“Trabajar en el Informe sobre el desarrollo mundial 2015 (i) y posteriormente en la Unidad eMBeD (i) incorporando los conocimientos sobre el comportamiento en los proyectos del Banco Mundial, también ha sido muy útil a la hora de interactuar con mis hijas”, le dije a una clase de estudiantes universitarios que me habían invitado a dar una charla. Lo primero que me consultaron en la sesión de preguntas y respuestas fue si podía dar más detalles sobre esa afirmación. ¿Cómo me ayudaron los conocimientos sobre el comportamiento con mis hijas? Los alumnos querían saber más, y me llamó la atención que se interesaran en esta frase contenida en una conversación de una hora sobre mi experiencia laboral en el Banco Mundial en este campo de las ciencias sociales.
Definir el problema en términos de un comportamiento. Preguntar cómo en vez de por qué. Cambiar el marco, y la perspectiva al analizar un problema. Diagnosticar las limitaciones. Probar y adaptar las intervenciones. Estos son algunos de los mensajes que transmitimos en nuestros talleres de conocimientos sobre el comportamiento destinados a nuestros colegas y contrapartes en los Gobiernos. Son simples, pero muy poderosos, y me ayudaron sin duda a trabajar en proyectos en diversos lugares como Brasil, Etiopía y las Maldivas. E inesperadamente también me sirvieron para tratar con mis hijas.
Hace unos días, mi hija de 10 años repetía una y otra vez, muy molesta: “¿Por qué el maestro de geografía física nos pidió que memorizáramos los nombres de las islas del Caribe? ¡Hay tantas islas! ¡Tienen nombres difíciles!”. Lo primero que pensé fue decirle que... bueno... que enfrentara la situación y se los aprendiera no importando si había una razón o no.
Pero sabía por experiencia propia que si le decía solo eso, la situación se pondría peor. Entonces, se me ocurrió algo. En la mañana de ese día sábado había escuchado un podcast en el que Dan Kahneman hablaba sobre las teorías del cambio de comportamiento. Me hizo pensar acerca de la importancia de modificar el marco en el análisis de los problemas, e identificar las limitaciones que enfrentan los individuos para hacer algo. Y recordé el marco EAST del BIT del Reino Unido (i) que se utiliza para el diseño de intervenciones: Hazlo fácil, atractivo, social y oportuno.
Con esto en mente, busqué algunas fichas de colores y escribí la(s) inicial(es) de cada uno de los nombres de las islas del Caribe en un lado y el nombre completo en el otro. Luego, le dije a mi hija que podíamos jugar con esas cartas. Le encantó. Dejó de estar enojada, jugamos, y ella... me ganó. ¡Terminó memorizando los nombres de todas las islas, aunque el día del examen supo que solo debía aprenderse los nombres de las 13 islas más grandes!
No siempre es tan sencillo. Lo que funciona con algunos niños, no funciona con otros. Por ejemplo, con algunos se puede usar la psicología inversa: “¡NO GUARDES TUS JUGUETES!”. Con otros niños, esta afirmación resulta contraproducente: “Mamá, ¿por qué te molesta que todos mis juguetes sigan desparramados? ¡Me dijiste que NO los guardara!” Del mismo modo, lo que funciona en Brasil podría no funcionar de la misma manera en las Maldivas. Pero descubrir esto es parte del proceso de aprendizaje, de identificar a través de prueba y error lo que funciona en un contexto específico.
La mayoría de las veces no tenemos soluciones bien elaboradas para tener éxito, ya sea trabajando en el ámbito del desarrollo o en la crianza de los niños (¡y eso sin entrar en el problema de la medición de qué se considera exitoso!). Pero tenemos un proceso que puede guiarnos, uno que implica cambiar los marcos, pensar cuidadosamente sobre las limitaciones, probar cosas, evaluar en qué medida lo que hacemos funciona, y luego aprender y adaptar. Esto es crucial porque puede usarse para enfrentar cualquier desafío.
Por supuesto que lo que realmente cuenta al final son los resultados. No obstante, es muy importante cómo llegamos a ese punto. Porque si bien las soluciones pueden ser específicas de acuerdo al contexto, el proceso puede reproducirse de manera más amplia. Por ello, aunque las tarjetas de colores no ayudan mucho cuando se trata de la pregunta “¿Por qué no puedo tener un teléfono inteligente, si *todos* mis amigos de la escuela lo tienen?”, reformular y probar diferentes opciones puede ayudar con esto también (al menos hasta ahora lo ha hecho). Del mismo modo, cada persona en su propio campo de trabajo puede encontrar sus propias respuestas y soluciones, lo cual puede ser muy motivador.
Trabajar en el ámbito del desarrollo y criar niños plantean nuevos desafíos todos los días. Hay tantas incógnitas, tantos intentos fallidos, tantos errores, incluso cuando uno tiene las mejores intenciones. Pero ambas tareas son estimulantes, satisfactorias y valen la pena los esfuerzos que se realizan. De hecho, siento que estoy más capacitada para enfrentar los desafíos, tanto cuando tengo que abordar cuestiones como la pobreza crónica en Brasil y el desempleo juvenil en las Maldivas como cuando debo lidiar con cuatro adolescentes del siglo XXI.
Estos desafíos son desalentadores y, a veces, abrumadores. Pero estoy segura de que es un buen comienzo hacer las preguntas correctas, mirar las cuestiones desde diferentes ángulos, probar nuevas cosas, y aprender y adaptar. La ciencia del comportamiento me ha dado algunas herramientas que pueden servirme de ayuda. Ojalá, los resultados sean buenos, tanto en mi trabajo como con mis hijas.
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