En septiembre de 2000, líderes mundiales se comprometieron con el logro de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM).
Hasta entonces, pocos se atrevían a pensar que metas como poner fin a la pobreza extrema y el hambre, dar acceso universal a la educación o reducir la mortalidad materna serían posibles de conseguir. Ahora, a 500 días de que se venza el plazo de 2015, los ODM dejaron de ser un acto de imaginación y se han convertido en un desafío que muchos dirigentes creen que se pueden alcanzar.
De hecho, el objetivo de reducir a la mitad el número de personas que viven con menos de US$1,25 al día se ha logrado, al menos a nivel mundial. Incluso teniendo en cuenta el importante aumento de la población mundial, hubo 700 millones de personas menos en situación de pobreza extrema en 2010 que en 1990. Unos 2300 millones de personas han obtenido acceso a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua; las condiciones de vida de 100 millones de habitantes de barrios marginales han mejorado; y la desigualdad de género entre niños y niñas en la educación primaria ha disminuido.
Estas mejorías en las capacidades humanas ayudarán a asegurar que la reducción de la pobreza sea permanente.
El progreso en el cumplimiento de los ODM —y específicamente en la reducción de la pobreza— ha sido más decidido en los países donde el crecimiento ha sido sostenido, las instituciones han aportado paz y estabilidad, y las políticas se han dirigido a ayudar a las personas de escasos recursos económicos. China e India, en conjunto, sacaron de la pobreza a unos 232 millones de personas.
Por otro lado, el avance ha sido en general más lento en los países afectados por conflictos, crisis económicas y ambientales, y marcos normativos más débiles. Las tasas de pobreza nacionales más altas siguen registrándose en África al sur del Sahara y Asia meridional. Y a nivel nacional, la pobreza tiende a concentrarse entre las minorías étnicas, las mujeres, las personas con discapacidades o en ciertas zonas geográficas desfavorecidas.
Por lo tanto, queda mucho por hacer, y un impulso para acelerar el progreso en los próximos 500 días marcará una diferencia real en la vida de las personas y fortalecerá las bases de la agenda de desarrollo posterior a 2015.
A medida que la tasa de pobreza disminuya en todo el mundo, será cada vez más difícil reducirla aún más. La exclusión social, la lejanía, la vulnerabilidad al cambio climático y los conflictos plantean los desafíos más difíciles. Según estimaciones de una reciente investigación del Banco Mundial, si el ingreso per cápita de cada país aumenta a la tasa media anual de los últimos 20 años, la pobreza mundial será menos del 8 % en 2030, una cifra muy superior al objetivo de pobreza mundial del 3 % del Banco Mundial. En este escenario, 18 países tendrán todavía tasas de pobreza que sobrepasarán el 30 % en 2030. Los objetivos no se conseguirán si todo sigue igual.
La agenda posterior a 2015 debe completar la “asignatura pendiente” de los ODM, inspirando al mundo con una visión más amplia sobre la sostenibilidad ambiental, social y económica. Los excelentes informes del Grupo de Alto Nivel de la ONU sobre la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015 y el Grupo de Trabajo de composición abierta sobre los objetivos de desarrollo sostenible (i) parecen confluir en este punto.
La estrategia del Banco Mundial considera la eliminación de la pobreza como un tema básico, y establece un doble objetivo: reducir el porcentaje de personas que viven con menos de US$1,25 al día a menos del 3 % de la población mundial para 2030, y promover la prosperidad compartida mediante la mejora de las condiciones de vida del 40 % de la población más pobre de cada país.
Para lograr esto se necesita un crecimiento más estable e inclusivo, así como políticas que aumenten las capacidades humanas y mejoren el acceso a los mercados para ayudar a crear oportunidades duraderas que permitan reducir la pobreza. La comunidad internacional debe trabajar conjuntamente con los Gobiernos para fortalecer las capacidades de manejo de las crisis mundiales, reducir los riesgos ambientales y aumentar el financiamiento para el desarrollo. Un sólido marco de rendición de cuentas de la prestación de los servicios a los ciudadanos, reforzado con datos de buena calidad y mecanismos eficaces de medición de los resultados, debe respaldar los planes de acción concretos a nivel nacional.
A partir del 18 de agosto de 2014, faltan 500 días para que se cumpla el plazo previsto para el logro de los objetivos de desarrollo del milenio. Únase a Devex y a la Fundación de las Naciones Unidas para difundir los avances ya logrados en los ODM y conseguir apoyo para mantener el impulso. Vea nuestra página en Storify (i) y envíenos un tuiteo usando #MDGmomentum.
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