Más de 1000 millones de mujeres en el mundo no tienen acceso a servicios financieros. Poseer una cuenta de transacciones es un primer paso para lograr la libertad financiera y para que las mujeres se hagan cargo de sus propias vidas.
Las mujeres representan un recurso poco utilizado en el ámbito del desarrollo. La falta de acceso impide a las mujeres tener igualdad de oportunidades en la sociedad. La inclusión financiera puede fomentar un enorme potencial en materia de desarrollo económico.
En el Informe sobre el desarrollo mundial del Banco Mundial relativo a la igualdad de género se estimó que las pérdidas de ingresos debido a la exclusión de las mujeres del mundo del trabajo oscilan entre el 10 % y el 37 % del producto interno bruto (PIB) en todas las regiones. Estudios del Grupo Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y del sector privado indican que miles de millones se podrían agregar al PIB mundial con el fomento de la igualdad de la mujer.
Las tecnologías digitales están ampliando el acceso de millones de personas, incluidas las mujeres, al financiamiento. Esto es increíblemente apasionante, y el mundo está asignando gran importancia a las tecnologías digitales como la manera principal de atraer a 2000 millones de adultos no bancarizados al sistema financiero formal y regulado.
Hoy en día, es mucho más fácil ahorrar, hacer pagos, acceder a créditos y obtener seguros, todo lo cual ayuda a las personas a controlar sus gastos diarios, planificar a largo plazo y manejar emergencias inesperadas.
En 2016, el Grupo de los Veinte (G-20) publicó un informe impulsado por el Grupo Banco Mundial y el Banco Popular de China –titulado Principios de Alto Nivel sobre la Inclusión Financiera Digital− en que se incluyeron ocho recomendaciones dirigidas a los países para promover la inclusión financiera utilizando las tecnologías digitales. Hace algunas semanas, los ministros de Finanzas del G-20 aprobaron un informe de seguimiento en que se describen los países que han seguido estas recomendaciones.
Los países están adoptando diferentes enfoques. Por ejemplo, Brasil, México y Turquía han digitalizado los pagos del Estado a individuos (salarios, beneficios sociales, etc.), mientras que India ha invertido grandes sumas en crear infraestructura digital crítica, como un documento nacional de identidad electrónico.
Para mitigar el riesgo de un mayor acceso digital, Ghana, por ejemplo, está aplicando de manera experimental el uso de teléfonos móviles para realizar transacciones con los proveedores de seguros.
Asimismo, los países están adaptando sus marcos jurídicos y reglamentarios y garantizando, al mismo tiempo, condiciones equitativas. También emplean en mayor medida enfoques de regulación escalonada y de diligencia debida con respecto a los clientes para promover la inclusión financiera y, simultáneamente, cumplen con los requisitos financieros relativos a la lucha contra el lavado de dinero y el terrorismo. Algunos ejemplos en esta área son China, México y Tanzanía.
La velocidad y la amplitud de las nuevas tecnologías financieras digitales es un tema fascinante. Pero estas nuevas posibilidades crean nuevas expectativas.
Esencialmente, los países deben ser ágiles y capaces de adaptarse rápidamente para seguir estos cambios vertiginosos y aprovechar la tecnología para el bien de todos.
Los Gobiernos deben marcar el rumbo, crear el entorno y dar a las empresas la luz verde para innovar. También tienen que coordinar los organismos pertinentes, incluidos las instituciones de bienestar social que interactúan con las personas que no están en el sistema financiero formal.
Al mismo tiempo, las entidades reguladoras deben adquirir mejores herramientas digitales y buscar nuevas maneras de promover la innovación del sector tecnofinanciero, desde programas piloto hasta una mayor colaboración con la industria. Además, la inteligencia de datos exige sistemas más sofisticados y automatizados para hacer el seguimiento y análisis de las actividades financieras en tiempo real.
Los Gobiernos deben promover, además, sistemas basados en tecnologías abiertas interoperables que se conecten entre sí para que todos puedan tener acceso a la tecnología digital financiera independientemente del tipo de teléfono o servicio en particular que utilicen.
Y, sobre todo, los Gobiernos deben dar prioridad a la creación de documentos nacionales de identidad digitales, al tiempo que abordan las preocupaciones legítimas en materia de privacidad y seguridad de los datos.
El Grupo Banco Mundial ya trabaja con las autoridades nacionales, ayudándolas a desarrollar el marco normativo en que se consideran las oportunidades y los riesgos creados por las tecnofinanzas, en consonancia con las directrices sobre el establecimiento de normas mundiales sobre pagos e inclusión financiera.
Los países en desarrollo que se presentan en este informe se encuentran entre los 25 países donde vive más del 70 % de las personas no bancarizadas. Han sido descritos como países prioritarios en la iniciativa del acceso universal a servicios financieros para 2020 impulsada por el Grupo Banco Mundial y que tiene como meta proporcionar acceso financiero a los adultos excluidos del sistema financiero formal. Si estos países logran grandes avances en materia de inclusión financiera digital, el mundo estará mucho más cerca de alcanzar el objetivo del acceso universal a servicios financieros antes de 2020.
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