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Invertir en los refugiados y en quienes los reciben: un enfoque desde la perspectiva del desarrollo

Estudiantes en una escuela en el Líbano. © Dominic Chavez/Banco Mundial Estudiantes en una escuela en el Líbano. © Dominic Chavez/Banco Mundial

En la actualidad hay más refugiados en el mundo que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.  Son alrededor 26 millones de personas que han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza y han huido a otros países escapando de situaciones de fragilidad, conflicto y violencia (FCV).

Esta semana, en el Foro Mundial sobre los Refugiados se ha hecho hincapié en lo que los titulares de los medios del mundo a menudo no mencionan: que el 85 % de los refugiados son recibidos por países en desarrollo y que, luego de cinco años, las tres cuartas partes de los refugiados aún no han regresado a sus hogares.  Estos desplazamientos tan prolongados pueden ser devastadores.

Todos los refugiados, en especial las mujeres, quedan expuestos a niveles más altos de violencia y explotación. Los que buscan empleo a menudo encuentran pocas oportunidades y pueden verse obligados a trabajar de manera ilegal o en condiciones peligrosas. Una “generación perdida” de niños refugiados tal vez no llegue a disfrutar de buena salud, educación y una infancia estable, y contará con escasas habilidades productivas y perspectivas laborales.

El acceso a puestos de trabajo, oportunidades y servicios de salud y educación a largo plazo para los refugiados son algunas de las razones por las que nuestros accionistas están pidiendo al Banco Mundial que se involucre más activamente a la hora de abordar el desplazamiento forzado.  Ellos reconocen que las inversiones en el ámbito del desarrollo pueden realizarse con un enfoque a largo plazo y servir de complemento a las respuestas humanitarias inmediatas que se ponen en marcha frente a las crisis, con lo que contribuyen a reducir el impacto perjudicial del desplazamiento prolongado. Por otro lado, este planteamiento se corresponde también con las necesidades de las comunidades receptoras de los países en desarrollo, muchas de las cuales piden que se apliquen enfoques integrales que tengan en cuenta sus propias necesidades, además de las de los refugiados.

Por lo tanto, hace varios años que el Banco Mundial viene incrementando su apoyo a los refugiados y a las comunidades receptoras en respuesta a la creciente crisis mundial relacionada con el desplazamiento forzado. En el Foro Mundial sobre los Refugiados anuncié que, como parte de la decimonovena reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-19), en el curso de los próximos tres años se destinarán USD 2200 millones a un mecanismo para los refugiados y las comunidades receptoras, lo que constituye un nuevo incremento respecto de los USD 2000 millones asignados durante el ciclo anterior.

Si bien dicho mecanismo constituye la principal fuente de financiamiento para los refugiados y las comunidades receptoras en la AIF, se ve complementado por hasta USD 1000 millones provenientes de otros recursos de la institución, como la asignación destinada al mecanismo específico para países afectados por situaciones de FCV, que se duplicó al aumentar a USD 14 000 millones en el marco de la AIF-18. De cara al futuro, en el nuevo paquete de la AIF-19 se incrementa esta asignación a USD 18 700 millones en apoyo a los países afectados por situaciones de FCV. También se espera que estos países reciban gran parte de los fondos de un nuevo mecanismo de financiamiento de USD 2500 millones para impulsar al sector privado y generar empleo.

Asimismo, el Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias del Banco Mundial, que proporciona financiamiento en condiciones sumamente favorables a los países de ingreso mediano que reciben una gran cantidad de refugiados, también ha incrementado su volumen de financiamiento. Durante el mismo período, las donaciones realizadas a países de ingreso mediano se han duplicado al pasar de USD 160 millones a USD 320 millones.

Además de ayudar a los refugiados y las comunidades receptoras en forma directa, al abordar los factores subyacentes de las situaciones de fragilidad y conflicto, el Banco Mundial busca reducir los factores que pueden obligar a las personas a huir de sus hogares. Con el paquete de la AIF-19 se abordarán varias esferas que revisten importancia crítica a largo plazo, a saber:

  • Educación: porque la mitad de los refugiados son niños, queremos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar una generación perdida.
  • Puestos de trabajo: porque son clave para la autonomía y la dignidad tanto de las comunidades receptoras como de los refugiados, que suelen vivir en regiones rezagadas.
  • Género: debido a la terrible experiencia por la que están atravesando varias mujeres y niñas refugiadas.
  • Prevención y preparación: porque debemos reducir estas crisis y enfrentarlas de forma más adecuada.
  • Datos y evidencias: porque con ellos se ayuda a garantizar que nuestras intervenciones lleguen a las personas indicadas y generen los resultados previstos. Por ejemplo, para medir mejor el impacto de los flujos de refugiados en quienes los reciben y orientar nuestras respuestas, hemos establecido el Centro de Datos Conjuntos sobre Desplazamiento Forzado con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Esta ampliación del enfoque refleja nuestro compromiso de asumir la responsabilidad compartida, cerciorándonos de hacer lo que nos corresponde para satisfacer las necesidades a más largo plazo de los refugiados. También muestra un reconocimiento más general dentro del Banco Mundial de que nuestra misión de poner fin a la pobreza extrema nos llevará a implementar un mayor número de operaciones en entornos de FCV: es probable que para 2030 casi la mitad de las personas extremadamente pobres de todo el mundo vivan en estados frágiles, y nuestro financiamiento seguirá a esas personas. 

El Banco Mundial ha comenzado a adoptar una actitud más activa para brindar apoyo a los refugiados y las comunidades receptoras como parte de su misión de desarrollo.  Hemos evolucionado para poder abordar los conflictos y la fragilidad antes, durante y después de las crisis y garantizar el apoyo a los más pobres y vulnerables, y su inclusión. Además, nuestro apoyo está diseñado para complementar los esfuerzos humanitarios y hacer frente a las dimensiones económicas y sociales a mediano plazo de la crisis.

A principios del año próximo, esperamos finalizar la versión preliminar de la estrategia del Grupo Banco Mundial para situaciones de conflicto, fragilidad y violencia. Esto permitirá sistematizar nuestro compromiso institucional respecto de las situaciones de FCV a través del financiamiento, el diálogo sobre políticas, los análisis, los cambios en las operaciones y las alianzas. Nuestro énfasis en los refugiados, las comunidades receptoras y las personas vulnerables de los países frágiles seguirá vigente el tiempo que sea necesario.


Autores

Axel van Trotsenburg

Director gerente sénior, Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial

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