesgos. La probabilidad de contraer matrimonio (i) puede verse afectada por las aspiraciones matrimoniales, la atracción emocional, el embarazo y la necesidad de independizarse.

Los factores sociales y económicos influyen en el momento en que ocurre el matrimonio. Tanto la dote (de la novia al novio) como el precio de la novia (del novio a la novia) pueden incentivar a los padres a casar a sus hijas a una edad más temprana (vea esta reseña [i]). Sin embargo, un cambio temporal y brusco de los ingresos (i) puede modificar la estructura de incentivos en dos diferentes prácticas: retrasar (con la dote) y acelerar (con el precio de la novia) el matrimonio de las hijas.  Eventos como la orfandad (i) también influyen en el momento en que ocurre el primer matrimonio.

El matrimonio es, entonces, una compleja mezcla de decisiones personales y familiares, de factores económicos y sociales.

Exploramos los patrones de matrimonio, en términos de la edad a la que las personas se casan por primera vez en todo el mundo, utilizando indicadores desglosados por sexo entre países disponibles en el Portal de datos e género del Banco Mundial (i). Debido a la escasez de datos entre países, solo analizamos los matrimonios heterosexuales.

  1. En todas las regiones, las mujeres se casan más jóvenes que los hombres y la edad promedio del primer matrimonio aumenta lentamente tanto para los hombres como para las mujeres.
     

En 2015, las mujeres en promedio se casaban por primera vez a los 24 años y los hombres a los 27 años. Esta edad varía según la región. En Asia meridional tanto las mujeres como los hombres se casan por primera vez a una edad más temprana: 20 años y 25 años, respectivamente. En Europa y Asia central se casan a una edad mayor: 27 años en el caso de las mujeres y 30 años en el caso de los hombres.

La edad promedio en la que se contrae matrimonio por primera vez aumentó en un año en todo el mundo desde 1995, tanto en el caso de los hombres como en el caso de las mujeres. El aumento más marcado se produjo en América Latina y el Caribe. En el caso de los hombres, la edad aumentó de 26 años en 1995 a 28 años en 2015 y en el caso de las mujeres de 23 años en 1995 a 26 años en 2015.

La edad en la que se contrae matrimonio por primera vez tiene consecuencias en el nivel educativo, la participación en la fuerza laboral, la salud y el riesgo de violencia. En algunos contextos, una vez que los individuos abandonan la educación formal, nunca regresan. Las mujeres también tienden a asumir desproporcionadamente la responsabilidad del cuidado de los hijos, lo que hace que salgan de la fuerza laboral después de dar a luz.

  1. El matrimonio precoz se correlaciona con el hecho de tener más hijos.

En los países donde las mujeres se casan a edades más tardías, estas dan a luz a menos hijos a lo largo de su vida. Las mujeres que se casan a los 21 años tienen, en promedio, 3,1 nacimientos, mientras que las mujeres que se casan a los 25 años tienen 2,4 nacimientos. El patrón decreciente parece disminuir gradualmente después de aproximadamente dos nacimientos, que es la tasa de sustitución para una población.

Los investigadores suelen utilizar la edad del primer matrimonio y la diferencia de edad entre los cónyuges como indicadores de la capacidad de acción y decisión de la mujer. Cuando las mujeres se casan más jóvenes, tienden a tener una gran diferencia de edad con sus maridos, lo que, a su vez, se asocia con una menor capacidad de toma de decisiones. Es posible que las novias jóvenes no puedan negociar el sexo seguro con sus maridos, lo que da lugar a una maternidad temprana y a una mayor fecundidad. En África y América Latina, también se asocia con mayores tasas de infección por el VIH.

  1. La diferencia de edad a la cual los hombres y las mujeres contraen matrimonio disminuye con el nivel de ingreso del país.

A medida que aumenta el nivel de ingreso del país, tanto los hombres como las mujeres se casan a una edad más tardía. Sin embargo, en comparación con los hombres, la edad a la que las mujeres se casan por primera vez aumenta más rápidamente con el nivel de ingreso; por lo tanto, la brecha está disminuyendo según el nivel de ingreso del país.

Una explicación razonable puede ser que los países más ricos tienen, en promedio, un mayor nivel educativo. Un estudio en los  Estados Unidos (i) ofrece evidencia de que los individuos con más escolaridad tienen más probabilidades de interactuar y casarse con compañeros de la misma edad.

  1. El matrimonio infantil sigue siendo generalizado, especialmente en África al sur del Sahara y en Asia meridional.

Las estadísticas más recientes sobre el matrimonio infantil son asombrosas. En promedio, más de una de cada cinco mujeres se casaron por primera vez a los 18 años. Sin embargo, esto varía significativamente entre las distintas regiones y dentro de cada región. África al sur del Sahara y Asia meridional registran las tasas más altas, con un 34 % y un 29 %, respectivamente. En estas regiones se observan también las mayores variaciones. En África al sur del Sahara, las tasas de matrimonio infantil van desde un mínimo del 4 % en Sudáfrica, a una mediana del 32 % en Comoras, y hasta un máximo del 76 % en Níger. En Asia meridional oscila entre un mínimo del 2 % en Maldivas y un máximo del 59 % en Bangladesh.

Además de ser una forma de violencia contra las niñas, el matrimonio infantil también tiene costos económicos reales con repercusiones sustanciales en los ingresos, la productividad y el consumo per cápita; el gasto privado y público, y los costos no monetarios y sociales (visite www.icrw.org/publications/economic-impacts-child-marriage [i]). Poner fin al matrimonio infantil es lo correcto tanto desde el punto de vista social como económico.


Autores

Daniel Halim

Microeconomista aplicado del Grupo de Género del Banco Mundial

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