El final del siglo xx y el comienzo del siglo xxi pasarán a la historia como una era clave en la reducción de la pobreza. En 1990, el Banco Mundial publicó una edición del Informe sobre el desarrollo mundial dedicada al tema. Desde ese año, gracias al crecimiento económico generalizado y los enfoques inclusivos en materia de desarrollo, la cantidad de personas que viven en la pobreza se ha reducido en más de 1100 millones. Según las estimaciones, en 2018 la tasa de pobreza fue del 8,6 %, el nivel más bajo de la historia.
Más de 700 millones de personas viven en la pobreza extrema.
Pese a estos avances, los desafíos que enfrentamos siguen siendo urgentes. Más de 700 millones de personas —es decir, 1 de cada 12 seres humanos— viven en la pobreza extrema. En África al sur del Sahara, la cantidad de personas extremadamente pobres va en aumento, y cada año se necesita crear 15 millones de nuevos puestos de trabajo para mantenerse a la par del crecimiento demográfico. Las actuales tasas de crecimiento de los ingresos no serán suficientes para lograr la prosperidad compartida ni permitir que las personas alcancen todo su potencial. Hay demasiadas personas que no experimentan mejoras en lo que respecta a estándar de vida, habilidades y capacidad para hacer frente a los desastres naturales.
El Grupo Banco Mundial está trabajando para responder a estos desafíos. En los últimos 75 años, la institución ha crecido, evolucionado y respaldado la innovación. El Grupo Banco Mundial de 2019 cuenta con muchas más herramientas y enfoques que nunca, y nuestra labor se centra en fortalecer los programas de los países para impulsar el crecimiento, elevar los ingresos medios y generar avances decisivos que mejoren la vida de los más pobres y los más vulnerables.
Estos esfuerzos se basan en las ideas y los ideales que fueron debatidos, adaptados y acordados en un encuentro sin precedentes que tuvo lugar en un pequeño pueblo ubicado al pie de las montañas de Nuevo Hampshire hace tres cuartos de siglo.
La base de las oportunidades
La noche del 1 de julio de 1944, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Morgenthau, se dirigió a los delegados de los 44 países reunidos en el Hotel Mount Washington. Al otro lado del Atlántico, los ejércitos aliados se abrían paso en Normandía, las batallas se multiplicaban tanto en Europa como en el Pacífico, y aún no se sabía a ciencia cierta quién prevalecería en la que fue la mayor y más mortífera guerra de la historia.
Mucho antes de que el resultado de la guerra estuviera definido, las naciones aliadas comenzaron a mirar hacia adelante, al mundo más allá del conflicto. El presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, era consciente de que no bastaría con dar forma al orden de la posguerra y anticipó que sería necesario abocarse a construir un sistema completamente nuevo que no solo evitaría otra guerra mundial, sino que también garantizaría una paz duradera.
[..] construir un sistema completamente nuevo que no solo evitaría otra guerra mundial, sino que también garantizaría una paz duradera.
Roosevelt había aprendido importantes lecciones al término de la Primera Guerra Mundial, cuando otro presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, sostuvo que la paz debe basarse en “el principio de justicia para todos los pueblos y nacionalidades, y sus derechos de vivir en igualdad de condiciones de libertad y seguridad, ya sean fuertes o débiles”[1].
El Tratado de Versalles de 1919 había fracasado, en parte porque las crisis económicas habían ayudado a la ideología nazi a consolidarse y empujar al mundo otra vez a la guerra. En 1944 estaba claro que la paz debía basarse no solo en la libertad y la seguridad, sino también en las oportunidades y la prosperidad.
Así fue como los delegados se encontraron en un fastuoso y muy antiguo hotel ubicado al pie del monte Washington, en la aldea de Bretton Woods (Nuevo Hampshire). El objetivo de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas era construir un sistema financiero mundial completamente nuevo que permitiera estabilizar las tasas de cambio, corregir los desequilibrios en los pagos, reconstruir los países marcados por la guerra y promover el desarrollo en los lugares más pobres del mundo. En su discurso de apertura, Morgenthau, quien presidía la conferencia, manifestó que el objetivo era crear una economía mundial dinámica en la que los pueblos de cada nación serían “capaces de realizar sus potencialidades en paz, […] elevar sus propios estándares de vida y gozar, cada vez más, de los frutos del progreso material”[2].
Durante las tres semanas siguientes, los delegados se repartieron entre las mesas de conferencia y las barras de tragos, y debatieron durante las comidas y las sesiones técnicas nocturnas. Antes de que terminara el mes, crearon un nuevo sistema financiero mundial y dos nuevas instituciones: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, conocido más tarde como el Banco Mundial.
El nuevo sistema financiero incorporaba ideas clave que los delegados habían analizado la noche de apertura. La conferencia en sí se basaba en la convicción de que la prosperidad no está sujeta a límites fijos, es decir, que todas las naciones podían beneficiarse con el crecimiento y el desarrollo. El sistema que emergió de la conferencia fue diseñado para abordar desafíos que los países no podían afrontar por sí solos. Y, por último, todo el esfuerzo se sustentaba en la idea de que todas las personas merecen tener oportunidades. “La libertad de oportunidades”, decía Morgenthau, “es la base de todas las demás libertades”[1].
La libertad de oportunidades es la base de todas las demás libertades
En los últimos 75 años, la misión del Grupo Banco Mundial se ha ampliado y ha evolucionado: ya no se centra en la reconstrucción posterior a los conflictos, sino en el alivio de la pobreza. Pero, sobre todo, el Banco ha trabajado para sacar provecho del poder de los mercados, el crecimiento económico inclusivo y el intercambio de conocimientos a fin de mejorar la vida de los más pobres y los más vulnerables, una misión que hoy es más urgente que nunca.
Trazar un rumbo en medio de las ruinas
El año 1947 fue clave para el incipiente sistema de Bretton Woods. A medida que el Banco Mundial comenzó a realizar operaciones y obtuvo suscripciones de capital de los países accionistas, empezó a vislumbrarse el rol que cumpliría no solo en la reconstrucción y el desarrollo, sino en la configuración del nuevo sistema financiero. Fue un inicio lento. El primer presidente del Banco renunció abruptamente luego de estar apenas seis meses en el cargo. Menos de dos meses más tarde, el vicepresidente falleció de manera inesperada. El futuro de la institución era incierto, y el Banco aún no había otorgado su primer préstamo.
Pero lentamente comenzó a definir sus políticas y a principios de 1947 firmó su primer préstamo: USD 250 millones destinados a la reconstrucción de Francia. En términos reales, se trata de uno de los préstamos más cuantiosos de su historia: USD 2850 millones (en cifras ajustadas por inflación).
En retrospectiva, las operaciones iniciales del Banco parecen sumamente sencillas. La solicitud del préstamo para Francia era una carta muy simple, que formaba parte del esquema del Gobierno para su programa de reconstrucción, en la que se solicitaban USD 106 millones para equipamiento, USD 180 millones para productos de carbón y petróleo, y USD 214 millones para materias primas. Funcionarios que intervinieron en aquel momento relatan que debieron aprender sobre la marcha qué tipo de investigación debían realizar y qué preguntas debían formular. “Nadie sabía por dónde empezar. No teníamos experiencia”, recordó más tarde Richard Demuth, que había trabajado como asistente del vicepresidente. “Al igual que cualquier otra institución nueva en un ámbito nuevo, en esa época estábamos […] buscando nuestro camino”[1].
"Nadie sabía por dónde empezar. No teníamos experiencia" — Richard Demuth
Incluso mientras buscaba su camino, el Banco Mundial comenzó a redefinir las finanzas para el desarrollo ejerciendo una influencia innovadora en la manera en que se vinculan el desarrollo y los mercados de capitales. En julio de 1947, el Banco emitió su primer bono, con el que recaudó USD 250 millones para financiar proyectos de reconstrucción y desarrollo. Más tarde, ese mismo verano, prestó casi USD 500 millones para la reconstrucción de posguerra en los Países Bajos, Dinamarca y Luxemburgo.
A la luz de la misión actual en materia de desarrollo, los préstamos otorgados en aquella época a los países europeos podrían parecer desproporcionados. Sin embargo, cuando el personal del Banco examinó las economías de Europa occidental, se encontró con una enorme necesidad de alimentos, combustible, materias primas y capital. En 1947, grandes extensiones del continente estaban en ruinas. Millones de personas habían sido asesinadas en los seis años de combates, la infraestructura estaba destruida y muchos de quienes habían sobrevivido eran refugiados.
En el invierno de 1947, cuando el Banco comenzó a brindar parte del apoyo que se necesitaba con urgencia, las perspectivas económicas eran desalentadoras. De acuerdo con un testimonio oral, “[a] las autoridades superiores no les resultó nada fácil concluir que las perspectivas de pago eran razonables; en el informe económico sobre Francia, por ejemplo, se puso el acento no en los recursos financieros o las perspectivas de exportación específicas, sino en la ‘voluntad colectiva de recuperarse’ que mostraba el país”[2]. A través de sus primeros préstamos, el Banco Mundial invirtió en equipamiento y materias primas, pero, lo que es más importante, invirtió en la voluntad colectiva de las personas marcadas por la guerra de reconstruir sus vidas.
Promover el desarrollo
En general se afirma que durante sus primeros años de existencia el Banco Mundial se abocó de lleno a la reconstrucción y que solo se volcó al desarrollo una vez iniciado el Plan Marshall. Si bien el Plan Marshall alejó al Banco del lugar central que este ocupaba en la reconstrucción de la economía de Europa occidental tras la guerra, el desarrollo fue siempre parte de su esencia.
En el primer párrafo de su Convenio Constitutivo se establece que uno de los fines del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento es “el fomento del desarrollo de los medios y recursos de producción en los países menos desarrollados”[3]. En estudios académicos recientes también se sostiene que la atención dedicada al desarrollo durante las deliberaciones de la Conferencia de Bretton Woods fue mayor de lo que se creía. Eric Helleiner, profesor de Economía Política Internacional en la Universidad de Waterloo, afirma que las aspiraciones de desarrollo de los poderes emergentes desempeñaron un papel sumamente importante en las discusiones de Bretton Woods. “Las negociaciones de Bretton Woods, en las que de ninguna manera se ignoraron los objetivos de desarrollo internacionales”, escribió Helleiner, “deberían ser reconocidas por la manera innovadora en que contribuyeron a incorporar por primera vez dichos objetivos en una arquitectura financiera multilateral liberal”[4].
Dicha incorporación comenzó en 1948, cuando el Banco aprobó dos préstamos soberanos para Chile: uno de USD 13,5 millones otorgado a una corporación de desarrollo estatal para el equipamiento de una central eléctrica y otro de USD 2,5 millones para la importación de maquinaria agrícola.
En el tercer informe anual del Banco se estableció que su enfoque en materia de desarrollo se centra en “la voluntad de ayudar a sus miembros a analizar sus problemas de desarrollo, trabajar con ellos en la formulación de lineamientos generales que permitan promover su desarrollo de la forma más rápida y adecuada y, siempre que sea posible, seleccionar para que reciban financiamiento inicial los proyectos que muestren más probabilidades de contribuir a dicha labor”[5]. Aplicando este enfoque, durante los cinco años siguientes el Banco otorgó 68 préstamos, de los cuales 64 —por un valor promedio de USD 14 millones cada uno— se destinaron a proyectos que permitirían atender “de la forma más rápida y adecuada” las prioridades de los países en desarrollo. En apenas la mitad de una década, de 1947 a 1952, el Banco dejó de centrarse en la reconstrucción de Europa y se dedicó a promover las oportunidades para las personas del mundo en desarrollo.
En apenas la mitad de una década, de 1947 a 1952, el Banco dejó de centrarse en la reconstrucción de Europa y se dedicó a promover las oportunidades para las personas del mundo en desarrollo.
La innovación al servicio de las oportunidades
Durante las décadas siguientes, a medida que las necesidades de los países en desarrollo crecieron y se volvieron más complejas, el Banco Mundial diseñó nuevas formas de utilizar el capital y los conocimientos especializados para satisfacerlas. Y cuando no existía ninguna herramienta para abordar un desafío particular, se encargó de crear una, tal como sucedió cuando modificó su estructura orgánica para convertirse en el Grupo Banco Mundial moderno que es hoy en día.
Corporación Financiera Internacional
Ya a fines de la década de 1940, era evidente que las empresas privadas de los países en desarrollo estaban ávidas de obtener más financiamiento del que el mercado les podía proporcionar. Cuando la Corporación Financiera Internacional (IFC) abrió sus puertas en 1956, se le confió una misión difícil: invertir en proyectos privados solo “en los casos en que no se [pudiera] conseguir suficiente capital privado en términos razonables”. En otras palabras, IFC debía encontrar proyectos que no eran lo suficientemente atractivos para los inversionistas privados, pero que podían contribuir a las prioridades de desarrollo de un país, e invertir en ellos. De hecho, encontró muchas inversiones que cumplían ese requisito. Durante las últimas seis décadas, ha ayudado a proporcionar más de USD 250 000 millones para financiar a empresas de países en desarrollo, y en la actualidad crea mercados en algunas de las zonas más difíciles del mundo.
Asociación Internacional de Fomento
Durante los primeros años del Banco, los países más pobres del mundo necesitaban capital con urgencia, pero no podían tomar préstamos a las mismas tasas que pagaban los países de ingreso mediano. Así pues, en 1960, los accionistas del Banco crearon la Asociación Internacional de Fomento (AIF), un fondo para los países más pobres, que ofrece donaciones y préstamos en condiciones concesionarias con tasas de interés casi nulas. Desde entonces, la AIF, cuyos recursos se reponen cada tres años, ha proporcionado más de USD 360 000 millones para inversiones en 113 países. Tan solo en 2018, la AIF desembolsó USD 24 000 millones en donaciones y préstamos en condiciones concesionarias para proyectos que generan empleo y estimulan el crecimiento económico, ayudan a las mujeres a participar plenamente en la economía, acrecientan la resiliencia al clima y abordan las situaciones de fragilidad, conflicto y violencia. También en 2018, la AIF realizó la primera emisión de un bono, por valor de USD 1500 millones, que aumentará los recursos del fondo sin dinero adicional de los donantes.
Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones
La idea de crear un organismo de especialistas técnicos para resolver diferencias surgió casi al mismo tiempo que el Banco Mundial comenzó a otorgar financiamiento. En sus primeros años, el Banco recibió tantas solicitudes para que la institución o su presidente actuara como mediador en controversias entre inversionistas y Gobiernos que los accionistas decidieron crear un medio sistémico para cubrir la mediación. En 1966, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) abrió sus puertas para facilitar el arbitraje entre inversionistas y Estados. En las décadas siguientes, el CIADI ha colaborado en la solución de numerosas controversias en todo el mundo, incluidas varias relacionadas con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones
La idea de establecer alguna forma de seguro contra riesgos políticos surgió poco después de que el Banco comenzara a otorgar financiamiento. Sin embargo, recién se concretó cuatro décadas después, cuando mediante un convenio internacional se estableció el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), el miembro más reciente del Grupo Banco Mundial. Hoy, MIGA proporciona seguros contra riesgos políticos y mecanismos de mejora del crédito para permitir que proyectos, sectores y países promuevan el desarrollo.
Durante sus primeras tres décadas, MIGA emitió garantías por valor de USD 45 000 millones para respaldar más de 800 proyectos en 111 países. En el último ejercicio, el organismo proporcionó USD 5300 millones en seguros contra riesgos políticos y mecanismos de mejora del crédito, que ayudaron a financiar proyectos en países en desarrollo por valor de casi USD 18 000 millones. Sin prestar dinero en forma directa, MIGA se ha convertido en la tercera institución en orden de importancia entre los bancos multilaterales de desarrollo en términos de la movilización de capital privado en forma directa a países de ingreso bajo y de ingreso mediano.
A medida que aumentaba la magnitud y la complejidad de la misión del Grupo Banco Mundial, la institución se tornó más descentralizada. Hoy, el Grupo Banco Mundial tiene 141 oficinas fuera de la sede, y el personal opera normalmente en condiciones difíciles, trabajando en zonas que padecen situaciones de fragilidad, conflicto y violencia.
En 1989, el Banco Mundial emitió el primer bono negociado y liquidado a nivel mundial
Las innovaciones del Grupo Banco Mundial han llegado a lo más profundo del sector financiero. En 1981, el Banco fue uno de los primeros en utilizar los swaps de monedas, al canjear dólares de Estados Unidos por francos suizos y marcos alemanes a través de la empresa tecnológica IBM. Hoy, el valor nominal del mercado de swaps de monedas asciende a más de USD 25 billones.
En 1989, el Banco Mundial emitió el primer bono negociado y liquidado a nivel mundial que eliminó las disparidades de valoración entre Estados Unidos y Europa, y convenció a un grupo de 14 bancos para que redujeran sus comisiones. En conjunto, estas mejoras le permitieron reducir los costos de los empréstitos en dólares de Estados Unidos.
El Banco Mundial creó su primer bono electrónico en 2000. Este bono fue el primero que se ofreció en todo el mundo a través de plataformas de Internet y permitió que inversionistas minoristas invirtieran por primera vez en las actividades de desarrollo del Banco. Ocho años después, el Banco emitió el primer bono verde, y, por primera vez, los inversionistas pudieron respaldar proyectos sobre el clima en forma directa sin asumir el riesgo derivado del respectivo proyecto. El bono verde contribuyó a modificar el modo en que los inversionistas deciden cómo asignar sus inversiones para lograr un equilibrio entre riesgos, beneficios e impactos.
En sus innovaciones financieras, el Banco sigue aplicando la tecnología más moderna en beneficio de las personas más pobres y más vulnerables. En el verano de 2018, el Banco lanzó el primer bono del mundo legalmente vinculante administrado por una plataforma mundial de cadena de bloques, denominado bond‑i (blockchain operated new debt instrument). La emisión de bonos basados en tecnologías de cadena de bloques y contabilidad distribuida es más simple y más rápida, aumenta la productividad y reduce los costos y los riesgos.
El Banco ha incrementado la recopilación, el análisis y la presentación de información sobre el desarrollo.
Sin embargo, las innovaciones del Grupo Banco Mundial no se han limitado a las finanzas. Durante muchas décadas, el Banco ha incrementado la recopilación, el análisis y la presentación de información sobre el desarrollo. Un ejemplo es su informe anual Doing Business, en el que los países se clasifican de acuerdo a su entorno empresarial, que abarca la tributación, la ley de contratos y las reglamentaciones en materia de empresas nuevas. En el curso de 15 años, Doing Business ha inspirado más de 3180 reformas. Otro ejemplo es la publicación anual titulada Informe sobre el desarrollo mundial, que, desde 1978, ha demostrado que el crecimiento económico, las inversiones en salud y las medidas de respuesta ante el cambio climático, la desigualdad de género, las deficiencias en el aprendizaje y la naturaleza cambiante del trabajo son fundamentales para aliviar la pobreza en todo el mundo.
Además, el Banco publica el informe Mujer, Empresa y el Derecho, un análisis mundial amplio de las leyes y reglamentaciones que inciden en la capacidad de las mujeres para participar plenamente en la economía. El informe Mujer, Empresa y el Derecho 2019 incluye un nuevo índice que aporta información sobre los obstáculos que enfrentan las mujeres en materia de empleo, actividad empresarial y plena incorporación en la economía, y sobre los impactos de esos obstáculos en los resultados económicos. A través del informe Doing Business, el Banco constató que las clasificaciones de los países ponían los datos y la evidencia frente a los ojos de los dirigentes y concitaban su atención. Actualmente, el Banco también está utilizando el Índice de Capital Humano, que presentó el año pasado, para medir de manera objetiva el capital humano de cada país y mostrar cuánto más productivos podrían ser los trabajadores si gozaran de plena salud, un aprendizaje eficaz y las aptitudes para competir en actividades rentables. Las mejoras del capital humano son fundamentales para aliviar la pobreza y promover la prosperidad compartida. El Banco ha realizado un seguimiento de la riqueza de 141 países durante dos décadas mediante la agregación del capital natural (por ejemplo, minerales y bosques), el capital producido (entre otros, infraestructura y edificios) y los activos externos netos. En el ejercicio pasado, por primera vez, incluimos el capital humano en esos cálculos y estimamos que este representa más de dos tercios de la riqueza de todas las naciones. Reconociendo el carácter complejo del desarrollo, el Grupo Banco Mundial también amplió sus conocimientos especializados internos más allá de su enfoque inicial en las finanzas y la infraestructura. En 1970, contrató a James Lee, su primer asesor sobre medio ambiente, y en el curso de la década siguiente incorporó a Michael Cernea, su primer sociólogo; Gloria Scott, la primera asesora sobre la mujer en el desarrollo, y Gloria Davis, la primera antropóloga del Banco. El enfoque interdisciplinario del desarrollo del Banco Mundial desempeñó un papel fundamental a medida que la institución se embarcaba en una nueva misión, una misión que continúa hasta el día de hoy con la misma urgencia.
Combatir la pobreza, sacar de la pobreza a los pobres
En el otoño de 1973, el quinto presidente del Banco Mundial, Robert McNamara, introdujo en la conciencia internacional una palabra que no figura en el Convenio Constitutivo del Banco: pobreza. En su discurso ante los accionistas en las Reuniones Anuales del Banco que tuvieron lugar en Nairobi (Kenya), McNamara sostuvo que la misión del Banco debía consistir en aliviar la “pobreza absoluta”, que él describió como “una existencia tan degradante que constituye un insulto a la dignidad del hombre y, sin embargo, tan difundida que es la que lleva alrededor del 40 % de los habitantes de los países en desarrollo”[6].
McNamara les preguntó a los accionistas: “Si toleramos que persista esa pobreza, teniendo como tenemos los medios para reducir el número de personas que están presas en sus redes, ¿no estamos eludiendo las obligaciones fundamentales aceptadas por el hombre civilizado desde tiempo inmemorial?”[7].
“Si toleramos que persista esa pobreza, teniendo como tenemos los medios para reducir el número de personas que están presas en sus redes, ¿no estamos eludiendo las obligaciones fundamentales aceptadas por el hombre civilizado desde tiempo inmemorial?”
En asociación con el tesorero Eugene Rotberg, McNamara dirigió una drástica expansión de las actividades crediticias del Banco Mundial, financiada mediante empréstitos de los nuevos mercados de capitales de todo el mundo y técnicas financieras innovadoras. Los conocimientos especializados de Rotberg sobre el mercado de bonos ayudaron a duplicar el programa de financiamiento total del Banco en tan solo cinco años, desde 1968 hasta 1973.
“Si toleramos que persista esa pobreza, teniendo como tenemos los medios para reducir el número de personas que están presas en sus redes, ¿no estamos eludiendo las obligaciones fundamentales aceptadas por el hombre civilizado desde tiempo inmemorial?” — Robert McNamara
McNamara señaló que se debía destinar una mayor parte del capital para ayudar a las personas más pobres y más vulnerables mediante la promoción del desarrollo rural, el aumento del acceso a los servicios públicos y la reorientación de las políticas de desarrollo para combatir la desigualdad. “Ahora más que nunca, tenemos los medios para lograr que todo hombre y mujer pueda llevar una vida digna”, afirmó ante los accionistas en Nairobi. “Los extremos de privilegios y privaciones resultan ya inaceptables. Y es la tarea del desarrollo eliminar esos extremos”[8].
Cuando McNamara se retiró del Grupo Banco Mundial en 1981, la tasa mundial de pobreza ascendía al 42 %. Su desafío, y la nueva misión del Grupo, perdurarían durante muchas décadas.
Durante dos mandatos como presidente del Grupo Banco Mundial, desde 1995 hasta 2005, Jim Wolfensohn destacó el carácter urgente de la tarea. “Si aspiramos a la estabilidad mundial, debemos luchar para poner fin a la pobreza”, afirmó en 2004[9]. “Ese sigue siendo el principal desafío de nuestra época”.
Sin embargo, Wolfensohn sabía que era imposible luchar para poner fin a la pobreza si antes no se atacaba lo que él denominó “el cáncer de la corrupción”. En consecuencia, señaló que las personas pobres eran las más perjudicadas por la corrupción debido al desvío de los fondos que no se traducían en medicamentos para salvar vidas, ni en caminos seguros, ni en la educación que brinda a las personas la posibilidad de un futuro más promisorio. También señaló un aspecto real: es mucho menos probable que un entorno corrupto atraiga inversiones para el desarrollo, lo que conlleva un doble sufrimiento para los pobres.
Esas luchas continúan hasta la fecha. Tras un período de fuerte alivio de la pobreza y frente a urgentes desafíos mundiales, el Grupo Banco Mundial goza de solidez financiera y está bien posicionado, con los instrumentos y los recursos adecuados, y un personal talentoso y profesional. Actualmente, el Grupo Banco Mundial cuenta con un grupo de talentos más diverso que en años anteriores. En Bretton Woods, por ejemplo, solo había 2 mujeres entre los más de 700 delegados. Hoy, las mujeres constituyen casi el 53 % del personal del Grupo, el 42 % de sus gerentes, y casi el 49 % del equipo de administración superior.
En los próximos años, seguiremos abocados a lograr avances en los países en desarrollo que permitan aumentar los ingresos medios, crear empleos, incorporar plenamente a mujeres y jóvenes en las economías y respaldar una economía más sólida y más estable para todos. Estos objetivos —y la cooperación necesaria para alcanzarlos— son los que los delegados reunidos en Bretton Woods tenían en mente desde un inicio. Crearon instituciones sólidas en las que las naciones del mundo podían trabajar juntas para abordar los desafíos más urgentes y mejorar las condiciones de vida de los habitantes de todo el mundo.
El 22 de julio de 1944, cuando terminaron las negociaciones, el secretario del Tesoro, Henry Morgenthau, pronunció el discurso de clausura de la Conferencia de Bretton Woods. “La Conferencia de Bretton Woods ha instalado un poste de señalización que apunta hacia una carretera lo suficientemente ancha para que todos los hombres caminen juntos al mismo paso”, afirmó ante los delegados. “Si se ponen en marcha juntos, no habrá nada en la Tierra que pueda detenerlos”[10].
Hoy, el ritmo de la innovación se está acelerando, y millones de personas siguen saliendo de la pobreza. No obstante, el mundo también es más frágil que en décadas recientes, dado que un mayor número de sus habitantes pobres vive en zonas afectadas por conflictos, violencia y los efectos del cambio climático. Los líderes deben centrar la atención en la libertad y la seguridad, así como en la oportunidad y la prosperidad.
El principal desafío de nuestra época es lograr la igualdad de oportunidades, y esa misión es más urgente que nunca. Si nos ponemos en marcha juntos, hombres y mujeres, y usamos nuestros poderosos instrumentos en favor de las personas más pobres y más vulnerables, podemos poner fin a la pobreza extrema y promover el desarrollo y la prosperidad compartida en todo el mundo. Si caminamos con un mismo propósito, juntos al mismo paso, nada nos podrá detener.
[1] Cita tomada de May 9th, 1947 — The World Bank’s First Loan (9 de mayo de 1947: El primer préstamo del Banco Mundial), Archivos del Grupo Banco Mundial, fecha de acceso: mayo de 2019, http://www.worldbank.org/en/about/archives/history/exhibits/the-world-banks-first-loan.
[2] Cita tomada de May 9th, 1947 — The World Bank’s First Loan.
[3] Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, Convenio Constitutivo (modificado, en vigencia desde el 27 de junio de 2012), http://pubdocs.worldbank.org/en/655951541184255931/IBRDArticlesofAgreementSpanish.pdf.
[4] Eric Helleiner, Forgotten Foundations of Bretton Woods (Los fundamentos olvidados de Bretton Woods), Ithaca, Nueva York: Cornell University Press, 2014, 2.
[5] Grupo Banco Mundial, World Bank’s First Development Loans to Chile, 1948 (Los primeros préstamos de desarrollo del Banco Mundial a Chile, 1948), Archivos del Grupo Banco Mundial n.o 057, Washington, DC, Banco Mundial, enero de 2016, http://documents.worldbank.org/curated/en/308691468185347709/text/104690-WP-PUBLIC-2007-01-World-Banks-First-Development-Loans-to-Chile.txt.
[6] Robert S. McNamara, “A la Junta de Gobernadores” (discurso pronunciado en las Reuniones Anuales del Banco Mundial, en Nairobi [Kenya], septiembre de 1973), http://documents.worldbank.org/curated/en/930801468315304694/text/420310WP0Box0321445B01PUBLIC1.txt.
[7] McNamara, “A la Junta de Gobernadores”.
[8] McNamara, “A la Junta de Gobernadores”.
[9] James D. Wolfensohn, “Discurso inaugural del presidente del Grupo Banco Mundial”, en Summary Proceedings of the Fifty-Eighth Annual Meeting of the Board of Governors (Actas resumidas de la 58.a Reunión Anual de la Junta de Gobernadores), Washington, DC, FMI, 2004, pág. 16.
[10] Henry Morgenthau, “Discurso de clausura de la Conferencia” (discurso pronunciado en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, Bretton Woods, NH, julio de 1944).
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