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Día Mundial del Lavado de Manos: La participación de los hombres y otras enseñanzas

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ImageEl 15 de octubre, cuando se celebra el Día Mundial del Lavado de Manos, (i) millones de personas de todo el mundo apoyarán esta práctica, que es relativamente simple pero que aún representa un desafío para mejorar los hábitos de higiene y saneamiento. Se ha demostrado que el lavado de manos con jabón reduce la incidencia de diarrea casi a la mitad y las infecciones respiratorias agudas en aproximadamente un tercio (Cairncross y otros, 2010). Sin embargo, las tasas del lavado de manos con jabón siguen siendo bajas –apenas un 5% a 15% (Scott y otros, 2003)– sobre todo en momentos clave cuando hay riesgo de contaminación por la vía oral y fecal, tales como después de usar un inodoro o antes de preparar alimentos.

Aunque esta costumbre es una de las mejores maneras de prevenir las enfermedades provocadas por patógenos y bacterias fecales, no es suficiente compartir información sobre la importancia de esta práctica o dar a conocer las consecuencias de no hacerlo. El desafío, por supuesto, es que las personas adopten el lavado de manos con jabón como un hábito. El cambio de comportamiento es un proceso complejo y requiere intervenciones polifacéticas.



Hemos aprendido mucho (i) sobre qué funciona —y lo que no— mediante el Proyecto Mundial para Aumentar el Lavado de Manos, que se inició en 2006 con el respaldo del Programa para el Agua y Saneamiento del Banco Mundial en Perú, Senegal, Tanzanía y Viet Nam. La iniciativa fue diseñada para aprender qué puede ayudar a fomentar el lavado de manos con jabón a gran escala, mantener las actividades una vez finalizado el proyecto y medir el impacto en la salud.
 
Algo de lo que hemos aprendido nos abre nuevos caminos para la exploración. Por ejemplo, si bien las intervenciones convencionales están dirigidas principalmente a las mujeres para terminar con la contaminación por la vía oral y fecal, en Senegal se comprobó que los hombres también pueden desempeñar una función importante en el cambio de comportamiento dado el papel de modelo que juegan en sus familias. (i) Eso significa que, en el futuro, puede ser importante centrarse aún más en aspectos de género relacionados con el lavado de manos, y actividades que incluyan o estén dirigidas a los hombres.
 
Hemos aprendido también que, incluso cuando hay voluntad y motivación, si no existe la oportunidad y la capacidad de practicar este hábito, no es posible avanzar en esta área. Aunque la mayoría de las familias tenía algún tipo de jabón en el hogar, no siempre era fácil acceder a él ni al agua en momentos clave cuando hay que lavarse las manos. Tanto el jabón como el agua deben ser fácilmente accesibles en los lugares correctos y en el momento adecuado. Por ejemplo, si un cuidador de niños tiene que buscar el jabón en otra parte de la casa o en un armario cerrado con llave después de ir al baño, es menos probable que se lave las manos. Entonces los programas y las intervenciones deben diseñarse de manera de facilitar el cambio.
 
Todavía hay mucho que aprender, pero es evidente que entender que la oportunidad, capacidad y motivación son fundamentales si queremos que el lavado de manos con jabón llegue a ser un comportamiento normal y cotidiano de todas las personas en todas las sociedades de todos los países.


Autores

Jacqueline Devine

Senior Social Marketing Specialist

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