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Contaminación química: la próxima crisis mundial

Hand turning pollution page revealing nature landscape. Hand turning pollution page revealing nature landscape.

Los productos químicos se encuentran en todas partes: gracias a ellos nuestros relojes siguen haciendo tictac y nuestros automóviles continúan circulando. Están presentes en las medicinas que compramos, los alimentos que comemos y la ropa que usamos.

En cierto modo, los productos químicos son manifestaciones físicas del progreso, el desarrollo humano, y la innovación científica, tecnológica y agrícola. El uso de nitrógeno en los fertilizantes permite a los agricultores cultivar cantidades más importantes de alimentos. Sin embargo, dada la abundancia de contaminantes químicos en numerosos aspectos de la vida cotidiana, hemos llegado a un punto en el que los límites de nuestro planeta se están poniendo a prueba; un punto en el que el uso excesivo de ciertos productos químicos genera más daños que beneficios. Cuando no se gestionan adecuadamente, los productos químicos tóxicos causan un número alarmante de muertes prematuras y estragos en la salud humana y planetaria.  La exposición a productos químicos dañinos reduce la esperanza de vida y afecta el bienestar humano. Junto con el cambio climático y la pérdida de naturaleza, la contaminación es un gran obstáculo para poner fin a la pobreza en un planeta habitable.

“Junto con el cambio climático y la pérdida de naturaleza, la contaminación es un gran obstáculo para poner fin a la pobreza en un planeta habitable”.

En un nuevo estudio (i) se revela la magnitud de los peligros planteados por la contaminación química. Los datos indican que la exposición al plomo causó la muerte prematura de más de 5,5 millones de personas en 2019; el 90 % de dichos fallecimientos se produjo en países de ingreso bajo y mediano.  En la investigación también se concluye que, en el mismo año, los niños menores de 5 años perdieron 765 millones de puntos de coeficiente intelectual (CI) debido al envenenamiento por plomo. Esta pérdida de capital humano tiene enormes consecuencias en la calidad de vida, el aprendizaje y los resultados escolares, la productividad y, en última instancia, el desarrollo económico y el crecimiento. Según estimaciones, el costo económico de los daños a la salud ascendió a USD 6 billones en 2019, lo que equivale al 6,9 % del PIB mundial. 

“Según estimaciones, el costo económico de los daños a la salud ascendió a USD 6 billones en 2019, lo que equivale al 6,9 % del PIB mundial”.

El fertilizante a base de nitrógeno, que a menudo se usa para enriquecer los nutrientes en los suelos agrícolas, es otro ejemplo de productos químicos que tienen un impacto tanto en las personas como en el planeta, ya que solo el 40 % del nitrógeno es realmente absorbido por los cultivos y el 60 % restante se transfiere al aire o puede lixiviarse en el agua. Esto, a su vez, puede crear vastas zonas muertas en los cuerpos de agua, donde la vida silvestre se encuentra diezmada. Además, cuando los fertilizantes a base de nitrógeno, como el amoniaco, se volatilizan en el aire pueden transformarse en partículas finas secundarias y óxidos de nitrógeno, que son parcialmente responsables de millones de muertes prematuras causadas por la contaminación atmosférica. Además, una parte del nitrógeno en el aire se convierte en óxido nitroso, un gas de efecto invernadero que es 300 veces más potente que el dióxido de carbono. La contaminación por productos químicos está interconectada con la crisis climática, pues el cambio climático puede a su vez aumentar la cantidad de productos químicos peligrosos en el medio ambiente. 

Otros productos químicos presentes en nuestra vida cotidiana son igualmente preocupantes. El cadmio, una sustancia química que se encuentra en las baterías, los dispositivos electrónicos y la pintura, y también en algunos alimentos, afecta la salud cardiovascular y puede causar insuficiencia renal y cáncer. El asbesto, conocido por provocar cáncer de pulmón y prohibido en la mayoría de los países de ingreso alto, se sigue utilizando con frecuencia como material de aislamiento en India, Sri Lanka e Indonesia, entre otros países.

Los impactos de la contaminación química son otra señal de alarma, que nos recuerda que no podemos simplemente lograr primero el desarrollo y reparar luego los daños ambientales.  A continuación se presentan tres medidas que pueden tomar los encargados de formular políticas para mejorar la gestión de los productos químicos:

  1. Medir lo que hay que gestionar. En la actualidad, no existe un enfoque uniforme para medir la contaminación química. El Banco Mundial ha propuesto pautas generales para la recolección y el análisis de muestras de productos químicos en el medio ambiente o derivados de la producción local, para el reciclaje de baterías de plomo-ácido usadas, y para la minería artesanal y las pequeñas minas de oro. Sin embargo, los Gobiernos, los círculos académicos y los asociados en el desarrollo deben unirse en torno a protocolos mundiales para medir la presencia de los productos químicos en el medio ambiente y en las personas.
  2. Adoptar el “principio de precaución”, en el cual la opción por defecto es demostrar la seguridad de un producto químico antes de utilizarlo. En línea con este enfoque, los responsables de formular políticas deben tener una buena dosis de escepticismo frente a los nuevos productos químicos.
  3. Aprobar marcos de políticas basados en datos empíricos. Estos pueden traducirse en normas ambientales y de seguridad rigurosas, que obliguen a pagar a los que contaminan y eliminen los subsidios perjudiciales para el medio ambiente (i), en los que los Gobiernos gastan actualmente billones de dólares todos los años.

Por nuestra parte, en el Banco Mundial nos hemos comprometido a trabajar con nuestros países clientes para asegurar que los trabajadores y las comunidades vulnerables estén protegidos de los peligros de la contaminación química. En Iraq, el Banco Mundial ayuda a gestionar la polución por productos químicos peligrosos en sitios contaminados a causa de los conflictos a través de la eliminación de contaminantes orgánicos persistentes, entre ellos los bifenilos policlorados (BPC). En Ghana, el Banco trabaja con el Gobierno para promover prácticas agrícolas sostenibles y prácticas mineras de pequeña escala con miras a mejorar la salud de las personas y su entorno.

En pro de un planeta realmente habitable, un planeta que apoye la salud de las personas y del medio ambiente del que dependen, debemos actuar con mayor rapidez y determinación frente a la crisis de la contaminación.


Autores

Richard Damania

Economista en jefe, Grupo de Prácticas de Desarrollo Sostenible

Ernesto Sanchez-Triana

Experto global, Gestión de la Contaminación y Economía Circular, Banco Mundial

Johannes Heister

Especialista sénior, Medio Ambiente, Banco Mundial

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