Las temperaturas están aumentando en el Sahel 1,5 veces más rápido que el promedio mundial, y alrededor del 80 % de las tierras agrícolas ha perdido en cierta medida su productividad natural. En conjunto, estos factores disminuyen la disponibilidad de tierras para la producción de alimentos o el pastoreo, agotan el agua y aumentan la vulnerabilidad de las personas que viven en la región.
A estos problemas hay que agregar la pandemia de COVID-19 que podría sumir en la pobreza extrema a 40 millones de personas en África al sur del Sahara, eliminando cinco años de avances en la lucha contra la pobreza. Solo en el Sahel, más de 17 millones de habitantes sufren de inseguridad alimentaria.
A pesar de todas estas estadísticas desalentadoras, hay motivos para tener esperanza. Las tierras degradadas pueden volver a ser productivas, el agua se puede ahorrar o reponer, transformando la vida de las personas y creando oportunidades de empleo.
Por ello, en la Cumbre One Planet celebrada hoy, el Banco Mundial anunció que invertirá más de USD 5000 millones entre 2020 y 2025 en 11 países del Sahel, la región del Lago Chad y el Cuerno de África, abarcando desde Senegal hasta Djibouti. El financiamiento contribuirá a recuperar paisajes degradados, mejorar la productividad agrícola, aumentar la infraestructura resiliente al cambio climático y reforzar los medios de subsistencia y el empleo. Con este apoyo, esperamos crear corredores de crecimiento y transformar las vidas de millones de personas.
En 2012, el Banco Mundial puso en marcha el Programa del Sahel y África Occidental en Respaldo de la Gran Muralla Verde (SAWAP), una iniciativa panafricana que aspira a recuperar 100 millones de hectáreas de terreno y crear 10 millones de empleos ecológicos para 2030. Con financiamiento de más de USD 1000 millones proporcionado por el Banco Mundial y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, SAWAP logró la gestión sostenible de 1,6 millones de hectáreas, beneficiando a más de 19 millones de personas
En el futuro, centraremos nuestros esfuerzos en proyectos que sabemos que reforzarán los medios de subsistencia y la resiliencia. A través de nuestras experiencias en el Sahel, hemos aprendido algunas lecciones sobre cómo maximizar los resultados.
Debemos ampliar las prácticas agroforestales para mejorar la fertilidad del suelo, proporcionar forraje para el ganado y mejorar los microclimas. En Níger, las actividades gestionadas por los agricultores para regenerar árboles y otras plantas nativas de manera natural dieron como resultado granjas con una alta densidad de árboles y una mayor producción de cereales, proporcionando a las familias más alimentos y excedentes que pueden vender.
Debemos proteger y reponer el agua para recoger y concentrar la escorrentía en las áreas cultivadas. En Burkina Faso, por ejemplo, los esfuerzos de recarga de los niveles de agua subterránea permiten a los agricultores crear huertos, mejorando la seguridad alimentaria e incluso permitiéndoles vender cualquier excedente.
Debemos combatir la erosión y prepararnos para los desastres naturales, que son cada vez más comunes a medida que el cambio climático afecta los patrones climáticos. En Nigeria, unos 2,6 millones de personas obtienen beneficios del Proyecto de Prevención de la Erosión y Gestión de Cuencas Hidrográficas por un monto de USD 900 millones, que fortalece la preparación del país para responder a los peligros naturales y los riesgos climáticos y combatir la erosión. Como resultado, 16 estados mejoraron los mapas de riesgo de erosión y prepararon mejores planes para la gestión de las cuencas hidrográficas, se instalaron 75 estaciones hidrometeorológicas que proporcionan datos para la planificación integrada de cuencas hidrográficas y se restauraron vastas extensiones de quebradas afectadas por la erosión.
Debemos fortalecer la seguridad de la tenencia de la tierra, una condición necesaria para alentar a los usuarios de tierras a administrar sus terrenos de manera sostenible. En Etiopía, además de la restauración de suelos en gran escala, se emitieron certificados de tierras a más de 360 200 hogares, muchos encabezados por mujeres. Esta cifra incluye a unos 10 000 jóvenes sin tierras que recibieron certificados a cambio de restaurar terrenos comunales degradados, alentando así a este grupo de la población a aumentar la productividad del suelo y conservar la tierra y el agua.
Con los más de USD 5000 millones que planeamos invertir hasta 2025, ejecutaremos más de 60 proyectos usando un enfoque múltiple para ayudar a fortalecer la acción climática comunitaria en Burkina Faso; el desarrollo de habilidades entre los jóvenes en el Chad; el espíritu emprendedor de las mujeres en Djibouti; la agricultura y la ganadería en Mauritania; la seguridad hídrica en Níger; el acceso a la electricidad en Etiopía, y la tenencia de la tierra en Senegal, por mencionar algunos casos.
Restaurar los paisajes y los medios de subsistencia en las tierras secas de África es generar esperanza, y uniremos fuerzas con las comunidades, los países y los asociados para hacerlo realidad.
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