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Ejemplos de Turquía y Perú: cómo el bajo nivel de capital humano puede limitar el aumento de la productividad

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No es inusual comparar a dos países de ingreso mediano, pero comparar a dos que se encuentran lejos geográficamente y que al parecer son diferentes es algo menos común. Sin embargo, tanto Turquía como Perú han registrado el crecimiento más alto en sus respectivas regiones en los últimos años ; aspiran a convertirse en economías de ingreso alto en la próxima década, y dependen del comercio. Ambos países enfrentan riesgos de deterioro si no hacen cambios estructurales —en los sistemas de educación y de capacitación, y en la economía en general— para asegurar que las contribuciones al crecimiento económico se deriven de mejoras de la productividad. Los dos países reconocen que existe una gran brecha entre sus niveles de productividad y la frontera de la productividad mundial y ambos, con niveles medios de productividad, tienen poblaciones en aumento que no están debidamente dotadas para satisfacer las necesidades del mercado laboral. Debido a estos desafíos (similares), el objetivo de desarrollo de los dos países, y un aspecto central de sus agendas de desarrollo, es mejorar la productividad para seguir creciendo de manera sostenible.

¿Por qué la productividad es importante ahora? A Turquía y Perú les gustaría beneficiarse de los cambios demográficos en curso. Ambos países los ven como una oportunidad para acelerar el crecimiento. Pero reconocen que se necesitan ciertas reformas y acciones, como el mejoramiento del capital humano, para beneficiarse de su población joven, activa y altamente productiva. Con el mejoramiento de la educación, las habilidades y las competencias de los trabajadores, estos países podrían aumentar la productividad de su fuerza laboral y de su economía. En un artículo reciente, en que se analiza la relación entre el capital humano y el crecimiento económico, se concluye que el capital humano explica entre el 10 % y el 30 % de las diferencias en ingreso per cápita de los países.  Y que los efectos positivos de los avances en capital humano persisten en el tiempo. Esto pone de relieve la importancia de que los Gobiernos y las sociedades mejoren la calidad de vida de las personas de manera permanente (valor intrínseco) y aumenten la sostenibilidad de la productividad y el crecimiento económico (valor instrumental). 
 
¿Cuál es la situación del capital humano? Los dos países aumentaron su acumulación de capital humano en la última década. En Turquía con una población de más de 81 millones de habitantes y en Perú con una población de 32 millones se registra un incremento del número de personas en edad de trabajar. En la última década, las tasas de participación en la fuerza laboral subieron en Turquía (de 46 % en 2006 a 52 % en 2017) y en Perú se mantuvieron en un alto nivel (73 %). Lamentablemente, ambos países tienen tasas de informalidad relativamente altas (34 % en el caso de Turquía y 60 % en el caso de Perú), lo que indica que el sector formal no puede absorber a una gran parte de la fuerza de trabajo (debido a diversas razones, incluido el bajo nivel de capital humano). 
 
Pese a una mayor participación de personas en la fuerza laboral con niveles educativos más altos que en las generaciones previas, Turquía y Perú enfrentan desafíos en materia de la calidad del capital humano, lo que limita el crecimiento de la productividad. En ambos países, grandes segmentos de la población juvenil (de 15 años) consiguen puntajes relativamente bajos en pruebas internacionales: alrededor del 31,2 % (Turquía) y el 46,7 % (Perú) de los estudiantes obtuvieron el puntaje más bajo en las tres materias evaluadas (matemáticas, ciencia y lectura), en tanto que el promedio de los países de la OCDE es 13 %. Niveles tan bajos de capital humano antes de ingresar a la fuerza laboral pueden tener efectos negativos en el desempeño de las personas una vez que se incorporan al mercado de trabajo. 
 
Pero los trabajadores productivos no solo deben tener buenas habilidades básicas (adquiridas en la educación formal), sino también deberían tener habilidades funcionales de alto nivel (relacionadas con el empleo) para ser más productivos. Por lo tanto, si bien el nivel educativo en los años de formación es una herramienta clave en el desarrollo de habilidades fundamentales, y las inversiones de ambos países se concentran apropiadamente en ese ámbito, la educación básica por sí sola no es suficiente para desarrollar habilidades (prácticas) relacionadas con el empleo. En Turquía los trabajadores (de entre 16 y 65 años) tienen un nivel de competencia inferior al promedio en lectura y escritura, matemáticas, y uso de la tecnología para resolver problemas. Menos de la mitad de los adultos obtienen los niveles más bajos (nivel 1 o inferior) en las secciones de lectura y escritura, y de matemáticas; un alto porcentaje en comparación con los promedios de 19 % y 22,7 % de los países de la OCDE, respectivamente. En Perú, más del 50 % de los trabajadores están sobrecalificados o insuficientemente calificados para el trabajo que realizan. Y alrededor de la mitad de los empleadores señalan que la falta de personal competente y calificado con habilidades cognitivas y técnicas pertinentes es un factor que limita su capacidad para contratar trabajadores y ser más productivos. Las habilidades socioemocionales, como la ética laboral, el trabajo en equipo, la perseverancia, la flexibilidad y la iniciativa, son también habilidades críticas que no se encuentran fácilmente en numerosas personas que aspiran a un empleo. Y dado que las habilidades se adquieren a lo largo de toda la vida de una persona, los trabajadores productivos necesitan participar en un proceso de aprendizaje continuo para desarrollar una nueva habilidad y perfeccionar habilidades prácticas. Por lo tanto, los programas de capacitación técnica, ya sea en una sala de clase, en internet o en el lugar de trabajo, tienen un rol fundamental a la hora de brindar cursos de perfeccionamiento a los trabajadores para que puedan responder a las nuevas demandas y ser productivos. 
 
¿Qué medidas pueden adoptar estos países para mejorar su capital humano y productividad? Los Gobiernos de ambos países deberían continuar asegurando que los niños adquieran habilidades básicas, y que los trabajadores tengan oportunidades de adaptar sus habilidades continuamente. Los dos países deben centrarse en mejorar la calidad de los maestros (p. ej., en el proceso de selección inicial, proporcionando incentivos por desempeño, requiriendo pruebas periódicas y ofreciendo capacitación constante) y las herramientas pedagógicas. Las mejoras en la calidad son esenciales para las generaciones más jóvenes que conforman una gran parte de la fuerza de trabajo y cuya productividad es esencial para un crecimiento económico sostenible. Continúa siendo importante que ambos países realicen inversiones financieras adecuadas, pero dichas inversiones deben ser acompañadas por esfuerzos para promover la cooperación entre partes interesadas pertinentes y la formación de alianzas público-privadas a fin de asegurar que los sistemas de capacitación formales (e informales) y las políticas respondan a las nuevas demandas. 
 
Cuando se formule cualquier estrategia para mejorar el capital humano, se debe recordar que, si bien la demanda de graduados universitarios sigue siendo alta (y va en aumento) en ambos países, numerosos profesionales universitarios se encuentran desempleados o subempleados. Con frecuencia los estudiantes/trabajadores basan las decisiones sobre sus carreras en información limitada, y como resultado eligen campos de estudio que pueden tener poca demanda (o estar al límite de su capacidad). Esto subraya la importancia de mejorar la prestación de servicios de asesoría académica y de información del mercado laboral (p. ej., sistemas de información en línea). El contenido que se enseña (a menudo contenido fijo, que sobrevalora la teoría y subestima la formación práctica) pocas veces refleja las demandas del mercado, lo cual pone de manifiesto la necesidad de adecuar mejorar el contenido formal con las habilidades prácticas. En ambos países, la mayoría de los nuevos empleos en el sector formal son ocupaciones manuales o que no necesitan habilidades cognitivas y dependen más de habilidades físicas. Esto limita la capacidad de absorber a trabajadores altamente calificados en los nuevos empleos. Para abordar este problema, se necesitan realizar varias actividades y reformas, comenzando con cambios estructurales en la economía que pueden ayudar a reducir la dependencia de empleos poco calificados en sectores menos productivos. También hace falta crear programas activos del mercado de trabajo y servicios de búsqueda y colocación de empleo para proporcionar una mejor asesoría, posibilitar una capacitación laboral de mayor calidad y facilitar la (re)inserción en el mercado de trabajo. 


Autores

Ximena Del Carpio

Gerente de la Práctica de Pobreza del Banco Mundial

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