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Comprender las brechas de género en el sector informal

A women smiling while sitting in her shop. | ©shutterstock.com A women smiling while sitting in her shop. | ©shutterstock.com

Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial, pero su participación en las actividades económicas está lejos de ser igual a la de los hombres.  En todo el mundo, las mujeres van a la zaga de los hombres en cuanto a participación en la fuerza laboral, los emprendimientos, los principales cargos directivos y la productividad de las empresas. A pesar de la creciente evidencia sobre las brechas de género y su importancia, una cuestión clave que se ignora en gran medida es cómo se manifiestan esas diferencias en los sectores informales de los países en desarrollo. Comprender las brechas de género en el sector informal es crítico dado el gran tamaño de este en los países en desarrollo (consultar Loayza, 2016 [i]) y porque una gran cantidad de mujeres trabaja en él (consultar Hyland e Islam, 2021 [i]).

El sector informal se caracteriza por tener menos barreras de entrada, menos requisitos en términos de capital y habilidades, y mayor flexibilidad en cuanto al horario y lugar de trabajo. Estas características pueden ser aceptables para quienes enfrentan discriminación, tienen niveles más bajos de educación y experiencia, y a menudo combinan su empleo con tareas de cuidado doméstico, que es el caso de muchas mujeres de todo el mundo en un nivel desproporcionado con respecto a los hombres. ¿Significa esto que las brechas de género son insignificantes o no existen en el sector informal? ¿Cuáles son los factores que aumentan o disminuyen las disparidades de género en el sector informal? 

Examen de las brechas de género en los sectores informales: Similitudes con los sectores formales y causas subyacentes

En un estudio reciente de Islam y Amin (2023) (i) se intenta responder estas preguntas. En la investigación se examinan datos de encuestas sobre negocios informales realizadas en 42 grandes ciudades de 14 países en desarrollo de África, Asia y América Latina, recopilados en las encuestas a empresas (i) que lleva a cabo el Banco Mundial. En el estudio se utiliza tanto el método tradicional Kitagawa-Oaxaca-Blinder (KOB) como metodologías avanzadas de descomposición cuantílica para estudiar las diferencias en la productividad laboral entre las empresas informales de propiedad (y administradas) por mujeres y hombres.

Entre las principales conclusiones del estudio se encuentran las siguientes:

En primer lugar, las empresas informales propiedad de mujeres tienen una productividad laboral media un 15,6 % inferior a las empresas cuyos dueños son hombres, lo que refleja brechas similares observadas en el sector formal. Esto subraya la necesidad de realizar intervenciones normativas específicas en el sector informal.

En segundo lugar, la diferencia de productividad se ve impulsada tanto por el efecto de “dotación” como por los efectos “estructurales”. El efecto de “dotación” se refiere al modo en que las diferencias en el nivel de los factores que aumentan la productividad como la educación, la experiencia y los recursos repercuten en la brecha de productividad. En el estudio se concluye que la diferencia de productividad se ha ampliado significativamente (favoreciendo a los propietarios hombres) porque las propietarias mujeres tienden a tener menores niveles de educación, experiencia administrativa, vehículos, suministro de electricidad y gastos en seguridad. Sin embargo, el menor tamaño de las empresas propiedad de mujeres reduce la brecha, ya que las empresas informales más grandes resultan ser menos productivas. Además, las empresas que son propiedad de mujeres se benefician de su presencia desproporcionada en ciudades más productivas que las empresas cuyos dueños son hombres. En el gráfico 1 se proporcionan más datos.

En cuanto a los efectos “estructurales”, estos se deben a que las empresas de propiedad de mujeres y de hombres se benefician de manera diferente de un determinado nivel de recursos. En el estudio se concluye que la brecha de productividad se amplía porque las empresas de propiedad de mujeres se benefician menos de los factores específicos de una ciudad que afectan la productividad laboral que las empresas de propiedad de hombres, lo que sugiere que el desarrollo general de las ciudades no reduce necesariamente las diferencias por razón de género. En la investigación, se destaca también el problema de la seguridad. El gasto en seguridad se vincula a una mayor productividad laboral de las empresas de propiedad de hombres, mientras que el impacto en las empresas propiedad de mujeres es mucho menor y es estadísticamente insignificante; esta diferencia amplía la brecha de productividad. La producción y las ventas basadas en contratos se asocian con una mayor productividad laboral de las empresas propiedad de mujeres, mientras que el impacto en aquellas que son propiedad de hombres es casi nulo. Todo indica que el fortalecimiento de las instituciones contratantes puede ser una forma eficaz de subsanar parte de la brecha de productividad basada en el género en el sector informal. En el gráfico 2 se proporcionan más datos.

En tercer lugar, la brecha de productividad es grande en todos los puntos de la distribución de la productividad laboral. Sin embargo, la magnitud varía. La diferencia es mayor en los niveles o cuantiles más bajos de productividad laboral, y se reduce a medida que se asciende en la escala de productividad (gráfico 3). Esto constituye un escenario en el que los “sticky floors” o “suelos pegajosos” es el problema principal, y los “glass ceilings” o “techos de cristal” tienen un papel secundario en la explicación de la brecha. Los “suelos pejagosos” se producen cuando, en relación con los hombres, a las mujeres les resulta difícil dejar de tener bajos niveles de productividad. Sin embargo, una vez alcanzado un cierto nivel umbral de productividad laboral, las mujeres pueden competir con los hombres. Por el contrario, los “techos de cristal” se producen cuando las perspectivas de las mujeres se ven limitadas más allá de un cierto nivel de productividad laboral en relación con los hombres. La contribución de los factores individuales a la brecha también varía según la distribución de la productividad, lo que implica que la eficacia normativa puede aumentar significativamente orientando las políticas a las empresas informales pertinentes o a los propietarios que más pueden beneficiarse de ellas.

Gráfico 3: Brecha de género en la productividad laboral en diferentes cuantiles de productividad

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Gráfico 3
Fuente: Islam y Amin (2023).

Por último, en el estudio se realiza un análisis detenido de las diferencias y similitudes entre grupos de países de ingreso bajo de África, de ingreso mediano de África, y de América Latina. Surgen varias conclusiones interesantes. Por ejemplo, en todos los grupos existe una brecha de productividad sólida y estadísticamente significativa, y esa diferencia está determinada por importantes factores individuales de la productividad laboral como el tamaño de la empresa, el nivel de educación del propietario, el uso de electricidad, la producción o venta en virtud de contratos, el uso de vehículos, el uso de cuentas bancarias, tener un préstamo y los pagos por servicios de seguridad. En cuanto a las diferencias, el tamaño de la brecha de productividad media varía; hay evidencias de que se producen “pisos pegajosos” en los países de ingreso mediano de África y América Latina y el efecto “techos de cristal” en los países de ingreso bajo de África, y de que algunos factores individuales contribuyen de manera significativa a la diferencia de productividad en un grupo, pero no en los demás. Por consiguiente, el estudio recomienda la aplicación de un enfoque ecléctico que incorpore las conclusiones generales de investigaciones disponibles, al tiempo que tiene debidamente en cuenta las condiciones locales predominantes.

En esta investigación se destaca la importancia de comprender las brechas de género en el sector informal y se sugiere que las políticas que abordan estas diferencias deben matizarse y adaptarse a los contextos regionales específicos. Las investigaciones futuras pueden explorar si existen brechas de género en este sector en cuanto a salarios, ganancias, crecimiento y empleo. También se puede analizar el impacto de las tareas de cuidados dentro del hogar, la cultura, las leyes y el empoderamiento político en las desigualdades de género en el sector. Por último, identificar el impacto causal de los factores individuales en la disparidad de género en el sector informal puede proporcionar información valiosa para la formulación de políticas.


Autores

Eugenia Rodríguez

Consultora, Banco Mundial

Asif Islam

Economista superior, Oficina del Economista Jefe, región de Oriente Medio y Norte de África, Banco Mundial

Mohammad Amin

Especialista en desarrollo del sector privado

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