El concepto de frontera me ha fascinado durante toda mi vida. ¿Qué nos ha traído hasta aquí? ¿Qué sigue? Cuando era niño, mi libro favorito era “Ten Thousand Whys” (Los 10 000 porqués), una serie de ciencia popular con todo tipo de preguntas aparentemente triviales como “¿Por qué hay menos estrellas en el cielo en invierno?”
Escribí mi tesis de doctorado sobre la teoría de frontera de posibilidades de producción eficiente: cómo identificar las unidades más eficientes en una red de producción y medir la frontera técnica. Más tarde me volví más bien macroeconomista y mi interés se amplió a fin de identificar los países ubicados en la frontera del crecimiento. Posteriormente, comencé a estudiar a los pensadores más profundos y me convencí de que la humanidad se encuentra en una importante nueva frontera de la evolución cósmica.
En la Corporación Financiera Internacional (IFC), siento que puedo seguir mi profunda convicción acerca de la finalidad de la vida humana. Creo que hay dos fronteras que avanzan en el mundo actual: una social y otra tecnológica. El crecimiento económico, más que nunca, es impulsado por estas dos fronteras. El desafío es cómo lograr que las personas aprovechen su potencial productivo existente y cómo llevar la frontera tecnológica a nuevos niveles.
Estas dos fronteras son inseparables en el sentido de que el crecimiento tiene que ver cada vez más con maximizar el poder del cerebro. Los avances tecnológicos crean más riqueza y capital, lo que a su vez permite que más capacidad cerebral empuje la frontera tecnológica. Estamos lejos de la plena utilización de la capacidad cerebral existente en la Tierra. Millones y millones de jóvenes brillantes y motivados no tienen cubiertas las necesidades básicas vitales, y mucho menos una educación o un ambiente de trabajo adecuado para usar sus talentos. Este es el mayor desperdicio y el mayor potencial de la humanidad, una realidad cruel en la que esperamos poder marcar una diferencia, para mejor.
¿Dónde se puede encontrar un mejor lugar para trabajar, teniendo en cuenta el mandato de IFC en la combinación de ambas fronteras? Nuestros objetivos —acabar con la pobreza e impulsar la prosperidad compartida— tienen que ver fundamentalmente con movilizar la capacidad humana y desarrollar el potencial humano.
Es más fácil decir que hay que superar ambas fronteras, que hacerlo. La convergencia social y económica entre los países ricos y pobres ha sido un proceso dolorosamente lento y desigual, mientras que el crecimiento de la productividad en los países más avanzados se ha desacelerado después de una breve explosión en la década de 1990. El progreso, en el sentido de ser más feliz, más productivo y tener un impacto más significativo que la generación anterior, se ha vuelto menos alcanzable para una gran parte de la población.
Creemos que sabemos mucho sobre cómo superar las dos fronteras, pero todavía tenemos mucho que aprender a través de la práctica. IFC, que está en la intersección entre los sectores público y privado, debe hablar los lenguajes de las finanzas y los resultados, de la tecnología y la cultura, de las condiciones locales y las tendencias mundiales. Hablamos de cómo hemos crecido enormemente desde 1956, sin embargo, seguimos siendo “una gota en el océano” en términos de inversiones en el mundo en desarrollo. La tarea es increíblemente desafiante y fascinante.
Les dejo las siguientes preguntas. ¿Cómo nos aseguramos de que:
- Se entienda bien el papel del sector privado en el empuje de estas fronteras;
- Nuestro papel en la promoción y el apoyo al sector privado en estos esfuerzos sea lo más sólido posible, y
- Trabajamos en los programas y proyectos de mayor impacto en estas áreas?
¿Cómo ampliamos las líneas de actividad de IFC para tener el mayor impacto posible en estas fronteras?
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