Publicado en Voces

De nuevo, la AIF aumenta su flexibilidad y sus recursos en medio de las crisis

Photo credit: Vincent Tremeau/World Bank Photo credit: Vincent Tremeau/World Bank

Parece que fue hace mucho, pero también se siente como si fue ayer, que la crisis de la COVID-19 se dejó caer sobre nuestras vidas, causando trastornos inimaginables, revirtiendo los logros obtenidos hasta entonces y creando nuevas demandas de gran magnitud. A medida que los países con recursos suficientes trabajaron rápidamente para proteger a su población, el Banco Mundial a través de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) intensificó sus esfuerzos para asegurar que las personas más pobres no quedaran rezagadas en el camino hacia la recuperación.

Hoy, tres años después, la Organización Mundial de la Salud ha declarado el fin de la emergencia sanitaria causada por la COVID-19. Sin embargo, apenas hay un momento para emitir un suspiro de alivio.  Una nueva crisis —la invasión de Rusia a Ucrania— ha asolado al mundo, provocando pérdidas injustas y devastadoras en los países en desarrollo.
 

Esta invasión ha exacerbado el alza mundial de los precios de la energía y los alimentos y ha empeorado la creciente inflación. Los efectos secundarios están afectando en mayor medida a los pobres y vulnerables. Además, los impactos derivados del conflicto empeoran aún más los retrocesos significativos ocasionados por la COVID-19 y el cambio climático, en especial en África y Oriente Medio.

Por ello, de nuevo, la AIF está respondiendo al desafío. El Directorio Ejecutivo del Banco Mundial aprobó recientemente la recomendación de establecer un mecanismo para crisis, que ampliará el apoyo a los países más pobres del mundo. El mecanismo ayudará a enfrentar el agravamiento de los problemas de desarrollo producto de las crisis mundiales superpuestas, en particular la inseguridad alimentaria y los fenómenos climáticos extremos. También, a la luz del espíritu de solidaridad mundial que sustenta a la AIF, se sumará a los esfuerzos internacionales para impulsar la recuperación y la reconstrucción en Ucrania, y abordar los impactos del conflicto en la vecina nación de Moldova, que ha recibido una afluencia de refugiados ucranianos.

Un modelo financiero flexible ocupa un lugar central en la respuesta a las crisis

La adaptabilidad del modelo financiero de la AIF ha demostrado ser esencial en medio de las crisis.  Por ejemplo, cuando surgió la COVID-19, las partes interesadas de la AIF respaldaron ajustes históricos al ciclo entonces en curso (AIF-19) para atender las necesidades de los países. Recomendaron acortar el ciclo de tres a dos años, poniendo a disposición fondos para responder urgentemente.

En la actualidad, el modelo financiero de la AIF se ha adaptado de nuevo, esta vez mediante el nuevo mecanismo de financiamiento para crisis cuyos recursos serán destinados en su totalidad a responder a la inseguridad alimentaria; afrontar las conmociones económicas; abordar los desastres naturales cada vez más frecuentes y graves, y responder a emergencias sanitarias y brotes de enfermedades serios.

Las enseñanzas extraídas de la pandemia de COVID-19 pueden orientar las actuales y futuras respuestas a las crisis

La pandemia de COVID-19 fue otra crisis que nos dejó múltiples enseñanzas y logros, muchos de los cuales se detallan en el nuevo informe Retrospectiva de la AIF-19 (i). Por ejemplo, aprendimos la importancia de equilibrar la respuesta de emergencia con el desarrollo a largo plazo. El gran volumen de financiamiento se utilizó en una amplia gama de sectores para amortiguar los retrocesos y proteger los avances de desarrollo en los ámbitos del clima, la salud, la educación, la agricultura, la infraestructura, la protección social y otras prioridades de desarrollo fundamentales.

También aprendimos cuán importante es fortalecer los sistemas para generar resiliencia antes de futuras pandemias y crisis, ya que la AIF invirtió principalmente en estos sistemas, como las redes de protección social que permitieron a los Gobiernos actuar con rapidez para apoyar a las comunidades más pobres. A partir de estas enseñanzas, el mecanismo para crisis integrará elementos que fortalecen la resiliencia ante conmociones futuras, ayudan a prevenir futuras crisis o mitigan el impacto económico y social de estas.

De cara al futuro, la preparación y la flexibilidad son el meollo del asunto

El incesante flujo de impactos que afectan a los países ha puesto de relieve la importancia de romper el ciclo de “pánico y negligencia” con inversiones dirigidas a la preparación para las crisis durante épocas de normalidad y paz. También ha demostrado que la AIF, o cualquier mecanismo que apoye realmente a los países, debe ser lo bastante flexible para adaptarse a crisis imprevistas, y tener recursos suficientes para responder a las necesidades amplias y urgentes. 

Me enorgullece pertenecer a una red mundial de partes interesadas que muestran una solidaridad inquebrantable con las personas más pobres y vulnerables. A medida que se implementa el mecanismo para crisis, espero aplicar las enseñanzas extraídas de la COVID-19 y, por supuesto, aprender nuevas lecciones en esta época sin precedentes.


Autores

Akihiko Nishio

Vicepresidente de Financiamiento para el Desarrollo, Banco Mundial

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