Esta publicación forma parte de una serie de blogs (i) relativo a los objetivos de desarrollo sostenible y los datos de la edición 2016 de los Indicadores del desarrollo mundial .
Más de 500 000 personas fueron víctimas de homicidios intencionales en 2012, mientras que en 2014 hubo más de 100 000 muertos producto de la guerra. Los episodios de este tipo de violencia y conflicto pueden revertir los esfuerzos de desarrollo y desmantelar rápidamente los logros obtenidos durante un largo tiempo, junto con las dimensiones social, física, y de economía política.
Se estima que alrededor de una quinta parte de la población mundial se encuentra en una situación de fragilidad, conflictos o violencia, abarcando los 35 países de la Lista armonizada de situaciones frágiles del Banco Mundial, así como los focos de violencia en otras naciones. En estas zonas, lograr las metas y las aspiraciones de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) será un gran desafío. Las naciones no violentas gobernadas con justicia y transparencia proporcionan las plataformas óptimas para implementar estrategias y programas de desarrollo y el ODS 16 procura “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”. Si bien puede ser difícil controlar de manera directa el progreso en esta dirección, se dispone de datos y estimaciones sobre los muertos o afectados de otra manera por la violencia y los conflictos en las regiones de todo el mundo y la fragilidad coexistente.
En América Latina se registra la tasa de homicidios más alt
Proteger la vida de las personas es una de las obligaciones más importantes de los Estados. Las metas 16.1 y 16.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se centran en reducir o eliminar todas las formas de violencia. Los homicidios intencionales ocurren en todos los países, pero las tasas varían ampliamente en las diferentes regiones. A nivel regional, los datos de 2012 muestran que América Latina y el Caribe registró la tasa más alta de homicidios, con un promedio de 23 por cada 100 000 habitantes al año: casi cuatro veces más alta que el promedio mundial. Asia oriental y el Pacífico tuvo la tasa más baja, llegando a solo 2 homicidios por cada 100 000 habitantes.
En 2014, la cifra de muertes producto de la guerra fue la más alta desde 1989
Las muertes relacionadas con los conflictos también se consideran como un indicador de la paz (o de su ausencia). Desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha habido una tendencia a la baja en este tipo de decesos, excepto en el año 2000, cuando el conflicto armado entre Etiopía y Eritrea causó 50 000 muertes. Sin embargo, según el Programa de Datos sobre Conflictos Armados de la Universidad de Uppsala, (i) en 2014 una escalada de varios conflictos, junto con la violencia extrema en Siria, provocó que se registrara la tasa más alta de muertes relacionadas con combates desde 1989.
En 2014, más de 54 000 personas murieron en Siria, y en Iraq y Afganistán fallecieron alrededor de 12 000 personas como consecuencia de la guerra. Estas cifras son evidentemente conservadoras y se refieren solo a las muertes producidas en los combates, y no a las víctimas fatales indirectas como resultado de los conflictos, por ejemplo, debido a un menor acceso a la asistencia de salud. Además, el hecho de concentrarse exclusivamente en los fallecimientos provocados por las guerras ignora otras repercusiones negativas de los conflictos, como los lesionados que dejan los conflictos bélicos.
Se estima que 60 millones de personas han sido “desplazadas por la fuerza”
En situaciones de fragilidad, conflictos y violencia, las personas y su vida cotidiana se ven amenazadas y su entorno se vuelve peligroso. Se estima que el número de personas que se han visto obligadas a huir de tales condiciones —desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo— asciende a 60 millones, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. En 2014, los refugiados provenían en su mayoría de regiones frágiles: 4,5 millones de Oriente Medio y Norte de África y 4,4 millones de África al sur del Sahara. Estas dos regiones son también las que conceden el mayor número de asilos.
Buscar datos sobre el impacto de la justicia
La confianza entre los ciudadanos y los Gobiernos se erosiona y los derechos humanos no se respetan en las regiones afectadas por conflictos y donde abunda la violencia. Las economías informales tienden a florecer y los recursos minerales y naturales se pueden explotar, lo que podría impulsar nuevos conflictos y disponer del financiamiento para sostenerlos. La meta 16.3 de los ODS busca que los países promuevan sistemas fuertes de justicia y el Estado de derecho para proporcionar mecanismos de resolución de disputas relacionadas con la tierra y los recursos, hacer que los Gobiernos rindan cuentas, y dar la confianza a las empresas para que se involucren en contratos y los cumplan. Una herramienta que puede usarse para hacer el seguimiento es el porcentaje de la población que ha experimentado una disputa; que ha recurrido a un mecanismo de resolución de conflictos formal, informal, alternativo o tradicional, y que siente que el proceso fue justo. Aunque todavía no es posible tener un alcance mundial, en las últimas dos décadas se ha desarrollado una metodología de encuestas apropiada, la cual ha sido usada por las oficinas nacionales de estadísticas de más de 25 países en todas las regiones.
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