Piense en esto: en el momento en que tomaba el desayuno esta mañana, la población urbana mundial aumentaba en unas 15 000 personas. Esta cifra se incrementará a 180 000 personas para el final del día y a 1,3 millones para el final de la semana. En un planeta con tanta cantidad de espacio, este ritmo de urbanización es como apiñar toda la humanidad en un país del tamaño de Francia.
En las ciudades vive la mayor parte de la población mundial, es donde se producirá cada vez más crecimiento demográfico y donde pronto se encontrará la mayor parte de la pobreza.
Pero, ¿por qué tantas personas eligen las ciudades? Los pobres fluyen constantemente hacia Río de Janeiro, Nairobi y Mumbai en busca de algo mejor. Las personas más pobres que llegan a las ciudades desde otros lugares no son irracionales ni están equivocadas. Se trasladan a las zonas urbanas porque las ciudades ofrecen ventajas que no podrían encontrar en otros lugares. El índice de pobreza entre los recién llegados a las grandes ciudades es más alto que el de los residentes antiguos, lo que sugiere que, con el tiempo, la fortuna de los habitantes de las ciudades puede mejorar considerablemente.
El flujo de personas hacia las ciudades hace que las zonas urbanas sean dinámicas, pero es imposible ignorar los riesgos de la pobreza concentrada. Siempre que las personas se apiñan, es más fácil intercambiar ideas o bienes, pero también es más fácil intercambiar bacterias y propagar violencia. Cuando esas personas apiñadas son desproporcionadamente pobres, los riesgos aumentan, porque tienen menos recursos para manejar este tipo de problemas por su cuenta.
La alta concentración de población y pobreza exige políticas públicas más eficaces que aborden los costos de la densidad. También se amplifican los riesgos que enfrentan los pobres por asentarse en zonas propensas a los desastres naturales, como las inundaciones y los terremotos. Se estima que unos 870 millones de habitantes urbanos estarán expuestos a estos riesgos para 2050.
Debemos empezar a conversar sobre el papel de la protección social para las personas que viven en zonas urbanas. Este debería ser un papel dinámico y catalizador que refuerce la movilidad ascendente a través de un mejor acceso a las redes de protección, los servicios sociales, la vivienda y las oportunidades de trabajo adaptadas a los entornos urbanos.
Estoy en Beijing, China, donde unas 250 autoridades de 75 países, ministros, alcaldes, jefes de departamento y expertos, tanto de la esfera de la protección social como del desarrollo urbano, se han reunido por el Foro de Aprendizaje Sur-Sur 2015. Es el primer evento mundial que analiza los conocimientos emergentes y las innovaciones prácticas en el área aún inexplorada de la protección social en las ciudades.
Permítanme destacar algunos ejemplos de colaboración del Grupo Banco Mundial con los Gobiernos para mejorar la protección social en las ciudades:
Aquí en China, apoyamos al Gobierno a integrar los programas de asistencia social, incluso en las zonas urbanas. La finalidad es garantizar un programa de red de protección nacional con objetivos precisos y que funcione bien, para llegar a más de 20 millones de personas en las ciudades de todo el país.
En México, colaboramos con el Gobierno para dar a conocer el avanzado programa Prospera, que aprovecha la gran experiencia que el país ha reunido a partir de los programas de transferencias condicionadas de efectivo, PROGRESA y Oportunidades. Prospera encarna un compromiso renovado con la pobreza urbana y una estrategia más deliberada para enfrentarla. Nuestro apoyo está ayudando a llegar a más de 25 millones de beneficiarios, al tiempo que mejora la coordinación y la ampliación de nuestra comprensión sobre qué funciona.
Y en Etiopía, estamos apoyando el nuevo Programa de Redes de Protección Productivas Urbanas. El proyecto forma parte del plan gubernamental a 10 años para abordar la pobreza urbana y está diseñado para llegar a más de 4,7 millones de pobladores pobres de las zonas urbanas, a través de una combinación de transferencias condicionadas de efectivo, programas de obras públicas y actividades para impulsar el espíritu autoempresarial y el empleo asalariado en las ciudades .
A través de todos estos programas, se puede ver cómo la urbanización representa una de las fronteras más críticas y estratégicas para la protección social. Si bien los países han logrado enormes ganancias y progreso al introducir y aumentar los sistemas de protección social en las zonas rurales, todavía hay mucho que aprender acerca de cómo poner en práctica las redes de protección en los entornos urbanos. Y sin embargo, allí es donde vive la mayor parte de la población mundial, donde se producirá el mayor crecimiento demográfico y donde pronto se encontrará la mayor parte de la pobreza.
En pocas palabras, el futuro depende de que las ciudades prosperen, se estanquen o se hundan. Asegurémonos de que prosperen.
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