Hace dos años, cuando Loretta Ibrahim se inscribió en el programa de conocimientos digitales “Click-On Kaduna”, la idea de una pandemia mundial le resultaba inimaginable. En el marco de dicho programa, se ha brindado capacitación a casi 1200 jóvenes afectados por conflictos en el estado nigeriano de Kaduna a fin de prepararlos para aprovechar las oportunidades en el mercado digital.
Este año, cuando la COVID-19 (coronavirus) impulsó a muchas empresas a volcarse a las tecnologías digitales, Loretta, de 23 años, estaba lista. “La experiencia con el programa Click-On Kaduna ha sido espectacular desde todo punto de vista”, afirmó. “Como ya tenía las habilidades necesarias, me acaban de contratar para que maneje la imagen de dos clientes en los medios sociales”.
Iniciativas como el programa Click-On Kaduna, que pusieron en marcha el Banco Mundial, la Fundación Rockefeller y el Gobierno del estado de Kaduna, son esenciales para reducir la brecha digital entre mujeres y hombres.
Sin embargo, a medida que el mundo se vuelve cada vez más conectado digitalmente, las mujeres siguen estando rezagadas con respecto a los hombres en el uso de las tecnologías digitales, sobre todo de las tecnologías móviles. Esto significa que tienen menos probabilidades que los hombres de acceder a servicios vitales como las transferencias monetarias, información médica, contenido educativo u oportunidades de empleo.
Incluso antes de la pandemia, las mujeres de los países de ingreso mediano y bajo tenían un 8 % menos de probabilidades que los hombres de poseer un teléfono celular. Asimismo, hay 300 millones menos de mujeres que usan internet móvil, lo que representa una brecha de género del 20 % (PDF, en inglés). Actualmente, se prevé que esta brecha digital de género empeorará debido a la COVID-19.
La pandemia pone de relieve que el acceso a las tecnologías digitales es imprescindible en épocas de crisis. Por ejemplo, en India, donde la brecha de género en la titularidad de teléfonos inteligentes ronda el 60 %, los investigadores (i) han concluido que la mayoría de las mujeres pobres son propensas a ser excluidas del programa de transferencias de efectivo digitales establecido por el Gobierno. Ello se debe a que carecen de acceso a cuentas bancarias digitales o no tienen conocimiento de ellas.
Para abordar estas brechas, los Gobiernos y el sector privado deben elaborar su respuesta a la pandemia basándose en un enfoque de género. Ya existen algunos casos prometedores. Togo, que acaba de nombrar por primera vez a una mujer para ocupar el cargo de primer ministro, puso en marcha recientemente el programa de transferencias de efectivo digitales “Novissi” (que se traduce como “solidaridad”) para ayudar a los trabajadores informales durante la pandemia. Las mujeres y los hombres reciben el equivalente a USD 20 y USD 17 por mes, respectivamente, para cubrir necesidades básicas como alimento, agua, electricidad y servicios de comunicaciones. En el marco del programa, se asigna más dinero a las mujeres, dado que es más probable trabajen en el sector informal y que tengan a su cargo las necesidades básicas de la familia, como los alimentos y la nutrición.
Asimismo, en Myanmar, la empresa Wave Money, que ofrece servicios financieros móviles, se ha asociado con la Unión Europea y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos con el propósito de distribuir el equivalente a EUR 5 millones a los trabajadores de la industria de la indumentaria afectados por la pandemia.
El programa Reducir la Brecha de Género mediante el Desarrollo Digital Inclusivo, que el Banco Mundial puso en marcha recientemente, es otro buen ejemplo que tiene como objetivo sacar provecho de la alianza mundial EQUALS para promover la igualdad de género en el ámbito digital. EQUALS, fundada en 2016 por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la Asociación GSM, el Centro de Comercio Internacional (CCI), la Universidad de las Naciones Unidas y ONU-Mujeres, convoca a los sectores público y privado para reducir la brecha digital de género. Mediante este nuevo programa del Banco se pondrán en marcha y evaluarán tres actividades piloto de alfabetización digital para mujeres y niñas en África.
Si bien estas iniciativas son un paso en la dirección correcta, los sectores público y privado pueden hacer más para cerrar la creciente brecha digital de género mientras los países se enfrentan a la COVID-19. Si la brecha de género en la telefonía móvil no se aborda directamente, las mujeres se quedarán rezagadas a medida que las sociedades y las economías sigan avanzando con el proceso de digitalización.
Para encarar la brecha, es necesario, en primer lugar, mejorar la calidad y la disponibilidad de los datos desglosados por sexo sobre el acceso a la telefonía móvil y su uso con el objeto de orientar mejor las estrategias, establecer metas y seguir de cerca los avances logrados.
En segundo lugar, debemos abordar los obstáculos que las mujeres deben sortear en términos de acceso, asequibilidad, conocimientos y habilidades, y seguridad y protección, y permitirles acceder con mayor facilidad a contenidos, productos y servicios relevantes.
- Acceso: para las mujeres que viven en zonas pobres y alejadas, los servicios de telefonía móvil y de internet en muchos casos están fuera de su alcance, dado que suelen estar disponibles solo fuera del hogar o en lugares que son inseguros o inaccesibles. Las mujeres también enfrentan dificultades para obtener los documentos de identidad que se requieren para abrir cuentas. En Somalilandia, Telesom introdujo una cuenta simplificada en cuanto a la verificación de la identidad del cliente para que las mujeres que no tienen documento de identidad puedan acceder al servicio de dinero móvil. Para abrir una cuenta bajo esa modalidad, no se requiere identificación formal: basta con un nombre, una foto, la fecha de nacimiento y detalles de contacto. Telesom también reclutó a más oficiales mujeres para alentar a las mujeres a solicitar el servicio de dinero móvil.
- Asequibilidad: los costos de conectividad y de los dispositivos pueden reducir la capacidad de las mujeres de beneficiarse de los servicios móviles, dado que suelen tener menos independencia económica, menores ingresos y menos acceso a fuentes de financiamiento externo que los hombres. En muchos países, las mujeres son también más propensas a tener equipos de menor calidad y suelen obtenerlos más tarde que los hombres. En Kenya, donde las mujeres tienen un 39 % menos probabilidades de acceder a servicios de internet móvil, Safaricom se asoció con Google para ofrecer el teléfono inteligente más accesible (i) del país. Cada dispositivo viene cargado con 500 megabytes de datos gratuitos durante el primer mes.
- Conocimientos y habilidades: en muchos países, hay una mayor proporción de mujeres analfabetas y con menos educación que de hombres en esas mismas condiciones; a menudo, dichas mujeres también carecen de habilidades digitales y de la confianza para utilizar los servicios de telefonía móvil y de internet. Por lo tanto, enfrentan obstáculos a la hora de acceder a los servicios digitales. En 15 países de África al sur del Sahara y de Asia, la empresa Viamo, en asociación con operadores de redes móviles, presta servicio de información que los interesados pueden solicitar de forma gratuita llamando al 321. De este modo, las mujeres pueden acceder a contenidos educativos interactivos y a capacitación para adquirir habilidades digitales.
- Seguridad y protección: si bien los teléfonos celulares e internet pueden servir de medio para las amenazas que siempre han existido (como el acoso) y para nuevas formas de amenazas (como el robo de identidad en línea), estos servicios también pueden ayudar a las mujeres a sentirse más seguras. Como parte de un proyecto del Banco Mundial en Perú, se pondrá en funcionamiento una línea de ayuda para mujeres víctimas de violencia doméstica, similar al servicio de emergencias 911 de Estados Unidos. Esta línea ayudará a las mujeres a utilizar las tecnologías digitales para denunciar instancias de abuso tanto durante la pandemia como después de la crisis.
- Contenidos y normas sociales relevantes: para cerrar la brecha de género es necesario brindar acceso a contenidos, productos y servicios relevantes, y respaldar la creación de un ecosistema de aplicaciones y servicios que se ajuste a las necesidades, preferencias y capacidades de las mujeres y las niñas. En Nigeria, Equal Access International se asoció con una estación de radio local para producir un show en el que se abordan los estereotipos de género, se cuestionan tabúes culturales y se promueve el uso de tecnologías digitales entre mujeres y niñas.
A través de las políticas (PDF, en inglés) gubernamentales se pueden respaldar estos esfuerzos para encarar los singulares desafíos que enfrentan las mujeres. Acelerar las reformas regulatorias —por ejemplo, reduciendo impuestos a sectores específicos y derechos aduaneros— puede contribuir a que los servicios móviles sean más asequibles para el usuario final, sobre todo las mujeres, que representan la mayoría de las personas no conectadas. En los mercados donde existen fondos de servicio universal, se debería examinar el potencial de dichos fondos, en consulta con el sector, para lograr que los servicios de telefonía y de internet móviles sean asequibles para las mujeres. Cuando corresponda, se podrían incluir proyectos que se centren en la adopción de esos servicios por parte de las mujeres.
La brecha de género en el ámbito de las tecnologías digitales y móviles no se cerrará por sí sola. Debemos trabajar juntos y adoptar medidas en forma coordinada. Las causas profundas de la brecha de género relacionada con la tecnología móvil son complejas, tienen carácter diverso y están interrelacionadas, por lo que no pueden ser abordadas por una sola organización.
Durante las Reuniones Anuales de 2020 del Grupo Banco Mundial, que se llevaron a cabo la semana pasada, ministros y dirigentes del sector privado se comprometieron a seguir promoviendo esta agenda. Ahora es el momento de unir fuerzas para garantizar que las mujeres no queden rezagadas en un mundo que cambia rápidamente, y donde la conexión digital ha pasado a formar parte de la nueva normalidad.
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