Cuando la COVID-19 (coronavirus) se reveló como una amenaza mundial, el Grupo Banco Mundial reaccionó con la respuesta más rápida y de mayor envergadura de su historia ante una crisis. Las operaciones de emergencia ya han llegado a más de 100 países, en los que vive más del 70 % de la población mundial.
Dichas operaciones están destinadas a financiar programas sanitarios y sociales dirigidos, en especial, a las personas más pobres y vulnerables. Siete de cada 10 de estos proyectos se llevan a cabo en los países más pobres del mundo, con el respaldo de la Asociación Internacional de Fomento, el fondo del Banco Mundial que otorga donaciones y préstamos sin interés o a bajo interés.
Estos proyectos se enmarcan en la promesa más general formulada por el Grupo Banco Mundial de otorgar donaciones y financiamiento por valor de hasta USD 160 000 millones a lo largo de 15 meses para ayudar a los países en desarrollo a aliviar los efectos sanitarios, sociales y económicos de la COVID-19. Nuestras operaciones sanitarias de emergencia tienen por objeto reforzar la preparación y la capacidad de los países para responder a la pandemia y proteger a la población más expuesta a sus efectos perjudiciales.
El Banco, mediante su asociación con el Mecanismo Mundial de Financiamiento para las Mujeres, los Niños y los Adolescentes (GFF) (i), trabaja para garantizar un acceso constante a los servicios de atención prenatal y posnatal, partos sin riesgo, vacunación infantil y otros servicios de salud que permiten salvar vidas, y para prevenir los efectos secundarios de la pandemia en la salud que amenazan con echar por tierra años de avances en la reducción de la mortalidad materna e infantil en los países de ingreso bajo y mediano bajo.
Nuestro objetivo no consiste solo en salvar vidas, sino también en ayudar a los países a crear sistemas de salud más sólidos y resilientes que estén mejor preparados para afrontar brotes epidémicos en el futuro y no dejar a nadie afuera. En Pakistán, mediante un proyecto multisectorial por un monto de USD 200 millones se están adquiriendo equipos y suministros médicos que se necesitan con urgencia y, al mismo tiempo, se está proporcionando una red de protección que consiste en la transferencia de efectivo y la distribución de raciones de alimentos para la población más gravemente afectada.
“Nuestro objetivo no consiste solo en salvar vidas, sino también en ayudar a los países a crear sistemas de salud más sólidos y resilientes que estén mejor preparados para afrontar brotes epidémicos en el futuro y no dejar a nadie afuera”.
Georgia está usando USD 80 millones en financiamiento del Banco para apoyar los ingresos de los hogares pobres y vulnerables, y para comprar material de diagnóstico, ambulancias y equipos médicos que necesita urgentemente. En Filipinas, un país con 107 millones de habitantes que se cuenta entre los más afectados por la COVID-19 en Asia sudoriental, el financiamiento por valor de USD 100 millones otorgado por el Grupo Banco Mundial se utilizará para adquirir equipos de protección personal, medicamentos esenciales y kits de pruebas, y para ampliar la capacidad de los laboratorios.
Cerca de un tercio del financiamiento proporcionado por el Banco Mundial en relación con la COVID-19 está destinado a países frágiles y afectados por conflictos (i) cuyos sistemas sanitarios tienen capacidad limitada para responder eficazmente. Entre ellos, Malí recibirá USD 25,8 millones para mejorar los exámenes, la detección y el tratamiento de los casos de COVID-19, y con los fondos para Gambia se mejorarán la detección y el rastreo de los casos de COVID-19, los centros de tratamiento y la capacidad de vigilancia y diagnóstico.
En todos los países, es fundamental prestar apoyo para proteger a los trabajadores de primera línea que se desempeñan en condiciones difíciles. En Ecuador, gracias al financiamiento suministrado por el Banco, los agentes de salud pueden tener acceso a orientaciones sobre cuidado personal y salud mental, y se está duplicando la capacidad de las unidades de terapia intensiva.
El distanciamiento social, el lavado de manos y otras medidas de protección son cruciales para reducir la tasa de infección y para evitar la saturación de los sistemas de salud, particularmente cuando estos son frágiles. La participación de la comunidad es fundamental a la hora de difundir estos mensajes, explicar cómo se transmite el virus y comunicar adecuadamente los riesgos involucrados, por lo que resulta un componente básico de todas las operaciones del Banco Mundial vinculadas a la COVID-19.
“Mientras los científicos están en carrera para desarrollar vacunas y terapias contra la COVID‑19, se debe recurrir a la cooperación mundial para evitar la fragmentación y la duplicación de esfuerzos”.
La experiencia recogida al responder al ébola y a otros brotes de enfermedades infecciosas muestra que generar confianza interactuando con los ciudadanos y los dirigentes de las comunidades, y promover la transparencia y la responsabilidad social reviste importancia crítica para el éxito de la respuesta a cualquier pandemia. Este enfoque también contribuye a la seguridad del personal de salud. Un ejemplo de ello se puede observar en Djibouti, donde, con respaldo del Banco, las instituciones comunitarias y las organizaciones de mujeres ayudarán a difundir información sobre la forma correcta de lavarse las manos y las medidas de higiene en zonas vulnerables.
Mientras los científicos están en carrera para desarrollar vacunas y terapias contra la COVID‑19, se debe recurrir a la cooperación mundial para evitar la fragmentación y la duplicación de esfuerzos. El Banco Mundial considera que un acceso justo y equitativo a las vacunas resulta esencial para que todos los países, en especial los más pobres, puedan reducir la destrucción provocada por esta pandemia, reconstruir los medios de subsistencia y encaminarse hacia la recuperación.
El Banco Mundial respalda la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) (i) y la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI) (i) con el propósito de alentar la investigación científica que podría conducir a la producción de vacunas efectivas contra la COVID-19 y de asegurar su distribución. Asimismo, está prestando asistencia técnica y financiera a los Gobiernos para que elaboren los mecanismos necesarios para una distribución segura y eficaz de las vacunas.
Los Gobiernos de todo el mundo están tomando medidas decisivas, en muchos casos con asistencia del Grupo Banco Mundial, que contribuyen a salvar vidas y a proteger los medios de subsistencia. El Banco sigue abocado a ayudar a traducir los compromisos mundiales en medidas concretas a nivel nacional. Continuaremos apoyando a los países mientras redoblan sus esfuerzos por proteger a sus ciudadanos contra los efectos de la COVID-19 y por construir un futuro mejor.
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