Turquía, Egipto, el Líbano, Francia, Malí, Nigeria y Túnez. Yendo más atrás en el tiempo: Kenya, Somalia, Túnez y Camerún. De ninguna manera, se trata de una lista completa.
París es mi hogar. También he visitado muchos países afectados por actos terroristas. El terrorismo mundial golpea mi hogar y afecta a muchos amigos y colegas. Lamento todas estas víctimas; todo este horror espantoso.
También golpearon mi hogar porque mi trabajo en los últimos 15 años se ha centrado en la lucha contra el financiamiento del terrorismo. Me he estado preguntando mucho en los últimos meses: ¿la comunidad que combate el financiamiento del terrorismo está logrando resultados?
Los esfuerzos mundiales contra el financiamiento del terrorismo son anteriores al 11 de septiembre, contando con un instrumento universal como el Convenio Internacional de las Naciones Unidas de 1999 para la represión de la financiación del terrorismo. (i) Desde entonces, el Consejo de Seguridad de la ONU y el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI, el organismo internacional que desarrolla y promueve políticas para combatir la financiación del terrorismo) y su red regional han liderado los esfuerzos internacionales contra el financiamiento del terrorismo. Financiar el antiterrorismo es percibido a veces, lamentablemente, como una agenda de Occidente. De hecho, es frustrante que los nuevos llamados a la acción se produzcan cuando un país occidental ha sido atacado. Pero el terrorismo nos afecta a todos, especialmente a los países en desarrollo. El Índice Mundial de Terrorismo 2015, (PDF, en inglés) publicado recientemente y elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), (i) muestra una realidad descarnada:
- “La actividad terrorista aumentó un 80 % en 2014, alcanzando su nivel más alto hasta la fecha. El mayor incremento anual de muertes por terrorismo se registró en 2014, subiendo de 18 111 víctimas en 2013 a 32 685 en 2014. La cantidad de personas que ha muerto debido a actos terroristas se ha multiplicado por nueve desde el año 2000”.
- “Boko Haram superó al Estado Islámico (EI) para convertirse en el grupo terrorista más mortífero del mundo”.
- “Como reflejo del gran aumento del terrorismo, los costos económicos de las actividades terroristas también se han incrementado drásticamente. El IEP estima de manera conservadora que el costo económico del terrorismo alcanzó su nivel más alto de la historia en 2014 con USD 52 900 millones. Se trata de un aumento del 61 % con respecto al año anterior, y una cifra 10 veces mayor desde el año 2000”.
Para dar una respuesta más reflexiva, es necesario dar un paso atrás y señalar los objetivos centrales de la lucha contra el financiamiento del terrorismo. Cualquier acción que se proponga debe basarse en hechos, en el respeto por los derechos humanos y el imperio de la ley para proteger a los ciudadanos y mantener nuestras sociedades abiertas. De hecho, será difícil encontrar el equilibrio.
La lucha contra el financiamiento del terrorismo no va a detener al terrorismo por sí sola. Solo puede funcionar si se combina con acciones más amplias que aborden el terrorismo –por ejemplo, medidas normativas, militares, sociales, de desarrollo, y culturales–, y si su contribución en estos esfuerzos es explícita.
Sabemos que la lucha contra el financiamiento del terrorismo por sí misma no evitará los actos terroristas ni detendrá cada transacción posiblemente vinculada a actos terroristas. Los dos objetivos estratégicos de esta lucha son contribuir al combate más amplio contra el terrorismo, proporcionando inteligencia financiera, e interrumpir y desmantelar la infraestructura de financiamiento del terrorismo, sin obstaculizar indebidamente el acceso a financiamiento o el funcionamiento del sistema financiero mundial. (i) Que los árboles no nos impidan ver el bosque.
Para lograr estos objetivos, la comunidad internacional necesita:
• Generar inteligencia financiera
• Contribuir al análisis de inteligencia sobre las redes terroristas
• Proporcionar información de inteligencia sobre los financistas del terrorismo
• Procesar a quienes presten apoyo financiero al terrorismo
En el último año, hemos observado un renovado impulso político para combatir el financiamiento del terrorismo, como lo hizo el Grupo de los Veinte (G-20) la semana pasada en Antalya. Esto es positivo, pero ¿qué significa en la práctica?
Crear un compromiso político colectivo, inclusivo y amplio para lograr estos objetivos es fundamental. La mayoría de los países del mundo tiene ahora las herramientas necesarias (leyes, reglamentos, instituciones), como se pone de relieve en un reciente informe del GAFI al G-20, que cubre más de 190 jurisdicciones. (PDF, en inglés) Sobre la base de estos logros, este renovado compromiso político debe transformarse ahora en acción e integrarse adecuadamente en la estrategia antiterrorista.
Pronto veremos convocatorias públicas para que el GAFI y sus redes regionales tomen la iniciativa y renueven sus esfuerzos. El GAFI, junto con los organismos internacionales pertinentes, en particular las Naciones Unidas y el Egmont Group –que reúne a más de 150 unidades de inteligencia financiera de todo el mundo–, (i) deberían:
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Comprender mejor las amenazas del financiamiento del terrorismo, reuniendo a más de 170 jurisdicciones de su red para compartir información operacional. Tal comprensión más profunda de los peligros es fundamental para establecer objetivos operacionales. Esto proporcionaría además una plataforma de acción basada en el riesgo, con una implementación sistemática, sostenida y ágil. Apenas estamos empezando a comprender mejor las finanzas del EI, como lo demuestra el reciente informe del GAFI sobre financiamiento del terrorismo, (PDF, en inglés) pero aún queda mucho por analizar. Sabemos muy poco acerca de la infraestructura financiera del grupo Boko Haram, por ejemplo. El financiamiento de cada organización terrorista importante debe ser entendido en sus propios términos, para identificar la respuesta operativa más eficaz, que puede ser diferente para el EI, Al Qaeda o Boko Haram.
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Identificar las prioridades y metas clave del financiamiento del terrorismo, para mitigar estas amenazas más urgentes, indicando claramente los resultados esperados. Esto no se trata de cambiar la norma, o nombrar y avergonzar a los países por su marco legal. Se trata de estimular la acción, poniendo el énfasis en la cooperación internacional y el intercambio de inteligencia financiera y pruebas. En base a estas prioridades clave, el GAFI deberá informar luego sobre los resultados colectivos e individuales, centrándose en la infraestructura financiera de las principales organizaciones terroristas y usando indicadores como: el recurso sistemático de “seguir el dinero” en todas las investigaciones del terrorismo; el intercambio de información (inteligencia financiera, cumplimiento de la ley, asistencia judicial recíproca) correspondiente a estas prioridades; los activos de estas organizaciones congelados, incautados o decomisados; las infraestructuras de financiamiento del terrorismo desmanteladas, y los financistas de los terroristas enjuiciados y condenados.
- Identificar las principales brechas en materia de capacidad para la implementación de un esfuerzo colectivo de este tipo y comprometer a colaboradores, como el Banco Mundial, (i) que pueden proporcionar asistencia técnica para abordar estas deficiencias.
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