Publicado en Voces

Cómo la inteligencia forense ayuda a combatir el comercio ilegal de vida silvestre

 Diana Robinson / Creative Commons
Durante la última década, la caza furtiva de vida silvestre aumentó rápidamente y se convirtió junto con la destrucción del hábitat en una de las causas principales de pérdida de la vida silvestre en muchos países.

La cacería ilegal de elefantes africanos para obtener el marfil es un ejemplo de ello. Esta práctica ha subido considerablemente desde 2006. Es posible que se estén perdiendo hasta 50 000 elefantes al año de los apenas 450 000 ejemplares que quedan en África. En resumen, se nos acaba el tiempo y, a menos que podamos detener la matanza, seguramente perderemos la batalla. La disminución de la demanda de marfil es de vital importancia en el largo plazo, pero la magnitud de las actuales pérdidas de elefantes hace que esta estrategia sea demasiado lenta por sí misma para salvar a estos animales. Las consecuencias ecológicas, económicas y de seguridad que surgen de la merma de esta especie clave serán muy graves y potencialmente irreversibles.
 
Y no se trata solo de los elefantes. La caza furtiva en gran escala está afectando a los pangolines, leones, leopardos, rinocerontes, lobos grises, peces, y muchas otras especies. De hecho, el comercio ilegal de vida silvestre se ha convertido en el cuarto mayor delito organizado a nivel transnacional y se valora en más de US$20 000 millones anuales.

Las complejas redes que permiten que el comercio ilegal de vida silvestre opere a esta escala han afectado gravemente la capacidad de aplicación de la ley para combatir estos delitos. Cientos de millones de contenedores se envían en todo el mundo cada año, y menos del 2 % es inspeccionado. A eso se suma que  el tamaño de los buques portacontenedores es cada vez más grande. Ya se están construyendo barcos individuales que pueden transportar hasta 20 000 contenedores. Los grupos criminales se especializan en el contrabando de mercancías desde y hacia estos buques portacontenedores para venderlas en el mercado negro, y blanquear los fondos monetarios que se originan de dichas transacciones. Los países de tránsito son numerosos y las organizaciones delictivas pueden agregar fácilmente nuevos países cuando las presiones de los organismos policiales aumentan. Todo esto hace que sea más difícil y costoso arrestar a los contrabandistas a medida que el tráfico ilegal de mercancías se lleva a cabo en lugares cada vez más alejados de los sitios donde se obtienen los productos.

El Centro para la Biología de la Conservación de la Universidad de Washington (i) tiene métodos avanzados que pueden ayudar, los cuales también pueden aplicarse fácilmente a otras especies que sean víctimas de este comercio ilegal. Debido al peso, aproximadamente el 70 % del marfil se contrabandea en grandes cantidades. Hemos desarrollado herramientas genéticas para rastrear con precisión el origen de grandes incautaciones de marfil (≥0,5 toneladas, cada una por lo general vale más de US$1 millón). En colaboración con el Consorcio Internacional para Combatir los Delitos contra la Vida Silvestre (ICCWC, por sus siglas en inglés) y la Oficina de Asuntos Internacionales sobre Narcóticos y Aplicación de la Ley (INL) del Departamento de Estado de Estados Unidos, (i) hemos usado estas herramientas para mostrar que las zonas críticas de caza furtiva en África son muy limitadas y que cambian de manera muy lenta. Presumiblemente, los sitios de caza ilegal de elefantes son limitados debido a que deben tener suficientes elefantes como para suministrar en reiteradas ocasiones grandes cantidades de toneladas de marfil anualmente, durante muchos años; presentar un bajo riesgo de arresto para los cazadores furtivos, y tener la capacidad de sacar el contrabando del país sin ser detectado. La limitación en cuanto a la cantidad y la lentitud en el proceso de cambio también hacen posible que los cuerpos policiales se enfoquen en estos lugares críticos, siempre y cuando los países de origen estén realmente de acuerdo en participar. Eso es más fácil de decir que de hacer, dado el alto nivel de corrupción que los principales países de origen necesitan para seguir siendo los principales proveedores de este comercio ilegal.

El dilema sin salida aquí es que los países considerados críticos requieren tanto apoyo monetario como soporte logístico desde el exterior para que puedan luchar contra estos problemas internamente. Sin embargo, tal ayuda solo puede funcionar si detenemos el modelo común de dar apoyo a estos importantes países de origen sin hacerlos responsables de implementar los cambios solicitados. La asistencia externa ofrece un importante “premio”, pero para proporcionar también el “castigo”, esta debe ser entregada de una manera que garantice la rendición de cuentas del Gobierno. La identificación de manera fiable de los principales sitios críticos de caza furtiva constituye una ayuda al hacer que sea difícil para estos países de origen seguir restando importancia a su rol en estas actividades. El tiempo se acaba.

Una inteligencia eficaz que pueda determinar las principales fuentes de poblaciones de vida silvestre en las que es necesario enfocar la labor de los cuerpos policiales proporciona uno de los mejores medios para detener la matanza y el contrabando antes de que empiecen a operar las redes criminales que llevan a cabo estos delitos organizados multinacionales. Sin embargo, dicha estrategia también debe abordar la corrupción inherente que ha permitido que estos países sigan siendo sistemáticamente las principales fuentes de vida silvestre que alimentan este comercio ilegal. En resumen, se necesita que la comunidad mundial, incluidos los organismos nacionales e internacionales encargados de la aplicación de la ley, realicen un cambio importante para combatir este problema.

Los integrantes de la comunidad internacional, como los Gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y otros grandes donantes, deben aprovechar esta información y empezar a trabajar en conjunto (i) para garantizar que la entrega de asistencia en el futuro siga estando condicionada a los resultados deseados.

Autores

Samuel Wasser

Endowed Chair in Conservation Biology, Director of Center for Conservation Biology, and Research Professor, Department of Biology, University of Washington, Seattle, WA

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