Publicado en Voces

Consolidar la paz y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas

Sri Mulyani Indrawati habla con la abuela de un paciente en el hospital HEAL Africa. Cerise Stoltenberg / HEAL Africa

En algún lugar dentro del inmenso Hospital HEAL Africa, (i) en la ciudad de Goma ubicada en la región oriental del Congo, hay una pequeña sala donde las mujeres se recuperan de las lesiones que sufrieron durante partos complicados y ataques de violencia sexual. Cuando entré vi a Muwakeso, una anciana de aspecto frágil que estaba sentada en una silla junto a una cama. Me tomó un momento darme cuenta de que ella no era la paciente, sino que su nieta Sakina, de 3 años, que estaba acurrucada en la cama como un pequeño ovillo debajo de una sábana.
 
Sakina fue sedada completamente para que no sintiera dolor tras la segunda de tres intervenciones quirúrgicas importantes a la que fue sometida para reconstruir partes inferiores de su cuerpo, luego que sufriera un ataque terrible hace aproximadamente un año. Muwakeso recuerda que cinco hombres vestidos de civil se acercaron a su casa y la golpearon. Antes de perder el conocimiento oyó que Sakina gritaba. La pequeña niña fue violada, pero Muwakeso no sabe por cuántos hombres y Sakina no puede decirlo.

Los hombres nunca fueron capturados.
 
El ataque ocurrió en Mweso, un pueblo en la región oriental del Congo que es un semillero de las actividades de las milicias en el marco de una guerra que comenzó hace casi dos décadas e involucró a varios ejércitos y decenas de grupos armados. Las luchas se deben a cuestiones ideológicas, étnicas y hasta puramente criminales y, a menudo, se trata de una combinación de las tres razones mencionadas.
 
Los milicianos actúan con impunidad y muchos cometen actos atroces de violencia contra la población civil. Han redefinido que es “normal” en la guerra. Y la violencia contra las mujeres, pero también contra las niñas, los niños y los hombres hoy es común, incluso entre la población civil.
  
En la región oriental del Congo y en otros lugares, la violencia contra los civiles no es solo el resultado de la guerra. También alimenta el conflicto. Daña a las personas, debilita el tejido social, destroza comunidades e introduce un comportamiento en las sociedades que hace más difícil consolidar la paz. La mayoría de las personas de la zona son demasiado jóvenes para recordar los tiempos en que no hubo guerra ni violencia. Pocos confían en que la situación cambiará pronto.
 
Aunque suele ser más preponderante durante los conflictos, la violencia contra las mujeres es en realidad un fenómeno mundial arraigado en normas sociales y actitudes. (i) Más de una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido un ataque, en su gran mayoría cometidos por sus esposos o novios.
  
En la región de los Grandes Lagos, la violencia sexual y de género ha alcanzado niveles catastróficos. Cualquier esfuerzo por consolidar la paz en la zona tendrá que abordar las causas y consecuencias de esta violencia. Esto significa tratar las heridas físicas y psicológicas, apoyar la reintegración de las sobrevivientes, que a menudo son rechazadas por sus comunidades después de los ataques, y permitirles crear medios de subsistencia para mantenerse a sí mismas y a sus hijos.
 
Esta es la razón por la que enfrentar la violencia sexual y de género es una parte integral de la Iniciativa de los Grandes Lagos, (i) un esfuerzo conjunto del Banco Mundial y las Naciones Unidas, que fue puesta en marcha en 2013 para promover la paz en la región a través de mejores servicios de salud y educación, un mayor comercio transfronterizo y el acceso a la energía. La iniciativa está apoyando a HEAL Africa, cuyos médicos, enfermeras y otros miembros del personal trataron más de 5100 casos de violación en 2014, y que también promueve el empoderamiento económico de las mujeres como parte de su mandato de sanar a las sobrevivientes. (i)
En el lado de la frontera con Rwanda, (i) donde la violencia de género sigue siendo un problema grave a pesar del firme compromiso del Gobierno de promover la igualdad, la iniciativa está ayudando al Gobierno a crear 17 centros de apoyo médico, psicológico y legal gratuito para las sobrevivientes de ataques sexuales.
   
Y en Burundi, (i) la iniciativa respalda a tres hospitales que asisten a las mujeres, incluso a través de servicios dirigidos a las jóvenes.
 
Tras el acuerdo regional de 2013, la paz en la región oriental del Congo ha sido frágil en el mejor de los casos. Las investigaciones del Banco Mundial (i) indican que la violencia no se detiene cuando termina la guerra. De hecho, a menudo aumenta al no existir instituciones que funcionen. Esto se puede ver en los Grandes Lagos, donde el progreso político ha sido lento, por lo que es difícil mejorar los medios de subsistencia y consolidar una paz duradera en la región. Se requerirán nuestros mejores esfuerzos para evitar un colapso del proceso.
 
Dentro de dos meses, Sakina será sometida a su última cirugía. Físicamente, debería estar bien, pero seguirá siendo vulnerable. Muwakeso, su abuela, tiene dificultades para caminar después del ataque, lo que le hace difícil cuidar a la niña.
 
Sakina es la única niña en la pequeña sala de recuperación. Otras 14 mujeres comparten 11 camas. La ocupación de una cama por dos pacientes es algo normal. El ambiente es tranquilo y pacífico, y hay dos enfermeras capacitadas cuidando a las pacientes, que pueden permanecer aquí mientras el hospital pueda costearlo. Pero la necesidad siempre supera la capacidad de HEAL Africa. En este momento, 150 mujeres más esperan ser sometidas a una cirugía y la mitad de ellas tienen lesiones producto de una violación.
 
 
Los nombres reales de “Sakina” y “Muwakeso” fueron cambiados para proteger su identidad.

Este blog se publicó originalmente en HuffingtonPost. (i)


Autores

Sri Mulyani Indrawati

Former Managing Director and COO

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