Tras varias semanas de confinamiento y estricto distanciamiento social, algunos países están comenzando a reanudar las actividades. Este proceso, sin embargo, seguramente será lento y hasta es posible que se reintroduzcan las medidas si los contagios vuelven a aumentar. El levantamiento gradual de las medidas de confinamiento en Nueva Zelandia (i), Austria, Francia, Alemania y otros países (i) probablemente incidirá en la respuesta de otros países cuando lleguen a una etapa similar de la pandemia de COVID-19 (enfermedad por coronavirus).
Esta flexibilización del confinamiento y otras medidas adoptadas debido a la crisis no constituye un regreso a las actividades usuales, sino una transición a una “nueva normalidad”. Es la primera etapa en el camino hacia la recuperación. Con probables diferencias de un contexto a otro, la actividad económica retornará gradualmente, pero será muy distinta para los trabajadores y las empresas. Después de todo, los impactos del aumento del desempleo y subempleo (PDF, en inglés) no desaparecerán, y las condiciones del mercado laboral podrían empeorar a medida que se eliminen poco a poco las medidas de emergencia. De acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las horas de trabajo a nivel mundial se redujeron un 4,5 % en el primer trimestre de 2020, en comparación con el último trimestre de 2019. En todo el mundo, se calcula que las tres cuartas partes de los trabajadores informales se han visto afectados gravemente por los confinamientos o están trabajando en los sectores donde el impacto ha sido mayor. ¿Qué pueden hacer los Gobiernos para ayudar a los trabajadores a adaptarse a esta nueva normalidad?
Esta flexibilización del confinamiento y otras medidas de la crisis no constituye un regreso a las actividades usuales, sino una transición a una “nueva normalidad”.
Los Gobiernos deben seguir implementando medidas sólidas para respaldar a los trabajadores. Tres pilares pueden contribuir a crear las condiciones necesarias para la recuperación del mercado laboral, a saber:
En primer lugar, elaborar una estrategia para salir de las medidas de emergencia vigentes.
Los países de todo el mundo han respondido con firmeza ante la crisis, a menudo mediante la implementación de paquetes de ayuda sin precedentes para las empresas (i) y los trabajadores (PDF, en inglés) con el objeto de sostener los medios de subsistencia, salvar empleos y preservar la capacidad productiva de las empresas. No obstante, estas medidas, debido a su naturaleza y al costo fiscal, deben tener un plazo limitado. Cuando los países llegan a la primera etapa de la recuperación, es hora de pensar en retirar o adaptar estas medidas (PDF, en inglés) según sea necesario. En el caso del apoyo a las empresas (i), esto implica prestar más atención a la viabilidad y respaldar las innovaciones y las inversiones en medidas de adaptación a una nueva forma de hacer negocios (i). En lo referente a los trabajadores, los subsidios salariales orientados a preservar los puestos de trabajo (i) se pueden transferir gradualmente a mecanismos de promoción del empleo, que se complementen con medidas para respaldar las oportunidades laborales de los grupos vulnerables. Es necesario ampliar los programas de protección laboral para que cubran a un mayor número de trabajadores (i), y deben mejorarse las condiciones de seguridad en el lugar de trabajo para el retorno a las actividades. Se deberá establecer una estrategia de salida diferente para cada sector, dado que algunos se recuperarán más rápido, mientras que la incertidumbre, el distanciamiento físico y las limitaciones de movilidad en algunas actividades seguirán siendo más restrictivas que en otras (PDF, en inglés).
En segundo lugar, establecer el momento oportuno para brindar apoyo adaptado a las necesidades de los trabajadores.
La elección del momento oportuno es clave. Las crisis anteriores (visite esta página [i], esta página [i] y esta página [i]) nos han enseñado que los trabajadores que comienzan a buscar trabajo durante una recesión se ven afectados por los graves impactos negativos en el empleo y los ingresos que no sufren aquellos que eligen un mejor momento. Los recién graduados, las personas que buscan empleo por primera vez y los trabajadores que han perdido su empleo forman el núcleo de lo que se podría denominar la “generación de la COVID-19”. Ese grupo de personas debería ser el principal objetivo de las políticas para evitar impactos a largo plazo. Cuanto más tiempo permanezcan sin empleo o subempleados, mayores serán las dificultades para revertir los impactos (PDF, en inglés) de la crisis. Dado que los efectos dañinos (i) suelen afectar especialmente a los trabajadores poco calificados y más vulnerables (PDF, en inglés), es fundamental dedicar más atención a sus necesidades. Los subsidios salariales tradicionales que respaldan las nuevas contrataciones son un instrumento importante, como también lo son las medidas complementarias que respaldan la inserción laboral, entre ellas la capacitación en aptitudes técnicas y socioemocionales orientada a lograr que los trabajadores adquieran nuevas y mejores habilidades, así como los servicios de intermediación para facilitar la transición laboral. La tecnología puede impulsar la implementación de dichos programas del mercado de trabajo, dado que permite reducir al mínimo el contacto físico y también lograr que los programas sean más específicos y eficaces en función de los costos.
Por último, estimular la demanda laboral en general y los medios de subsistencia.
Incluso cuando se reanuden las actividades comerciales, es posible que las cadenas de valor locales e internacionales se hayan fracturado y que muchos países ya estén en recesión o lo estarán muy pronto. Esto genera un círculo potencialmente vicioso que reducirá la demanda laboral durante un período más prolongado, incluso después de la disminución de la emergencia sanitaria. Por lo tanto, será fundamental estimular la demanda laboral a través del sistema tributario y el gasto público, así como mediante programas de asistencia social. Los programas de asistencia social (i) se deberán mantener, en particular, en el caso de los trabajadores informales y las empresas familiares de los países en desarrollo, a fin de contribuir a sostener los medios de subsistencia. Estos programas se pueden interrumpir a un ritmo más lento que en el caso de otras medidas de emergencia relacionadas con la COVID-19. Las obras públicas (i), incluidas las novedosas obras públicas digitales (i), son otro de los importantes instrumentos normativos que pueden ayudar a estimular la demanda laboral en el camino hacia la total recuperación.
Hasta entonces: manténgase conectado para obtener más información acerca de las políticas de empleo para la transición a una nueva normalidad (i).
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