Disponible en: English
Jesus Felipe , (i) asesor del Departamento de Economía e Investigación del Banco Asiático de Desarrollo.Aashish Mehta , (i) profesor asociado de Estudios Mundiales e Internacionales de la Universidad de California (Santa Barbara).
Changyong Rhee , (i) director del Departamento de Asia y el Pacífico del Fondo Monetario Internacional.
En un documento de trabajo (i) dado a conocer recientemente, hemos analizado datos sobre el empleo en el sector manufacturero y los niveles de producción de los países desarrollados y en desarrollo. Mostramos que los niveles históricos del empleo en el sector manufacturero son mucho mejores predictores de la prosperidad posterior que los niveles históricos de producción de la actividad manufacturera.
Desafortunadamente, también descubrimos que es probable que los países que se han industrializado tardíamente enfrenten dificultades significativas para alcanzar un alto porcentaje de empleo en el sector manufacturero, incluso si tienen éxito en impulsar altos niveles de actividad manufacturera. Por lo tanto, aunque los empleos en el sector manufacturero son clave, será difícil para los países de industrialización tardía replicar los avances pasados en materia de desarrollo a través de la creación de empleo en este sector.
Tradicionalmente en la economía del desarrollo se ha tratado de manera especial al sector manufacturero. Algunos de los beneficios de desarrollo que el sector proporciona dependen de números grandes y crecientes de empleos en el sector manufacturero, no solo de los aumentos en los niveles de la producción. La productividad laboral en la actividad manufacturera se acerca rápidamente a las normas internacionales. Esto le da un mayor empuje al aumento de la producción agregada; mientras mayor la cantidad de mano de obra que se desempeña en el sector manufacturero, mayor es el impulso. Mientras más rápido es el crecimiento del empleo en el sector manufacturero, más rápidos salen los trabajadores de los servicios tradicionales, de los trabajos de baja productividad y de la actividad agrícola de bajos salarios.
Desafortunadamente, el análisis en varios países de las relaciones entre el empleo en el sector manufacturero y los niveles de desarrollo se ha restringido a las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto se trata de una cuestión importante porque muchos Gobiernos de países en desarrollo tienen grandes programas para estimular la actividad manufacturera bajo la idea de que conllevarán más empleos e ingresos más altos. De hecho, se han anunciado ambiciosos objetivos de empleo, tales como 100 millones de nuevos trabajos en el sector manufacturero para 2022 en India. Estos se justifican típicamente haciendo referencia a las experiencias de países que se industrializaron antes, como Corea y Taiwán. Los presupuestos públicos, las regulaciones de la tierra y del empleo, e incluso la política educacional, se están modificando para conseguir estos empleos en el sector manufacturero. Podemos ver por qué los países en desarrollo desean estos empleos de la actividad manufacturera: nuestros datos muestran que la proporción máxima del empleo en el sector manufacturero de un país entre 1970 y 2010 es un mucho mejor predictor de su producto interno bruto (PIB) per cápita en 2005-2010 que su proporción máxima de producción manufacturera. Si se controla la proporción máxima del empleo en el sector manufacturero y la fecha en que la actividad manufacturera llegó a su nivel máximo, las proporciones de la producción máxima son predictores insignificantes de la prosperidad posterior. Esto sugiere que la producción en el sector manufacturero es importante para la prosperidad solo en la medida en que conlleva la creación de empleos. Además, mostramos que cada país que es rico hoy en día, medido sobre la base de cualquier estándar razonable, tuvo una proporción mayor a 18 %-20 % de empleo en el sector manufacturero alguna vez desde 1970.
Es importante observar que la actividad industrial crece típicamente con los ingresos en los países más pobres, llega a su máximo, y después baja con los ingresos y los salarios en los países más ricos (en proceso de desindustrialización). Creemos que hay dos razones por las cuales ese desarrollo impulsado por el empleo en el sector manufacturero se está convirtiendo en un desafío mayor.
1. La productividad laboral ha aumentado más rápidamente en el sector manufacturero que en la economía en general. Los niveles mayores de producción manufacturera son compatibles ahora con niveles inferiores de empleo en el sector manufacturero. El gráfico 1 confirma esto, demostrando que las proporciones máximas de empleo en la industria manufacturera han disminuido a lo largo del tiempo. En cambio, las proporciones máximas de la producción no lo han hecho.
Gráfico 1: La proporción del empleo en el sector manufacturero ha disminuido, pero la proporción de la producción no lo ha hecho
2. A medida que aumenta el costo de la mano de obra, es más probable que ahora la actividad manufacturera se traslade a otros países. Por lo tanto, la desindustrialización afecta a los niveles de bajos ingresos. Además, esta desindustrialización prematura es más evidente en los datos del empleo que en los de la producción. La producción se puede sostener frente al aumento del costo de la mano de obra sustituyendo a trabajadores por maquinaria . (Arvind Subramaniam y Amrit Amirapu muestran tendencias similares (i) en el empleo industrial —sector manufacturero más minería, servicios públicos y construcción— usando repetidas secciones representativas de los países. )
Los países todavía se industrializan y después se desindustrializan a medida que se vuelven más ricos. Sin embargo, las proporciones de empleo en la industria de los países que se industrializaron tardíamente —como China, India y Bangladesh— son todas inferiores al 16 %, y dentro de las presentes tendencias parece poco probable que aumenten mucho más. Además, los niveles de ingreso per cápita en los cuales la desindustrialización despega han disminuido desde US$34 000 en 1970 a alrededor de US$9000 en 2010.
Estos resultados exigen un enfoque equilibrado con respecto a la industrialización. Ellos confirman que la industrialización es importante, cuando conlleva la creación de empleos; pero también confirman que esto es cada vez menos probable que ocurra. Los Gobiernos no deben descuidar al sector manufacturero. Ni tampoco pueden depender tan fuertemente de él como lo hicieron alguna vez.
Únase a la conversación